Me ven ahora

30 de junio de 2012

ELEGIA EN LA MUERTE DE UN PERRO Miguel de Unamuno

"Moises", óleo sobre lienzo, 65 x 81 cm.Almudena Salamanca


La quietud sujetó con recia mano
al pobre perro inquieto,
y para siempre
fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.

Sus ojos mansos
no clavará en los míos
con la tristeza de faltarle el habla;
no lamerá mi mano
ni en mi regazo su cabeza fina
reposará.

Y ahora, ¿en qué sueñas?
¿dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿no hay otro mundo
en que revivas tú, mi pobre bestia,
y encima de los cielos
te pasees brincando al lado mío?

¡El otro mundo!
¡Otro… otro y no éste!
Un mundo sin el perro,
sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos
a que flanquean los serenos árboles,
sin pájaros ni flores,
sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran…

¡El otro mundo!
¡Mundo de los espíritus!
Pero allí ¿no tendremos
en torno de nuestra alma
las almas de las cosas de que vive,
el alma de los campos,
las almas de las rocas,
las almas de los árboles y ríos,
las de las bestias?

Allá, en el otro mundo,
tu alma, pobre perro,
¿no habrá de recostar en mi regazo
espiritual su espiritual cabeza?
La lengua de tu alma, pobre amigo,
¿no lamerá la mano de mi alma?

¡El otro mundo!
¡Otro… otro y no éste!
¡Oh, ya no volverás, mi pobre perro,
a sumergir los ojos
en los ojos que fueron tu mandato;
ve, la tierra te arranca
de quien fue tu ideal, tu dios, tu gloria!

Pero él, tu triste amo,
¿te tendrá en la otra vida?
¡El otro mundo!…
¡El otro mundo es el del puro espíritu!
¡Del espíritu puro!
¡Oh, terrible pureza,
inanidad, vacío!

¿No volveré a encontrarte, manso amigo?
¿Serás allí un recuerdo,
recuerdo puro?
Y este recuerdo
¿no correrá a mis ojos?
¿No saltará, blandiendo en alegría
enhiesto el rabo?
¿No lamerá la mano de mi espíritu?
¿No mirará a mis ojos?

Ese recuerdo,
¿no serás tú, tú mismo,
dueño de ti, viviendo vida eterna?
Tus sueños, ¿qué se hicieron?
¿Qué la piedad con que leal seguiste
de mi voz el mandato?

Yo fui tu religión, yo fui tu gloria;
a Dios en mí soñaste;
mis ojos fueron para ti ventana
del otro mundo.
¿Si supieras, mi perro,
qué triste está tu dios, porque te has muerto?

¡También tu dios se morirá algún día!
Moriste con tus ojos
en mis ojos clavados,
tal vez buscando en éstos el misterio
que te envolvía.
Y tus pupilas tristes
a espiar avezadas mis deseos,
preguntar parecían:
¿Adónde vamos, mi amo?
¿Adónde vamos?

El vivir con el hombre, pobre bestia,
te ha dado acaso un anhelar oscuro
que el lobo no conoce;
¡tal vez cuando acostabas la cabeza
en mi regazo
vagamente soñabas en ser hombre
después de muerto!
¡Ser hombre, pobre bestia!

Mira, mi pobre amigo,
mi fiel creyente;
al ver morir tus ojos que me miran,
al ver cristalizarse tu mirada,
antes fluida,
yo también te pregunto: ¿adónde vamos?

¡Ser hombre, pobre perro!
Mira, tu hermano,
ese otro pobre perro,
junto a la tumba de su dios, tendido,
aullando a los cielos,
¡llama a la muerte!

Tú has muerto en mansedumbre,
tú con dulzura,
entregándote a mí en la suprema
sumisión de la vida;
pero él, el que gime
junto a la tumba de su dios, de su amo,
ni morir sabe.

Tú al morir presentías vagamente
vivir en mi memoria,
no morirte del todo,
pero tu pobre hermano
se ve ya muerto en vida,
se ve perdido
y aúlla al cielo suplicando muerte.

