Me ven ahora

27 de noviembre de 2007

Discurso al Alimón sobre Rubén Darío





Por Federico García Lorca y Pablo Neruda

Hacia el año 1933, Pablo Neruda es enviado al Consulado de Chile en Buenos Aires. Ahí comenzará a conocer la resonancia internacional de su poesía. Además intimará con destacados escritores argentinos. Pero el encuentro más importante como relata Emir Rodríguez Monegal en su Neruda: El viajero inmóvil "ocurrirá un día de octubre de 1933, cuando es presentado a Federico García Lorca, de paso en el Río de la Plata para asistir al estreno de Bodas de sangre, por Lola Membrives, y para dar algunas conferencias. La fecha está marcada con piedra blanca en la poesía hispánica de este siglo, porque la personalidad avasalladora de Federico (seis años mayor, y ya famosísimo) y la calidad recién alumbrada de Neruda se reconocen a primera vista, fundan una amistad que sólo corregirá la muerte y establecen un puente perdurable entre las dos orillas de la nueva poesía en lengua española. Para marcar este encuentro , el P.E.N. Club argentino organiza un banquete de homenaje a ambos poetas y ellos agradecen con un discurso en colaboración, sobre Rubén Darío, "el padre americano de la lírica hispánica de este siglo."
Más tarde, Neruda habría de recordar que: "tanto García Lorca como yo, sin que se nos pudiera sospechar de modernistas, celebrábamos a Rubén Darío como uno de los grandes creadores del lenguaje poético en el idioma español".


Neruda:Señoras...
Lorca:
Y señores: Existe en la fiesta de los toros una suerte llamada "toreo al alimón" en que dos toreros hurtan su cuerpo al toro cogidos de la misma capa.

N.:
Federico y yo, amarrados por un alambre eléctrico, vamos a parear y a responder esta recepción muy decisiva.

L.:
Es costumbre en estas reuniones que los poetas muestren su palabra viva, plata o madera, y saluden con su voz propia a sus compañeros y amigos.

N.:
Pero nosotros vamos a establecer entre vosotros un muerto, un comensal viudo, oscuro en las tinieblas de una muerte más grande que otras muertes, viudo de la vida, de quien fuera en su hora marido deslumbrante. Nos vamos a esconder bajo su sombra ardiendo, vamos a repetir su nombre hasta que su poder salte del olvido.
L.:
Nosotros vamos, después de enviar nuestro abrazo con ternura de pingüino al delicado poeta Amado Villar, vamos a lanzar un gran hombre sobre el mantel, en la seguridad de que se han de romper las copas, han de saltar los tenedores, buscando el ojo que ellos ansían y un golpe de mar ha de manchar los manteles. Nosotros vamos a nombrar al poeta de América y de España: Rubén...

N.:
Darío.Porque, señoras...

L.:
y señores...

N.:Dónde está, en Buenos Aires, la plaza de Rubén Darío?

L.:
Dónde está la estatua de Rubén Darío?

N.:
El amaba los parques. Dónde está el parque Rubén Darío?

L.:
Dónde está la tienda de rosas de Rubén Darío?

N.:
Dónde esta el manzano y las manzanas de Rubén Darío?

L.:
Dónde está la mano cortada de Rubén Darío?

N.:
Dónde está el acento la resina, el cisne de Rubén Darío?

L.:
Rubén Darío duerme en su "Nicaragua natal" bajo su espantoso león de marmolina, como esos leones que los ricos ponen en los portales de sus casas.

N.:
Un león de botica, a él, fundador de leones, un león sin estrellas a quien dedicaba estrellas.

L.:
Dio el rumor de la selva con un adjetivo, y como fray Luis de Granada, jefe de idioma, hizo signos estelares con el limón, y la pata de ciervo, y los moluscos llenos de terror e infinito: nos puso al mar con fragatas y sombras en las niñas de nuestros ojos y construyó un enorme paseo de Gin sobre la tarde más gris que ha tenido el cielo, y saludó de tú a tú el ábrego oscuro, todo pecho, como un poeta romántico, y puso la mano sobre el capitel corintio con una duda irónica y triste, de todas las épocas.

N.:
Merece su nombre rojo recordarlo en sus direcciones esenciales con sus terribles dolores del corazón, su incertidumbre incandescente, su descenso a los hospitales del infierno, su subida a los castillos de la fama, sus atributos de poeta grande, desde entonces y para siempre e imprescindible.

L.:
Como poeta español enseñó en España a los viejos maestros y a los niños, con un sentido de universalidad y de generosidad que hace falta en los poetas actuales. Enseñó a Valle Inclán y a Juan Ramón Jiménez, y a los hermanos Machado, y su voz fue agua y salitre, en el surco del venerable idioma. Desde Rodrigo Caro a los Argensolas o don Juan Arguijo no había tenido el español fiestas de palabras, choques de consonantes, luces y forma como en Rubén Darío. Desde el paisaje de Velázquez y la hoguera de Goya y desde la melancolía de Quevedo al culto color manzana de las payesas mallorquinas, Darío paseó la tierra de España como su propia tierra.

