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1 de septiembre de 2011

Amor a primera vista Wislawa Szymborska,

Ambos están convencidos  de que los ha unido un sentimiento repentino.  Es hermosa esa seguridad,  pero la inseguridad es más hermosa.

Amor a primera vista


Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún "lo siento"
o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.

Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,

una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,

que los acercaba y alejaba.

que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.

Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.

Todo principio
no es mas que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.

De "Fin y principio" 1993
Versión de Abel A. Murcia Soriano


Dedicada a Pegasa, Carmen Rueda Florido, que le debo mucho, tienes razón "Nada sucede porque sí‏"
Besos

Carmen Rueda Mi amor

21 de febrero de 2010

El Museo de la inocencia Orhan Pamuk

Portada de la nueva novela de Orhan Pamuk, Masumiyet Müzesi, en su edición turca


Ferit Orhan Pamuk (Estambul, Turquía, 7 de junio de 1952) es un escritor turco, Premio Nobel de Literatura 2006

La pasión de Kemal

La historia de esta gran novela -como ocurre también con otras grandes novelas- se trivializa en cuanto se la resume. El museo de la inocencia , del Premio Nobel Orhan Pamuk, cuenta las fases de la pasión amorosa que siente el joven Kemal, perteneciente a la rica burguesía de Estambul, por la joven Füsun, una lejana y empobrecida pariente. Es la historia de una pasión obsesiva que por cerca de nueve años no deja de ser enamoramiento para convertirse en reposado y maduro amor. La manera en que Pamuk narra esta historia (un ejemplo de sutil sencillez) hace de ella una historia extraordinaria, única, absolutamente distante de lo trivial. Algunas categorías no literarias, pero que son parte de la cultura y biografía íntimas del autor turco, aproximan a esa manera de narrar. El tapiz persa, con su refinada urdimbre de hilos y sus delicados diseños, corresponde en el relato al entramado, hecho con primor, entre la historia del loco amor de Kemal (contado desde su mirada y con su voz) y la crónica social, la descripción de costumbres, la historia política, y al paisaje y vida de Estambul. La miniatura persa, a su vez, en la cual Pamuk es especialista (y que ya aparece visible en su novela Mi nombre es Rojo ), posee también en cada capítulo de este libro: la prosa de Pamuk se estiliza en los detalles ("¡Dios del amor, dios de los detalles!", según diría Boris Pasternak), aquellos que otro escritor (no enamorado) dejaría de lado: marcas de cigarrillos y gaseosas, nombres de programas de televisión y sus conductores, restaurantes, cantantes, bares y cines, nombre de las películas y los actores y actrices, las calles y barrios, la figuritas de cerámicas que se ponen sobre el televisor, los nombres y sobrenombres de los numerosos personajes que aparecen. El museo de la inocencia está colmado de nombres (lleva al final un índice onomástico y un mapa), sobre todo de nombres turcos: nombres de personas, de cosas y lugares que integran una filigrana visual, sonora y de sentido. El arte de Pamuk es poner esos nombres y los objetos en función perfecta y necesaria con la historia narrada: son el fondo del tapiz, la filigrana que decora la miniatura y proporcionan la atmósfera de la novela.

El autor incluye una historia dentro de la historia: la primera historia, es narrada en primera persona por el protagonista, Kemal mismo. En las últimas líneas Kemal explica que sus recuerdos son "momentos" deshilvanados que necesitan de alguien que los una y por ello recurre a Orhan Pamuk, novelista (sus familias se conocían), se entrevista varias veces con él, le encarga escribir su biografía-catálogo y se despide, cediéndole la narración. Así, en las páginas finales, ahora Pamuk, narrador y personaje de su novela, también en primera persona, concluye de contar la historia de la pasión de Kemal. Los narradores logran un tono muy verosímil y el enlace entre ambos es tan simple como mágico.

La temporalidad de la novela es una clave. Desde el título sabemos que la pasión de Kemal no termina bien y el autor va manejando con angustia creciente esa emoción: huele a desgracia porque será expuesta en un museo y éste (un invento Occidental) tiene tanto que ver con las tumbas. En las primeras páginas Kemal confirma ese pronóstico ominoso cuando separa dos tiempos: el de la pasión propiamente tal y otro, que proyecta una sombra sobre ella, el tiempo muy posterior del museo de esa pasión. Kemal es un coleccionista orgulloso que a lo largo de su relación con Füsun se dedica a "robar" objetos que encierran momentos, tristes o dichosos, de ella. Luego visitará miles de museos alrededor del mundo, seguirá completando la colección y funda con ella un museo para resguardar y homenajear a su amada Füsum. La novela es escrita veinte años después.