Descansa en paz, mi pobre compañero,
descansa en paz; más triste
la suerte de tu dios que no la tuya.
Los dioses lloran,
los dioses lloran cuando muere el perro
que les lamió las manos,
que les miró a los ojos,
y al mirarles así les preguntaba:
¿adónde vamos?


28 de junio de 2012

amor Feliz


Amor feliz. ¿Es normal,
es serio, es positivo?
¿De qué le sirven al mundo dos seres
que no ven el mundo?

Enaltecidos mutuamente sin merecerlo,
dos cualesquiera entre un millón, mas convencidos
de que les sucedería. ¿En recompensa de qué? De nada.
La luz cae de ninguna parte.
¿Por qué da en ellos y no en otros?
¿Ofende a la justicia? Sí.
¿Infringe las normas establecidas con esmero,
despeña la moraleja desde la cumbre? Infringe y despeña.

Mirad a los felices:
¡Si al menos se escondieran un poco,
si fingieran agobio para reconfortar a los amigos!
Escuchad cómo ríen: es una afrenta.
En qué lengua hablan, al parecer comprensible.
Y esos ceremoniales, esos miramientos,
esas primorosas y mutuas atenciones,
¡diríase un complot a espaldas de la humanidad!

¿Qué ocurriría
si su ejemplo se imitara?
A qué recurrirían la religión y la poesía,
qué sería recordado y qué olvidado,
quién eligiría permanecer encerrado en el círculo.

Amor feliz. ¿Es necesario?
El tacto y el juicio obligan a silenciarlo
como si fuera un escándalo de las altas esferas de la Vida.

Los bebés espléndidos nacen
pero nunca lograrán poblar la tierra
ya que pocas veces sucede.

Que quienes no conocen el amor feliz
sigan afirmando que no existe un amor feliz en ningún sitio del mundo.

Con esa creencia les será más fácil vivir y también morir.

Wislawa Szymborska / ADOLESCENTE

 

ADOLESCENTE

¿Yo, adolescente?
Si de repente, aquí, ahora, se plantara ante mí,
¿tendría que saludarla como a una persona próxima,
a pesar de que es para mí extraña y lejana?

¿Soltar una lágrima, besarla en la frente
por el mero hecho
de que tenemos la misma fecha de nacimiento?

Hay tantas diferencias entre nosotras
que probablemente sólo los huesos son los mismos,
la bóveda del cráneo, las cuencas de los ojos.

Porque ya sus ojos son como un poco más grandes,
sus pestañas más largas, su estatura mayor
y todo el cuerpo recubierto de una piel
ceñida y tersa, sin defectos.

Nos unen, es cierto, familiares y conocidos
pero casi todos están vivos en su mundo,
y en el mío prácticamente nadie
de ese círculo común.

Somos tan diferentes,
pensamos y decimos cosas tan distintas.
Ella sabe poco,
pero con una obstinación digna de mejores causas.

Yo sé mucho más,
pero, a cambio, sin ninguna seguridad.

Me muestra unos poemas
escritos con una letra cuidada, clara,
que no tengo ya desde hace tiempo.

Leo y leo esos poemas.
A lo mejor este de aquí,
si lo acortáramos,
y lo corrigiéramos en un par de lugares.
El resto no augura nada bueno.

La conversación no fluye.
En su pobre reloj
el tiempo es barato e impreciso.
En el mío mucho más caro y exacto.

Al despedirnos nada, una especie de sonrisa
y ninguna emoción.

Sólo cuando desaparece
y olvida con la prisa la bufanda.

Una bufanda de pura lana virgen,
a rayas de colores,
hecha a ganchillo por nuestra madre para ella.

Todavía la conservo.