N.:
Lo trajo a Chile una marea, el mar caliente del Norte, y lo dejó allí el mar, abandonado en costa dura y dentada, y el océano lo golpeaba con espumas y campanas, y el viento negro de Valparaíso lo llenaba de sal sonora. Hagamos esta noche su estatua con el aire, atravesada por el humo y la voz y por las circunstancias, y por la vida, como ésta su poética magnífica, atravesada por sueños y sonidos.

L.:
Pero sobre esta estatua de aire yo quiero poner su sangre como un ramo de coral, agitado por la marea, sus nervios idénticos a la fotografía de un grupo de rayos, su cabeza de minotauro, donde la nieve gongorina es pintada por un vuelo de colibrís, sus ojos vagos y ausentes de millonario de lágrimas, y también sus defectos. Las estanterías comidas ya por los jaramagos, donde suenan vacíos de flauta, las botellas de coñac de su dramática embriaguez, y su mal gusto encantador, y sus ripios descarados que llenan de humanidad la muchedumbre de sus versos. Fuera de normas, formas y escuelas queda en pie la fecunda substancia de su gran poesía.

N.:
Federico García Lorca, español, y yo, chileno, declinamos la responsabilidad de esta noche de camaradas, hacia esa gran sombra que cantó más altamente que nosotros, y saludó con voz inusitada a la tierra argentina que pisamos.

L.:
Pablo Neruda, chileno, y yo, español, coincidimos en el idioma y en el gran poeta, nicaragüense, argentino, chileno y español, Rubén Darío.

N.: y L.:
Por cuyo homenaje y gloria levantamos nuestro vaso.

(Publicado en El Sol, Madrid, 1934)

23 de noviembre de 2007

¿Cómo hacer feliz a una mujer?



Hacer feliz a una mujer es fácil...Sólo se necesita ser......

1) Amigo
2) Compañero
3) Amante
4) Hermano
5) Padre
6) Maestro
7) Educador
8) Cocinero
9) Mecánico
10) Plomero
11) Decorador de interiores
12) Estilista
13) Electricista
14) Sexólogo
15) Gineco - obstetra
16) Psicólogo
17) Psiquiatra
18) Terapeuta
19) Audaz
20) Simpático
21) Atlético
22) Cariñoso
23) Atento
24) Caballeroso
25) Inteligente
26) Imaginativo
27) Creativo
28) Dulce
29) Fuerte
30) Comprensivo

a) No ser celoso, pero tampoco desinteresado.
b) Llevarse bien con su familia, pero no dedicarles más tiempo que a ella.
c) Darle su espacio, pero mostrarse preocupado por dónde estuvo. Y muy importante es:

No olvidar las fechas de cumpleaños, aniversario de novios, de boda, graduación, santo, menstruación, fecha del primer beso, cumpleaños de la tía y del hermano o hermana más querida, cumpleaños de los abuelos, de la mejor amiga.

-Desgraciadamente, el cumplir al pie de la letra estas instrucciones no garantiza al 100% la felicidad de ella, porque podría sentirse inmersa en una vida de sofocante perfección y fugarse con el primer desgraciado vividor que encuentre.

Dios dijo: ¡¡¡¡Amarlas!!!! ...PERO, ... NUNCA DIJO QUE HABÍA QUE ENTENDERLAS.

¿Cómo hacer feliz a un hombre?
1) Sexo
2) Comida
¿Somos... o no somos una ganga?

21 de noviembre de 2007

Alfredo Valenzuela Puelma

La lección de Geografía, 1883



Alfredo Valenzuela Puelma nace en Valparaíso en 1856. Estudia en la Academia de Pintura, teniendo como maestro a Ernesto Kirchbach, y con posterioridad al maestro Juan Mocchi.
Pertenece al llamado "Grupo de los Cuatro Maestros", junto a Pedro Lira, Juan Francisco González y Alberto Valenzuela LLanos. También a la "Generación del Medio Siglo", que incluía a los artistas nacidos en la década de 1850.
En 1881, recién egresado, marcha a París, becado por el Gobierno. Sus amigos los describen como "vivaz" y "alocado". Copia algo de Ribera, de Julio Bretón, Rembrant y Tiziano.
En 1885 regresa a Chile. Ese año, su cuadro "La Perla del Mercader", queda en exhibición en el Salón de París.
Nuevamente becado, vuelve a París en 1887. Es el momento en que Tolouse Lautrec pinta en Montmartre y Gaugin ha viajado a Panamá y La Martinica.
Cultiva el desnudo femenino como un factor de estilización. Se destaca como su desnudo mejor logrado "Las Ninfas de las Cerezas", atendiendo a su transparencia y lirismo. Otras obras que incursionan en el tema son "La Magdalena" y "Náyade cerca del Agua".
Es laureado en París y Madrid.
Tuvo dos hijos hombres y una niña, pero la pequeña muere a los seis meses de vida.
Se dice que es su hijo menor, Alfredo, quien fue su modelo para "La Lección de Geografía", una de sus obras más conocidas.
Aparte de "La Magdalena", tiene otras obras de carácter religioso, como "Jesús y Santo Tomás". No obstante, en el contexto político chileno, se le sitúa como anticlerical y balmacedista.
Su último viaje a París lo realiza en 1907, sin beca y por sus propios medios. Debió trabajar en actividades ajenas a la pintura y falleció el 27 de Octubre de 1909 en un asilo para insanos mentales, en Villejuif, un pueblo cercano a París.





