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14 de abril de 2013

Homero Aridjis / Encuentro con mi padre en la huerta

 
Nicias Aridjis


Encuentro con mi padre en la huerta

Pasado el mediodía. Pasado el cine,
con sus altos muros pesarosos
a punto de venirse abajo, entro a la huerta.
Terminada la función, todos se han ido:
los peones, los perros y las puertas.
Delante de una higuera mi padre está parado.
Mi madre ha muerto. Los hijos han envejecido.
Él está solo, hilillos de aire
atraviesan sus ropas harapientas.
Por miedo a acercarme y asustarlo
con mi presencia viva, quiero pasar de largo.
Él pregunta al extraño, ahora con pelo blanco:
“¿Quién anda allí?”
“Padre, soy tu hijo.”
“¿Sabe tu madre que has regresado? ¿Vas a
quedarte a comer?”
“Padre, desde hace años tu esposa descansa
junto a ti en el cementerio del pueblo.”
Entonces, como si adivinara todo,
él me llama por mi nombre de niño
y me da un higo.
Así nos encontramos los vivos y los muertos.
Luego, cada quien siguió su camino.

Homero Aridjis

Los poemas solares (2005)

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA 

Para Aridjis, el poema es un edificio de visiones y la luz diurna, a la que elogia y canta en este libro, la matriz en que se figura el mundo. Aquí está todo lo que merece ser visto: las cosas, aquellos a los que queremos y a los que quisimos, los sueños. el poeta se detiene frente a nuestra cotidianidad Para percibir lo extraordinario y, en la naturaleza que nos rodea, la presencia de lo sobrenatural y de lo cósmico; cargado de experiencias y en control de sus pasiones voltea hacia el mundo y lo encuentra luminoso.

12 de abril de 2013

Homero Aridjis / Un poema otoñal de amor


Poema otoñal de Amor

Un poema otoñal de amor

                                  A Betty, en su cumpleaños

Ruede el amor por los campos azules de la tarde
como ruedan en tus ojos los soles cotidianos.
Descienda el amor en cascada de tus brazos
como la lluvia baja las escaleras con rodillas dobladas
para correr blanca y libre por las calles ansiosas y ansiadas.
Rueden tus ojos en mis ojos, y en círculos fugaces
de luces y de sombras, de instantes copulados,
bien vividos, más bien desvividos, se abracen y desabracen,
hasta que no haya cielo ni luminarias encendidas
ardiendo sobre este laberinto sin puertas ni paredes,
en que te encuentro abierta, tibia, acogedora, mía.

Domingo 29 de agosto de 2004

"Los poemas Solares"  Fondo de Cultura Económica (2005)

Homero Aridjis