Del libro Aquí 2009
 (Traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano)

27 de junio de 2012

El hombre imaginario Nicanor Parra

El hombre imaginario

El hombre imaginario 
 vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
 a la orilla de un río imaginario

 De los muros que son imaginarios
 penden antiguos cuadros imaginarios
 irreparables grietas imaginarias
 que representan hechos imaginarios
 ocurridos en mundos imaginarios 
 en lugares y tiempos imaginarios

 Todas las tardes tardes imaginarias 
 sube las escaleras imaginarias
 y se asoma al balcón imaginario 
 a mirar el paisaje imaginario 
 que consiste en un valle imaginario
 circundado de cerros imaginarios

 Sombras imaginarias
 vienen por el camino imaginario
 entonando canciones imaginarias
 a la muerte del sol imaginario

 Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria 
 que le brindó su amor imaginario 
 vuelve a sentir ese mismo dolor 
 ese mismo placer imaginario
 y vuelve a palpitar
 el corazón del hombre imaginario


 de Hojas de parra (Santiago, Ganímedes, 1985)

26 de junio de 2012

Wislawa Szymborska / Agradecimiento




AGRADECIMIENTO


Debo mucho
a quienes no amo.


El alivio con que acepto
que son más queridos por otro.

La alegría de no ser yo
el lobo de sus ovejas.

Estoy en paz con ellos
y en libertad con ellos,
y eso el amor ni puede darlo
ni sabe tomarlo.


No los espero
en un ir y venir de la ventana a la puerta.


Paciente
casi como un reloj de sol
entiendo
lo que el amor no entiende;
perdono
lo que el amor jamás perdonaría.

Desde el encuentro hasta la carta
no pasa una eternidad,
sino simplemente unos días o semanas.


Los viajes con ellos siempre son un éxito,
los conciertos son escuchados,
las catedrales visitadas,
los paisajes nítidos.


Y cuando nos separan
lejanos países
son países
bien conocidos en los mapas.

Es gracias a ellos
que yo vivo en tres dimensiones,
en un espacio no-lírico y no-retórico,
con un horizonte real por lo móvil.


Ni siquiera imaginan
cuánto hay en sus manos vacías.


"No les debo nada",
diría el amor
sobre este tema abierto.

24 de junio de 2012

Julio Cortazar Rayuela Capitulo 7


Capítulo 7


 Rayuela, Cap. 7


Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.



22 de junio de 2012

Wislawa Szymborska / Aquí

 

AQUÍ


No sé cómo será en otras partes
pero aquí en la Tierra hay bastante de todo.
Aquí se fabrican sillas y tristezas,
tijeras, violines, ternura, transistores,
diques, bromas, tazas.

Puede que en otro sitio haya más de todo,
pero por algún motivo no hay pinturas,
cinescopios, empanadillas, pañuelos para las lágrimas.

Aquí hay un sinfín de lugares con sus alrededores.
Algunos te pueden gustar especialmente,
puedes llamarlos a tu manera,
y librarlos del mal.

Puede que en otro sitio haya lugares así,
aunque nadie los encuentre bonitos.

Quizá como en ningún sitio, o en pocos sitios,
aquí tengas un torso separado
y con él los instrumentos necesarios
para añadir los propios a los niños de otros.
Y además brazos, piernas y una cabeza sorprendida.

La ignorancia tiene aquí mucho trabajo,
todo el tiempo cuenta, compara, mide,
saca de ello conclusiones y raíces cuadradas.

Ya, ya sé lo que estás pensando.
Aquí no hay nada duradero,
porque desde siempre hasta siempre está en manos de los elementos.

Pero date cuenta: los elementos se cansan rápido
y a veces tienen que descansar mucho
hasta la próxima vez.

Y sé qué más estás pensando.
Guerras, guerras, guerras.
Pero incluso entre las guerras a veces hay pausas.
Firmes – la gente es mala.
Descansen – la gente es buena.
A la voz de firmes se produce devastación.
A la voz de descansen se construyen casas sin descanso
y rápidamente se habitan.

La vida en la tierra sale bastante barata.
Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo.
Por las ilusiones, sólo cuando se pierden.
Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo.

Y por si eso fuera poco,
giras sin billete en un carrusel de planetas,
y junto a éste, de gorra, en un torbellino de galaxias,
en unos tiempos tan vertiginosos
que nada aquí en la Tierra llega ni siquiera a moverse.

Porque mira bien
la mesa está donde estaba,
en la mesa una carta, colocada como estaba,
a través de la ventana un soplo solamente de aire,
y en las paredes ninguna terrorífica fisura
por la que el viento se te lleve a ninguna parte.