Vista a nuestros ojos la historia de Kemal es la de un amor desgraciado. Con todo, Kemal (que ha leído Nieve ), le pide a Pamuk poder dirigirse, al final de libro, directamente al lector y dice: "Que todo el mundo sepa que he tenido una vida feliz".

La felicidad en el amor es un tema central en esta hermosa novela. A veces la enseñanza de Kemal es que esa felicidad existe pero sólo de manera retrospectiva: en el momento presente, la ignoramos. También Kemal descubre (y olvida) su simple receta: "La felicidad consiste sólo en estar cerca de la persona amada (no hace falta poseerla de inmediato)".

El museo de la inocencia no tiene existencia físicamente y sus colecciones sólo pueden ser visitadas leyendo esta novela-catálogo. Escrita con un ritmo sin apresuramiento alguno (con esa vastedad de las novelas de Dostoievski que él tanto ama), Pamuk logra plenamente dar un nuevo giro a la novela de amor: Entrañable, sin gravedad, gran literatura.


Vista de Estambul con la Mezquita de Solimán El Magnífico al fondo, desde el puente Galata

16 de enero de 2010

Yorgos Seferis- El papel blanco duro espejo


Cuadrado blanco sobre blanco, 1918 (Kazimir Malevich)



Τ᾽ ἄσπρο χαρτὶ σκληρὸς καθρέφτης
ἐπιστρέφει μόνο ἐκεῖνο ποὺ ἤσουν

Τ᾽ ἄσπρο χαρτὶ μιλᾶ μὲ τὴ φωνή σου,
τὴ δική σου φωνή
ὄχι ἐκείνη ποὺ σ᾽ ἀρέσει·
μουσική σου εἶναι ἡ ζωή
αὐτὴ ποὺ σπατάλησες.

Μπορεῖ νὰ τὴν ξανακερδίσεις ἄν τὸ θέλεις
ἄν καρφωθεῖς σὲ τοῦτο τ᾽ ἀδιάφορο πράγμα
ποὺ σὲ ρίχνει πίσω
ἐκεῖ ποὺ ξεκίνησες.

Ταξίδεψες, εἶδες πολλὰ φεγγάρια πολλοὺς ἥλιους
ἄγγιξες νεκροὺς καὶ ζωντανοὺς
ἔνιωσες τὸν πόνο τοῦ παλικαριοῦ
καὶ τὸ βογκητὸ τῆς γυναίκας
τὴν πίκρα τοῦ ἄγουρο παιδιοῦ-
ὅ,τι ἔνιωσες σωριάζεται ἀνυπόστατο
ἄν δὲν ἐμπιστευτεῖς τοῦτο τὸ κενό.

Ἴσως νὰ βρεῖς ἐκεῖ ὅ,τι νόμισες χαμένο·
τὴ βλάστηση τῆς νιότης, τὸ δίκαιο καταποντισμό τῆς ἡλικίας.

Ζωή σου εἶναι ὅ,τι ἔδωσες
τοῦτο τὸ κενὸ εἶναι ὅ,τι ἔδωσες
τὸ ἄσπρο χαρτί.


" El papel blanco duro espejo
sólo devuelve eso que fuiste.

El papel blanco habla con tu voz,
tu propia voz,
no aquella que te gusta,
tu música en la vida esa que derrochaste.
Puede que no vuelvas a ganar si lo deseas,
si te clavas a esa cosa indiferente
que te lanza atrás ahí dónde empezaste.

Viajaste, muchas lunas viste muchos soles,
tocaste muertos y vivos,
sentiste el dolor del bravo mozo
y el gemido de la mujer,
la amargura del niño inmaduro,
cuanto has sentido se derrumba sin sustento
si a éste vacío no te fías.

Quizás ahí encuentres cuanto creíste perdido,
el brote de la juventud,
el justo naufragio de la edad.

Tu vida en cuanto diste,
este vacío es cuanto diste,
el blanco papel. "

de Solsticio de verano

14 de septiembre de 2009

Yorgos Seferis Sobre un verso extranjero


Odysseus (Ulysses) and the Sirens, ca. 480-470 BC, British Museum, London.



SOBRE UN VERSO EXTRANJERO

Dichoso quien hizo el viaje de Odiseo.
Dichoso si al marchar sintió firme la coraza de un amor
extendida por su cuerpo, como las venas donde
bulle la sangre.

De un amor con cadencia sin fin, invencible como la
música y eterno
porque nació cuando nacimos y cuando nos muramos, si es
que muere, ni nosotros ni nadie lo sabe.

Pido a Dios que me ayude a decir, en un momento de gran
felicidad, cuál es este amor:
me siento a veces rodeado del exilio y escucho su lejano
bramido como el fragor del mar mezclado con la
borrasca inexplicable.