La "Perla del Mercader"


Su Cuadro "La Perla del Mercader", se encuentra en la exposición permanente del Museo de Bellas Artes de Santiago. En el Salón de París fue conocida como "El Mercader de Esclavas".
Los temas orientales gozaban de gran prestigio en París, a fines del siglo pasado. En el pintor están influyendo estilos que conoció en dicha ciudad y la pintura española, polos opuestos que se esfuerza en hacer compatibles.
No lo tocan los trazos de Manet, que por entonces ejercía un fuerte atractivo. Prefiere las soluciones vigorosas. Su concepción naturalista lo acerca a Benjamín Constant, orientalista e hispanizante.
Tratándose de una obra cuya perspectiva no parece alcanzar más allá de los cinco o seis metros de profundidad, de hecho posee una dimensión hacia adelante, hacia donde se encuentra el espectador.
En efecto, allí, sin hacerse presentes en la pintura, están sin duda los compradores. Ricamente vestidos, portan joyas, oro y gemas, además de dracmas, rupias, piastras y dinares, en busca de una buena adquisición. También forman parte de la obra y le añaden espacio y extensión.
El Mercader es elocuente, habla en tono grave, apodera cada detalle de lo que está ofreciendo: la juventud, la belleza de las formas, su piel blanca, la educación, la inteligencia y la virginidad. La vehemencia se refleja en el gesto de sus manos.
La vida del artista fue particularmente dramática, más allá de lo expuesto en la breve síntesis histórica, y ésto debió gravitar en su actividad creadora.
Obras deslumbrantes como la que se examina, y en general, las del autor, son producto de la boyante actividad artística de París; del talento sobresaliente del pintor; de la riqueza del medio local proveniente del salitre; del entusiasmo con que se construían palacios en Santiago y provincias, los que debían ser engalanados con obras maestras. Se vivía el optimismo de un esplendor cuyos límites no se vislumbraban.
Hacia ese ámbito -mercado, se diría hoy-, estaban dirigidas las obras del artista.
Esta situación pudo contribuir significativamente en su rechazo a las tendencias más innovadoras, y su adhesión a las normas académicas.
A su funeral asistió una sola persona: un arquitecto chileno de apellido Thauby, que recibió y acompañó sus restos, los que 30 años después fueron repatriados gracias a una campaña efectuada por el diario "El Mercurio", con la colaboración de la Compañía Sudamericana de Vapores.
Se le rindió un justo homenaje en el Palacio de Bellas Artes.
Había llegado el momento de redescubrir al maestro en su obra.

Fuentes: Walter Abdul-Malak

13 de noviembre de 2007

Claudio Bravo

Nació el 8 de noviembre de 1936 en Valparaíso. Bravo, que se mantiene independiente de las vanguardias, utiliza el óleo, el dibujo al carboncillo, el pastel y el grabado, como técnicas con las que aspira a una precisión casi fotográfica, con la que las formas representadas adquieren una realidad superior a la de sus propios modelos. Bravo constituye una de las cimas del hiperrealismo universal, convirtiéndose en paradigma de ese género y junto con Matta, es uno de los artistas chilenos más famosos en el mundo.

El Turbante Rojo



Papel Rojo



Venus


Montadura de Caballo Chilena


Cojines




Babuchas



El Velo


La Oracion Árabe


A sugerencia de Laura Berra y Sureando agrego los cuatro últimos cuadros

6 de noviembre de 2007

Konstantinos Petros Kavafis (1863-1933) Ítaca (Ιθάκη) 1911


Constantinos Petros Kavafis nació en 1863, en Alejandría, ciudad en la que pasó la mayor parte de su vida. Fue agente de bolsa y funcionario del servicio estatal de riegos. Kavafis es una de las figuras más importantes de la poesía contemporánea por la originalidad y universalidad de su escritura. Poeta de refinada elegancia, con un lenguaje prosaico y exquisito, en su obra desarrolla un sutil análisis de los sentimientos y de la vida interior. Sus poemas fueron publicados después de su muerte, que tuvo lugar en 1933.