Traducción: Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano

21 de junio de 2012

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, EL CUENTO DEL GALLO CAPÓN


EL CUENTO DEL GALLO CAPÓN



Los que querían dormir, no por cansancio sino por nostalgia de los sueños, recurrieron a toda clase de métodos agotadores. Se reunían a conversar sin tregua, a repetirse durante horas y horas los mismos chistes, a complicar hasta los límites de la exasperación el cuento del gallo capón, que era un juego infinito en que el narrador preguntaba si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que sí, el narrador decía que no había pedido que dijeran que sí, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando contestaban que no, el narrador decía que no les había pedido que dijeran que no, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y cuando se quedaban callados el narrador decía que no les había pedido que se quedaran callados, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y nadie podía irse, porque el narrador decía que no les había pedido que se fueran, sino que si querían que les contara el cuento del gallo capón, y así sucesivamente, en un círculo vicioso que se prolongaba por noches enteras.


20 de junio de 2012

Julio Cortázar, Diario a diario


El diario a diario


Un señor toma un tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de la plaza. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diaro, hasta que un muchacho lo ve, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis.

 En Historia de Cronopios y Famas
Julio Cortazar




19 de junio de 2012

Augusto Monterroso - La vida en común - Guatemala




LA VIDA EN COMÚN

Alguien que a toda hora se queja con amargura de tener que soportar su cruz (esposo, esposa, padre, madre, abuelo, abuela, tío, tía, hermano, hermana, hijo, hija, padrastro, madrastra, hijastro, hijastra, suegro, suegra, yerno, nuera) es a la vez la cruz del otro, que amargamente se queja de tener que sobrellevar a toda hora la cruz (nuera, yerno, suegra, suegro, hijastra, hijastro, madrastra, padrastro, hija, hijo, hermana, hermano, tía, tío, abuela, abuelo, madre, padre, esposa, esposo) que le ha tocado cargar en esta vida, y así, de cada quien según su capacidad y a cada quien según sus necesidades.

La bella durmiente Quim Monzó



                     En medio de un claro, el caballero ve el cuerpo de la muchacha, que duerme sobre una litera hecha con ramas de roble y rodeada de flores de todos los colores. Desmonta rápidamente y se arrodilla a su lado. Le coge una mano. Está fría. Tiene el rostro blanco como el de una muerta. Y los labios finos y amoratados. Consciente de su papel en la historia, el caballero la besa con dulzura. De inmediato la muchacha abre los ojos, unos ojos grandes, almendrados y oscuros, y lo mira: con una mirada de sorpresa que enseguida (una vez ha meditado quién es y dónde está y por qué está allí y quién será ese hombre que tiene al lado y que, supone, acaba de besarla) se tiñe de ternura. Los labios van perdiendo el tono morado y, una vez recobrado el rojo de la vida, se abren en una sonrisa. Tiene unos dientes bellísimos. El caballero no lamenta nada tener que casarse con ella, como estipula la tradición. Es más: ya se ve casado, siempre junto a ella, compartiéndolo todo, teniendo un primer hijo, luego una nena y por fin otro niño. Vivirán una vida feliz y envejecerán juntos.
   Las mejillas de la muchacha han perdido la blancura de la muerte y ya son rosadas, sensuales, para morderlas. Él se incorpora y le alarga las manos, las dos, para que se coja a ellas y pueda levantarse. Y entonces, mientras (sin dejar de mirarlo a los ojos, enamorado) la muchacha (débil por todo el tiempo que ha pasado acostada) se incorpora gracias a la fuerza de los brazos masculinos, el caballero se da cuenta de que (unos 20 o 30 metros más allá, antes de que el claro dé paso al bosque) hay otra muchacha dormida, tan bella como la que acaba de despertar, igualmente acostada en una litera de ramas de roble y rodeada de flores de todos los colores.




