RIMA LIII
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!
El poema abre con una imagen de primavera y apareamiento. Las oscuras golondrinas revolotean celebrando el ritual del cortejo que apunta al inicio de la estación primaveral. Ellas cuelgan fecundamente sus nidos en señal de la atracción de los géneros. Las golondrinas, mensajeras del amor, revolotean lúdicamente en el cristal del balcón de la amada, celebrando tal vez, el inicio, o quizás, el apogeo, del amor de una pareja humana.
La primera estrofa predice enfáticamente la circularidad del apareamiento del macho y la hembra en el mundo natural, y tal vez, equívocamente apunta a la posibilidad de la re-actualización del ritual amoroso en el plano humano. Lo cierto es que la mujer del balcón no podrá detener el jubiloso apareamiento de la naturaleza. Para reiterar, la infalibilidad del apareamiento en la fauna, Bécquer se vale del uso del verbo "volver" en el futuro inmediato. Así," las oscuras golondrinas volverán a colgar sus nidos". y también " "llamarán jugando con el ala" en el cristal de la amada. El futuro del apareamiento de las golondrinas completamente predecible y de ello será testigo la mujer del balcón. La transparencia de los cristales del balcón le invita ineludiblemente a presenciar el juego sexual en la naturaleza.
El círculo de la certeza del apareamiento de las golondrinas y el indiscutible amor de la pareja que dicho apareamiento simboliza, se cancela por la singularización o particularización de las aves que representan el amor entre la bella del balcón y el poeta. Estas particulares golondrinas son los animales representativos de la pareja en tanto que pareja, puesto que le son familiares a ÉL y a Ella, como si fueran tiernas mascotas que celebran el amor de la pareja humana.
En efecto, en la bandada primaveral hay algunas que fungen como una especie de mascotas románticas de los enamorados a la vez que como testigos únicos del romance entre la pareja humana. Estas aves, emblemáticas del amor de la pareja, abandonan la bandada natural pues ya pertenecen exclusivamente a la esfera del romance sentimental. Son estas las golondrinas que contemplaban la ¨"hermosura" de ella y que detenían o "refrenaban" su vuelo al advertir la dicha del hombre enamorado. Los pájaros que ahora renuncian a la bandada, conocían ya el nombre de los enamorados y quizás lo trinaban al aire cuando la pareja se daba cita en el balcón de ventanales de cristal.
Bécquer recurre al uso enfático del tiempo verbal futuro para cancelar la posibilidad de que las aves de la pareja vuelvan a visitar el balcón. La amada será testigo del ritual primaveral de apareamiento, de las golondrinas en general, es decir de cualquier bandada de pájaros que efectúe su ritual de fecundidad en la primavera. Sin embargo, aquellas que representan al amor espiritualizado y casi sobre- natural que el amado siente por la amada, definitivamente, esas, "no volverán."
En el plano del romance humano, se entiende que no hay posibilidad de reconciliación entra la pareja ya que su amor trasciende el eterno retorno del mundo natural. Las golondrinas, que son emblema de los enamorados, no volverán al ventanal, pero los enamorados humanos que allí se cortejaban, tampoco volverán. Esta segunda estrofa elimina la trillada promesa de vivir felices para siempre y coloca en su lugar el clásico amor fallido y altamente espiritualizado que tanto atrae a los románticos.
Las tupidas madreselvas que escalan el balcón con ventanales de cristal de la mujer amada por el poeta, se comportan de la misma manera que las golondrinas. El poeta- enamorado admite que la naturaleza es indiferente a las pasiones, y los sentimientos humanos. Las golondrinas continuarán colgando sus nidos y las tupidas madreselvas volverán a escalar el balcón con ventanas de cristal. Las madreselvas " se abrirán aún más hermosas en las tardes”. Sin embargo, aquellas cuya identidad y particularidad están ligadas a la relación sentimental de los amantes," no volverán".
Bécquer insiste en que el amor es capaz de robarle a la naturaleza parte de su ser, si bien admite que es inevitable que las aves continúen revoloteando y las flores creciendo. Las madreselvas seguirán escalando el balcón pero "aquellas cuajadas de rocío" y que son símbolos del amor fresco, inocente, puro casto y virginal no volverán. O de otro modo, esas especificas golondrinas y madreselvas abandonan su el mundo natural porque eran o existían solo en virtud de un romance que llego a su fin.
En la quinta estrofa del poema Bécquer extiende la circularidad del tiempo natural a la esfera de las emociones humanas. Así, observa que las palabras de amor retornan y que de hecho "volverán a sonar en los oídos" de la mujer que antes amó. Sin embargo, el fin del romance asegura que ciertas golondrinas y ciertas flores abandonarán para siempre el hábitat del balcón. Las aves y las flores que no volverán son aquellas que ya no son mera naturaleza por haberse incorporado a la dimensión del amor sobrenatural que se profeso la pareja de amantes.
Las palabras amorosas pueden despertar del sueño a la amada y acaso generar en ella una nueva primavera sentimental. Sin embargo, el poeta-amante se convence de que el tipo de amor que le profesó a su amada está mas allá de la circularidad de los acontecimientos naturales y emocionales.
Para Bécquer los estamentos de la realidad se organizan jerárquicamente entre lo natural o físico, lo sociológico o emotivo y lo espiritual. Tanto el reino natural como el emocional, están gobernados por la repetición circular de eventos. El reino sobrenatural escapa al eterno retorno de los otros dos estamentos. De hecho, se desprende del poema, que el reino sobrenatural puede alterar los otros dos dominios de la realidad, impidiendo el regreso de ciertas golondrinas y de aquellas flores cubiertas de rocío que simbolizan el amor de la pareja. El amor divinizado invade, pues el reino de lo natural y de lo emocional y toma de allí, como en un rapto todo objeto u emoción que se asocia romance de la pareja que lo experimenta.
