Buscando una buena traducción de Vitrubio al español (cosa infructuosa, y he acabado tirando del siempre fiable Bill Thayer, editor de Lacus Curtius), me he encontrado con este fragmento de su tratado sobre arquitectura, donde nos narra la historia de las matronas de Caria, orgullosas y altivas, y que en forma pétrea son conocidas hoy en día como Cariatides.
Dicho fragmento dice así, al respecto de los conocimientos que un arquitecto debe tener de la historia... por lo visto, en aquellas épocas los arquitectos estaban más bajo el control de sus contratistas y debían dar explicaciones de todo...
A menos que esté familiarizado con la Historia, {el arquitecto} será incapaz de justificar el uso de aquellos ornamentos que tenga ocasión de introducir. Si, por ejemplo, en vez de columnas se colocan estatuas de mármol de mujeres vestidas con estola — que se llaman cariátides— y si superpone modillones y cornisas, deberá saber dar explicaciones a quienes pregunten; veamos: Caria, ciudad del Peloponeso, conspiró contra los griegos con ayuda de los persas, enemigos de los griegos. Posteriormente estos, como respuesta a su traición, y al verse libres de los persas tras una gloriosa victoria, de común acuerdo declararon la guerra a los habitantes de Caria. Una vez conquistada la ciudad y pasados a cuchillo sus habitantes, se llevaron como esclavas a sus matronas. Para que estas circunstancias fuesen mejor recordadas, y la naturaleza de su triunfo perpetuada, los vencedores las representaron con sus túnicas, aparentemente sufriendo por el peso de la carga asignada, como expiación del crimen de su ciudad natal. Así, en sus edificios, los arquitectos antiguos, mediante el uso de estatuas, legaron a la posteridad un memorial del crimen de los carios.