16 de junio de 2012

Liberacion Sándor Márai (Fragmento)




  “—Ya ve —dice el hombre, indulgente, como si le divirtiera la conversación—, tal vez eso esté en la base de todo malentendido. La generalización, ése es el gran problema, la causa común de todo mal. Usted tiene las mejores intenciones, sin embargo dice: ellos, los judíos… Es la primera en creer que los judíos comparten un secreto común, un funesto espíritu de pertenencia. Pero eso no es verdad —asegura serio, casi solemne—. Hablar de los judíos es una generalización igual que decir «los cristianos». Hay judíos y hay cristianos, y la ascendencia, la religión, la forma de vida, la raza, sin duda reflejan ciertos rasgos comunes… Pero los judíos entre sí se diferencian más de lo que se asemejan. Créame…”



14 de junio de 2012

Edgar Allan Poe El cuervo



Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!

Paul Auster Ciudad de cristal Fragmentos


"En cuanto a mí, tengo días buenos y días malos. Cuando vienen los días malos, pienso en los que fueron buenos. La memoria es una gran bendición. Lo mejor después de la muerte.

.
.
.

—Los años pesan mucho, en verdad. Pero tenemos tanto que agradecer. El paso del tiempo nos envejece, pero también nos da el día y la noche. Y cuando morimos, siempre hay alguien que ocupa nuestro lugar.

12 de junio de 2012

Gustavo Adolfo Bécquer, RIMA LIII



RIMA LIII

   Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
        jugando llamarán.

  Pero aquellas que el  vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
        ¡esas... no volverán!.

  Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
        sus flores se abrirán.

  Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
        ¡esas... no volverán!

  Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
        tal vez despertará.

  Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
        ¡así... no te querrán!


Gustavo Adolfo Bécquer

11 de junio de 2012

Harper Lee Matar un ruiseñor (fragmento)





 "Cuando nos dió nuestros rifles de aire, Atticus no nos enseñó a disparar. Fue el tío Jack quien nos instruyó en sus principios, dijo que Atticus no estaba interesado en armas. Atticus le dijo a Jem un día,
-Prefiero que disparen a las latas vacías en el patio trasero, pero se que ustedes van tras los pájaros. Dispara a todos los pájaros azules que quieras, si es que les puedes acertar, pero recuerda que es un pecado matar un ruiseñor-.
Ese fue el único momento que escuché a Atticus decir que era un pecado hacer algo, y le pregunté a la señorita Maudie al respecto. -Tu padre tiene razón-, me dijo ella. Los ruiseñores no hacen otra cosa que crear música para que la disfrutemos. No se comen los jardines de la gente, no hacen nidos en los graneros, no hacen otra cosa que cantar su corazón para nosotros. Es por eso que es un pecado matar a un ruiseñor". 

9 de junio de 2012

Wislawa Szymborska / Mi difícil vida con la memoria

La persistencia de la memoria
Salvador Dalí, 1931
Museo de Arte Moderno de Nueva York, Nueva York, Estados Unidos


En este poema "Mi difícil vida con la memoria", uno se pregunta por los espacios en que uno estuvo y que ya no reconoce como suyos, momentos que corresponden- creo yo- a sensaciones extrañas, como si allí hubiese habido otro “yo”, una especie de desdoblamiento del alma.

Soy mal público para mi memoria.
Quiere que continuamente escuche su voz,
y yo no dejo de moverme, carraspeo,
escucho y no escucho,
salgo, regreso y vuelvo a salir.

Quiere ocupar mi atención y mi tiempo por completo.
Cuando duermo le resulta fácil.
De día, depende, y eso le molesta un poco.

Me desliza insistente antiguas cartas, fotografías,
trata hechos importantes y sin importancia,
pone la mirada en paisajes inadvertidos,
los puebla con mis muertos.

En sus historias siempre soy más joven.
Es agradable, sólo que para qué seguir insistiendo en eso.
Los espejos me dicen otra cosa.

Se enfurece cuando me encojo de hombros.
Y, vengativa, me echa en cara todos mis errores,
graves, luego fácilmente olvidados.
se mira a los ojos, espera a ver qué digo.
Al final me consuela con que pudo haber sido peor.