Transcribo una traducción al castellano, del poema mas conocido: Ítaca, además de la versión original en griego. Por si alguno de los lectores lo desea leer .

Aquí está el enlace a wikipedia de Constantino Kavafis y la página web aquí (en inglés)


ÍTACA
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los Lestrigones ni a los Cíclopes,
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los Lestrigones ni a los Cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no lo llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante tí.

Pide que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos antes nunca vistos.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes voluptuosos,
cuantos más abundantes perfumes voluptuosos puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas
.


Ιθάκη


Σα βγεις στον πηγαιμό για την Ιθάκη,
να εύχεσαι νάναι μακρύς ο δρόμος,
γεμάτος περιπέτειες, γεμάτος γνώσεις.
Τους Λαιστρυγόνας και τους Κύκλωπας,
τον θυμωμένο Ποσειδώνα μη φοβάσαι,
τέτοια στον δρόμο σου ποτέ σου δεν θα βρεις,
αν μεν' η σκέψις σου υψηλή, αν εκλεκτή
συγκίνησις το πνεύμα και το σώμα σου αγγίζει.
Τους Λαιστρυγόνας και τους Κύκλωπας,
τον άγριο Ποσειδώνα δεν θα συναντήσεις,
αν δεν τους κουβανείς μες στην ψυχή σου,
αν η ψυχή σου δεν τους στήνει εμπρός σου.

Να εύχεσαι νάναι μακρύς ο δρόμος.
Πολλά τα καλοκαιρινά πρωϊά να είναι
που με τι ευχαρίστησι, με τι χαρά
θα μπαίνεις σε λιμένας πρωτοειδωμένους,
να σταματήσεις σ' εμπορεία Φοινικικά,
και τες καλές πραγμάτειες ν' αποκτήσεις,
σεντέφια και κοράλλια, κεχριμπάρια κ' έβενους,
και ηδονικά μυρωδικά κάθε λογής,
όσο μπορείς πιο άφθονα ηδονικά μυρωδικά,
σε πόλεις Αιγυπτιακές πολλές να πας,
να μάθεις και να μάθεις απ' τους σπουδασμένους.


Πάντα στον νου σου νάχεις την Ιθάκη.
Το φθάσιμον εκεί ειν' ο προορισμός σου.
Αλλά μη βιάζεις το ταξείδι διόλου.
Καλλίτερα χρόνια πολλά να διαρκέσει
και γέρος πια ν' αράξεις στο νησί,
πλούσιος με όσα κέρδισες στο δρόμο,
μη προσδοκώντας πλούτη να σε δώσει η Ιθάκη.


Η Ιθάκη σ'έδωσε τ' ωραίο ταξείδι.
Χωρίς αυτήν δεν θάβγαινες στον δρόμο.
Άλλα δεν έχει να σε δώσει πια.


Κι αν πτωχική την βρεις, η Ιθάκη δε σε γέλασε.
Έτσι σοφός που έγινες, με τόση πείρα,
ήδη θα το κατάλαβες οι Ιθάκες τι σημαίνουν.

Κωνσταντίνος Π. Καβάφης

1 de noviembre de 2007

Gabriela Mistral - Los sonetos de la muerte

Mural en homenaje a Gabriela Mistral, realizado en cerámica. Cerro santa Lucía


I

Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

Te acostaré en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido.

Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvareda de luna,
los despojos livianos irán quedando presos.

Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
bajará a disputarme tu puñado de huesos!

II

Este largo cansancio se hará mayor un día,
y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir
arrastrando su masa por la rosada vía,
por donde van los hombres, contentos de vivir...

Sentirás que a tu lado cavan briosamente,
que otra dormida llega a la quieta ciudad.
Esperaré que me hayan cubierto totalmente...
¡y después hablaremos por una eternidad!

Sólo entonces sabrás el por qué no madura,
para las hondas huesas tu carne todavía,
tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir.

Se hará luz en la zona de los sinos, oscura;
sabrás que en nuestra alianza signo de astros había
y, roto el pacto enorme, tenías que morir...

III

Malas manos tomaron tu vida desde el día
en que, a una señal de astros, dejara su plantel
nevado de azucenas. En gozo florecía.
Malas manos entraron trágicamente en él...

Y yo dije al Señor: «Por las sendas mortales
le llevan. ¡Sombra amada que no saben guiar!
¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales
o le hundes en el largo sueño que sabes dar!

»¡No le puedo gritar, no le puedo seguir!
Su barca empuja un negro viento de tempestad.
Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor».

Se detuvo la barca rosa de su vivir...
¿Que no sé del amor, que no tuve piedad?
¡Tú que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!