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2 de mayo de 2012

Kafka y la muñeca viajera - Paul Auster fragmento de " The Brooklin Follies"



Cuenta Paul Auster en su libro The Brooklin Follies una pequeña historia que ilustra la sustitución de la realidad por un relato de la misma.



[...] "Todas las tardes, Kafka sale a dar un paseo por el parque. La mayoría de veces, Dora, su pareja, lo acompaña. Un día, se encuentran con una niña pequeña que está llorando a lágrima viva. Kafka le pregunta qué le ocurre, y ella contesta que ha perdido su muñeca. Él se pone inmediatamente a inventar un cuento para explicarle lo que ha pasado. “Tu muñeca ha salido de viaje", le dice. “¿Y tú cómo lo sabes?”, le pregunta la niña. “Porque me ha escrito una carta”, responde Kafka. La niña parece recelosa. “¿Tienes ahí la carta?”, pregunta ella. “No, lo siento”, dice él, “me la he dejado en casa sin darme cuenta, pero mañana te la traigo.” Es tan persuasivo, que la niña ya no sabe qué pensar. ¿Es posible que ese hombre misterioso esté diciendo la verdad?

Kafka vuelve inmediatamente a casa para escribir la carta. Se sienta frente al escritorio y Dora, que ve cómo se concentra en la tarea, observa la misma gravedad y tensión que cuando compone su propia obra. No es cuestión de defraudar a la niña. La situación requiere un verdadero trabajo literario, y está resuelto a hacerlo como es debido. Si se le ocurre una mentira bonita y convincente, podrá sustituir la muñeca perdida por una realidad diferente; falsa, quizá, pero verdadera en cierto modo y verosímil según las leyes de la ficción.

Al día siguiente, Kafka vuelve apresuradamente al parque con la carta. La niña lo está esperando, y como todavía no sabe leer, él se la lee en voz alta. La muñeca lo lamenta mucho, pero está harta de vivir con la misma gente todo el tiempo. Necesita salir y ver mundo, hacer nuevos amigos. No es que no quiera a la niña, pero le hace falta un cambio de aires, y por tanto deben separarse durante una temporada. La muñeca promete entonces a la niña que le escribirá todos los días y la mantendrá al corriente de todas sus actividades.

Ahí es donde la historia empieza a llegarme al alma. Ya es increíble que Kafka se tomara la molestia de escribir aquella primera carta, pero ahora se compromete a escribir otra cada día, única y exclusivamente para consolar a la niña, que resulta ser una completa desconocida para él, una criatura que se encuentra casualmente una tarde en el parque. ¿Qué clase de persona hace una cosa así? Y cumple su compromiso durante tres semanas, Nathan. ¡Tres semanas! Uno de los escritores más geniales que han existido jamás sacrificando su tiempo (su precioso tiempo que va menguando cada vez más) para redactar cartas imaginarias de una muñeca perdida. Dora dice que escribía cada frase prestando una tremenda atención al detalle, que la prosa era amena, precisa y absorbente. En otras palabras, era su estilo característico y a lo largo de tres semanas Kafka fue diariamente al parque a leer otra carta a la niña. La muñeca crece, va al colegio, conoce a otra gente. Sigue dando a la niña garantías de su afecto, pero apunta a determinadas complicaciones que han surgido en su vida y hacen imposible su vuelta a casa. Poco a poco, Kafka va preparando a la niña para el momento en que la mueca desaparezca de su vida por siempre jamás. Procura encontrar un final satisfactorio, pues teme que, sin no lo consigue, el hechizo se rompa. Tras explorar diversas posibilidades, finalmente se decide a casar a la muñeca. Describe al joven del que se enamora, la fiesta de pedida, la boda en el campo, incluso la casa donde la muñeca vive ahora con su marido. Y entonces, en la última línea, la muñeca se despide de su antigua y querida amiga.

Para entonces, claro está, la niña ya no echa de menos a la muñeca. Kafka le ha dado otra cosa a cambio, y cuando concluyen esas tres semanas, las cartas la han aliviado de su desgracia. La niña tiene la historia, y cuando una persona es lo bastante afortunada para vivir dentro de una historia, para habitar un mundo imaginario, las penas de este mundo desaparecen. Mientras la historia sigue su curso, la realidad deja de existir".[...]



El escritor catalán Jordi Sierra i Fabra , llevó a la prácticamente su particular visión. Así nació el libro Kafka y la muñeca viajera, editado por Siruela.
Fabra crea su propio Kafka, con la ternura y la innovación que acostumbra a usar en sus libros juveniles. "El mayor absurdo depende de la sinceridad con que se cuenta", dice el libro en un momento dado. A veces, sobre todo cuando nos vamos haciendo más mayores, es imprescindible leer con la misma intensidad que leímos los libros juveniles, conservar la exacta capacidad de asombro que tuvimos cuando fuimos niños... creer, sin prejuicios ni dudas, en las cartas de muñecas.

La obra Kafka y la muñeca viajera del escritor barcelonés Jordi Sierra i Fabra ha ganado el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil que cada año concede el Ministerio de Cultura de España. Esta novela inspirada en un episodio real de la vida de Franz Kafka que lo llevó a convertirse en un “cartero de muñecas”.





Kafka y la muñeca viajera
JORDI SIERRA I FABRA
2007 Editorial Siruela, 147 páginas.



1 comentario:

  1. Qué hermosa historia!

    "El mayor absurdo depende de la sinceridad con que se cuenta" Estoy completamente de acuerdo. El arte o destreza, del escritor es tomar unos cuantos detalles muy reales y comprobables "empíricamente" y desde allí despegar en las alas de la fantasía. En ese viaje tenemos un asiento asegurado quienes, en los detalles iniciales, reconocemos algo propio. Ese es nuestro ticket de embarque.

    Un abrazo, Francisco.

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