Quiere que viva ya sólo con ella y para ella.
De preferencia en una habitación oscura y cerrada,
y en mis planes hay siempre un sol presente,
nubes actuales, caminos en curso.

A veces estoy harta de su compañía.
Le propongo separarnos. Desde hoy y para siempre.
Entonces sonríe compasiva,
pues sabe que para mí también sería una condena.

Del libro Aquí, Bartleby editores, Madrid, 2009, traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano

6 de junio de 2012

Wislawa Szymborska / Divorcio


DIVORCIO


Para los niños el primer fin del mundo de su vida.
Para el gato un nuevo dueño.
Para el perro una dueña nueva.
Para los muebles escaleras, golpes, carga, descarga.
Para las paredes claros cuadrados tras los cuadros descolgados.
Para los vecinos de la planta baja un tema, una pausa en el hastío.


Para el coche mejor que fueran dos.
Para las novelas, la poesía — de acuerdo, llévate lo que quieras.

Peor para la enciclopedia y el vídeo, ah, y para el manual de ortografía,
donde tal vez se explique el tema de los dos nombres:
si todavía unirlos con la conjunción “y”,
o ya separarlos con un punto.


 (Del libro Aquí, Bartleby editores, Madrid, 2009, traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano)

4 de junio de 2012

Mario Benedetti Táctica y estrategia


Mi táctica es 
mirarte 
aprender como sos 
quererte como sos 

mi táctica es 
hablarte 
y escucharte 
construir con palabras 
un puente indestructible 

mi táctica es 
quedarme en tu recuerdo 
no sé cómo ni sé 
con qué pretexto 
pero quedarme en vos 

mi táctica es 
ser franco 
y saber que sos franca 
y que no nos vendamos 
simulacros 
para que entre los dos 
no haya telón 
ni abismos 

mi estrategia es 
en cambio 
más profunda y más 
simple 

mi estrategia es 
que un día cualquiera 
no sé cómo ni sé 
con qué pretexto 
por fin me necesites.

3 de junio de 2012

Mario Benedetti Hagamos un trato


Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted

es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

2 de junio de 2012

Robert Graves: “Los Mitos Griegos”: “Orfeo”


I) Orfeo y Eurídice.

Orfeo, hijo del rey tracio Eagro y la musa Calíope, fue el poeta y músico más famoso de la época. Apolo le regaló una lira y las Musas le enseñaron a tocarla, de tal modo que no sólo encantaba a las fieras, sino que además hacía que los árboles y las rocas se movieran de sus lugares y lo siguieran. Después de una visita a Egipto, Orfeo se unió a los Argonautas, con quienes se embarcó para Cólquide, y su música les permitió lograr allí grandes hazañas. A su regreso se casó con Eurídice, y se instaló en Tracia.

Un día, en las cercanías de Tempe, Eurídice se encontró con Aristeo, quien trató de violarla. Ella pisó una serpiente al huir y, a causa de la mordedura, murió. Pero Orfeo, descendió audazmente al Tártaro, con la esperanza de traerla de vuelta. Utilizó el pasaje que se abre en Aorno, y a su llegada, blandiendo la lira, no sólo encantó al perro Cerbero, sino a Caronte, el barquero, y hasta a los tres Jueces de los Muertos con su música. De tal modo ablandó el corazón del Mundo Subterráneo que Hades mismo le concedió su permiso para que Eurídice retornara al mundo terrestre. La sola condición que puso fue que Orfeo no mirase hacia atrás hasta que ella estuviera de nuevo bajo la luz del sol. Dicho esto, Eurídice siguió a Orfeo por el oscuro pasaje, guiada por el son de su lira, y sólo cuando hubo llegado a la luz del día, Orfeo se dio vuelta para ver si ella lo seguía, con lo que la perdió para siempre (IBD Eurípides , Alcestes 357, Pausanias ix 30.3. Op Graves).
II) Muerte de Orfeo