Una y otra vez surge ante mí el fantasma de Odiseo, con
los ojos arrasados por la sal de las olas
y por el deseo maduro de ver de nuevo el humo que brota
del hogar de su morada y su perro ya viejo
aguardándole a la puerta.

Inmenso él, se detiene musitando tras sus barbas encanecidas
palabras en nuestra lengua, como la hablaban
hace tres mil años.
Extiende una mano encallecida por las jarcias y el timón,
con la piel curtida por el cierzo, la canícula
y las nieves.


Parece querer arrojar de nosotros mismos al Cíclope
sobrehumano que mira por un único ojo, a las Sirenas
que te imponen el olvido, si las escuchas,
a Escila y Caribdis:
a tantos monstruos extraños que nos impiden pensar que
también él fue un hombre que luchó en el mundo
con cuerpo y alma.

Es el gran Odiseo: aquel que sugirió construir el caballo
de madera con el que los aqueos conquistaron
Troya.

Sueño que viene a enseñarme cómo construir yo un caballo
de madera con el que conquistar mi propia Troya.
Habla quedo y tranquilo, sin esfuerzo, parece conocerme
como un padre
o como uno de esos viejos marineros que apoyados en sus
redes - cuando había tormenta y bramaba el viento -
me decían, en mis años infantiles, la canción de Erotócrito
con lágrimas en los ojos
- temblaba yo en medio de mi sueño al escuchar la triste
suerte de Areti al bajar los peldaños de mármol.



Me dice el penoso esfuerzo de sentir las velas de tu
nave henchidas de nostalgia y de tu alma
convertida en timón.
Y también que estás solo, inmerso en la tiniebla de la
noche y a la deriva como la parva en la era.


La amargura de ver naufragar a tus amigos entre los
elementos dispersos: uno a uno.
Y qué vigor extraño sientes al hablar con los muertos
cuando los vivos que quedaron ya no bastan.


Habla... Aún veo sus manos que sabían comprobar si estaba
bien tallado, a proa el mascarón
que me den un sereno mar azul en el corazón del invierno.


Trad: Pedro Bádenas de la Peña

Extraído de: Poesía completa , Yorgos Seferis: Ed. Alianza, Madrid, 1989

25 de octubre de 2008

Homenaje de Neruda a Gabriela Mistral( III)



Los sonetos de la muerte

Gabriela Mistral escribió en 1914, en Los Andes, los tres sonetos llamados de la Muerte.

La magnitud de estos breves poemas no ha sido superada en nuestro idioma. Hay que caminar siglos de poesía, remontarnos hasta el viejo Quevedo desengañado y áspero, para ver, tocar y sentir un lenguaje poético de tales dimensiones y dureza.

Es tal la fuerza torrencial de Los Sonetos de la Muerte, que fueron rebalsando su propia historia, dejaron atrás el núcleo desgarrador de la intimidad y quedaron abiertos y desgranados, como nuevos acontecimientos, en nuestra poética americana.

Tienen un sonido de aguas y piedras andinas. Sus estrofas - iniciatorias avanzan como lava volcánica. Contenemos el aliento, va a pasar algo, y entonces se despeñan los tercetos.

Estos poemas son una afirmación de la vida. Imprecación, llamamiento, amor, venganza y alegría son las llamas que iluminan los sonetos. Quien los escribió conocía la tierra y sacó de la tierra su fuerte fecundidad. Amasó la greda magnética del norte chileno y esa tierra lunaria se le quedó en los dedos. Allí se preservan con santa paciencia las semillas progenitoras, los desbordantes salitrales amenazan al musgo, las sequías matan mieses y reses. Mas el vino de los valles es dulce, cargado y ardiente. Como en los sonetos magistrales y en toda poesía de Gabriela, hay allí brusca piedra, terrenales tajados, pobres espinos, sí, pero florece el minucioso huerto y arden en las bodegas las llamas esenciales de la viña. Que tanto ha caminado desconoce de pronto estos sonetos que son sin embargo las tres puertas abrasadoras de su poesía y de su existencia.
Después de cruzarlas puede pasear su claridad, sus misiones, infatigable poderío de paz por las fronteras más distantes.

Pero nosotros seguiremos reverenciando estos sonetos que se abrieron de pronto en la vida de la poesía como si golpes de viento hubieran hecho temblar la casa deshabitada y se hubiese instalado allí para siempre una presencia, una palabra verdadera.

Laura ha regalado a nuestra Fundación el tesoro de estos manuscritos que así pasan al patrimonio más preciado de la patria.
* Fechado el 20 de septiembre de 1954, el original mecanografiado, con algunas anotaciones manuscritas, se conserva en la Colección Pablo Neruda, del Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile.
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, Viernes 29 de Julio de 2005.