Cuando Dionisios invadió Tracia; Orfeo no le rindió los honores debidos, sino que enseñó otros misterios sagrados y predicó la maldad del asesinato ritual a los hombres de Tracia. Ofendido por ello, Dionisios (*) hizo que lo atacaran las Ménades de Deyo, quienes lo mataron y arrojaron luego su cabeza al río Hebro, que siguió flotando y siguió cantando hasta llegar al mar, que la condujo a la Isla de Lesbos. (**) (IBD Aristófanes. Las Ranas 1032, Ovidio Metamorfosis xi 1-85. Op Graves). Las musas lloraron, recogieron sus miembros y los enterraron en Liebetra, al pie del Monte Olimpo. Las Ménades, enviadas de Dionisios, trataron de limpiarse la sangre de Orfeo en el río Helicón, pero el dios fluvial se metió bajo tierra y desapareció a lo largo de cuatro millas para volver a aflorar a la superficie con otro nombre, el Bafira.

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Notas:

(*) Se dice que Orfeo había censurado la promiscuidad de las Ménades y predicado el amor homosexual, por lo que Afrodita estaba no menos irritada que Dionisios. Sin embargo, los olímpicos no estaban de acuerdo con el asesinato de Orfeo. Dionisios, ante las persecuciones que se entablaron hacia las Ménades, las salvó transformándolas en encinas. Los tracios que habían sobrevivido a la matanza decidieron tatuar a sus esposas como advertencia contra el asesinato de sacerdotes

(**) Pausanias (ii.30.2, ix 30.3) relata de manera completamente diferente la muerte de Orfeo. Dice que Zeus lo mató con un rayo por haber divulgado los secretos divinos. En verdad había instituido los Misterios de Apolo en Tracia, los de Hécate en Egina y los de Deméter Subterránea en Esparta.

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Fuente: Graves Robert. Los Mitos Griegos I. Buenos Aires. Alianza. 1998.

Delmore Schwartz (EEUU, 1913-1966)


EN EL LECHO DESNUDO EN LA CAVERNA DE PLATÓN

En el lecho desnudo, en la caverna de Platón
las luces se deslizaban furtivas por el muro
mientras los carpinteros martillaban bajo las persianas
y el viento bamboleaba el cortinaje a lo largo de la noche;
ahí estaban los camiones remontando la colina, agobiantes,
atiborrados de bultos, como de costumbre.
El cielo raso se iluminaba de nuevo; su diseño encorvado
se insinuaba discretamente.

Al oír los golpes del lechero, 
su penosa ascensión  por la escalera, el entrechoque de la botellas 
me levante de la cama, encendí un cigarrillo
y me abalancé hacia la ventana. La quietud
de la calle pedregosa envolvía  edificios
y alumbrados insomnes y caballos serenos.
La pureza inmaculada del cielo invernal
me invita a la cama con los ojos exhaustos



1 de junio de 2012

Alicia Morilla Massieu La Paz por bandera


La Paz por bandera


No creo en las guerras
ni creo en las armas,
no quiero ser soldado
ni bala, ni metralla,
quiero ser nube y cielo
de países sin fronteras,
quiero amar a la tierra
y que ella me quiera...
quiero dar la mano
a mi hermano
sin importarme
el color de su piel,
ni creencia, ni su lengua,
...quiero amor para el mundo,
y se formara de colores...
un arco de Paz por bandera
y con letras de amor
todas las poesías...
todos los poemas... de la tierra
de Paz por montera,
llevar por todos los países
del mundo...
el arco iris... La Paz,
¡Esta es mi bandera!.


La Pace per bandiera


Non credo nelle guerre
nè credo nelle armi
non voglio essere soldato
nè pallottola, nè mitraglia,
voglio essere nube e cielo
di Paesi senza frontiera,
voglio amare la terra
e che anche lei mi voglia bene...
voglio darle la mano
a mio fratello
senza importamene
il colore della sua pelle,
nè credenza, nè lingua,
...voglio amore per il mondo,
e si formerà di colori...
un arco di Pace per bandiera
e con scritture di amore
tute le poesie...
tutti i poemi... della terra
della Pace per
portare per tutti i Paesi
del mondo...
larco baleno... La Paz,
Questa è la mia bandiera!

                                                   Traducción Mirella de Blasio