La estrofa final de la Rima LIII contiene una reiteración del prevalecer del tipo de amor espiritualizado que el poeta siente por la amada. En esta estrofa, Bécquer se reitera en su convicción de que el amor espiritualizado, a diferencia del mero enamoramiento, trasciende el eterno retorno del mundo. El poema apunta pues a la inevitable circularidad de los eventos naturales y psicológicos y a la potencia que tiene el amor e espiritualizado de abolir y trascender círculo de un futuro que no es más que una repetición del presente. Es por ello que el amante le asegura a la amada que la manera cuasi religiosa con que la ama es irrepetible.
La fuerza que Bécquer pone en su sentencia acerca del carácter irrepetible, y por ende único, del amor espiritualizado, se hace viable a través del uso del estribillo casi letánico. Las golondrinas, ángeles del amor puro, no volverán, las madreselvas cuajadas de rocío, no volverán y como el poeta quiso a la amada, no la querrán....
La primera estrofa predice enfáticamente la circularidad del apareamiento del macho y la hembra en el mundo natural, y tal vez, equívocamente apunta a la posibilidad de la re-actualización del ritual amoroso en el plano humano. Lo cierto es que la mujer del balcón no podrá detener el jubiloso apareamiento de la naturaleza. Para reiterar, la infalibilidad del apareamiento en la fauna, Bécquer se vale del uso del verbo "volver" en el futuro inmediato. Así," las oscuras golondrinas volverán a colgar sus nidos". y también " "llamarán jugando con el ala" en el cristal de la amada. El futuro del apareamiento de las golondrinas completamente predecible y de ello será testigo la mujer del balcón. La transparencia de los cristales del balcón le invita ineludiblemente a presenciar el juego sexual en la naturaleza.
El círculo de la certeza del apareamiento de las golondrinas y el indiscutible amor de la pareja que dicho apareamiento simboliza, se cancela por la singularización o particularización de las aves que representan el amor entre la bella del balcón y el poeta. Estas particulares golondrinas son los animales representativos de la pareja en tanto que pareja, puesto que le son familiares a ÉL y a Ella, como si fueran tiernas mascotas que celebran el amor de la pareja humana.
En efecto, en la bandada primaveral hay algunas que fungen como una especie de mascotas románticas de los enamorados a la vez que como testigos únicos del romance entre la pareja humana. Estas aves, emblemáticas del amor de la pareja, abandonan la bandada natural pues ya pertenecen exclusivamente a la esfera del romance sentimental. Son estas las golondrinas que contemplaban la ¨"hermosura" de ella y que detenían o "refrenaban" su vuelo al advertir la dicha del hombre enamorado. Los pájaros que ahora renuncian a la bandada, conocían ya el nombre de los enamorados y quizás lo trinaban al aire cuando la pareja se daba cita en el balcón de ventanales de cristal.
Bécquer recurre al uso enfático del tiempo verbal futuro para cancelar la posibilidad de que las aves de la pareja vuelvan a visitar el balcón. La amada será testigo del ritual primaveral de apareamiento, de las golondrinas en general, es decir de cualquier bandada de pájaros que efectúe su ritual de fecundidad en la primavera. Sin embargo, aquellas que representan al amor espiritualizado y casi sobre- natural que el amado siente por la amada, definitivamente, esas, "no volverán."
En el plano del romance humano, se entiende que no hay posibilidad de reconciliación entra la pareja ya que su amor trasciende el eterno retorno del mundo natural. Las golondrinas, que son emblema de los enamorados, no volverán al ventanal, pero los enamorados humanos que allí se cortejaban, tampoco volverán. Esta segunda estrofa elimina la trillada promesa de vivir felices para siempre y coloca en su lugar el clásico amor fallido y altamente espiritualizado que tanto atrae a los románticos.
Las tupidas madreselvas que escalan el balcón con ventanales de cristal de la mujer amada por el poeta, se comportan de la misma manera que las golondrinas. El poeta- enamorado admite que la naturaleza es indiferente a las pasiones, y los sentimientos humanos. Las golondrinas continuarán colgando sus nidos y las tupidas madreselvas volverán a escalar el balcón con ventanas de cristal. Las madreselvas " se abrirán aún más hermosas en las tardes”. Sin embargo, aquellas cuya identidad y particularidad están ligadas a la relación sentimental de los amantes," no volverán".
Bécquer insiste en que el amor es capaz de robarle a la naturaleza parte de su ser, si bien admite que es inevitable que las aves continúen revoloteando y las flores creciendo. Las madreselvas seguirán escalando el balcón pero "aquellas cuajadas de rocío" y que son símbolos del amor fresco, inocente, puro casto y virginal no volverán. O de otro modo, esas especificas golondrinas y madreselvas abandonan su el mundo natural porque eran o existían solo en virtud de un romance que llego a su fin.
En la quinta estrofa del poema Bécquer extiende la circularidad del tiempo natural a la esfera de las emociones humanas. Así, observa que las palabras de amor retornan y que de hecho "volverán a sonar en los oídos" de la mujer que antes amó. Sin embargo, el fin del romance asegura que ciertas golondrinas y ciertas flores abandonarán para siempre el hábitat del balcón. Las aves y las flores que no volverán son aquellas que ya no son mera naturaleza por haberse incorporado a la dimensión del amor sobrenatural que se profeso la pareja de amantes.
Las palabras amorosas pueden despertar del sueño a la amada y acaso generar en ella una nueva primavera sentimental. Sin embargo, el poeta-amante se convence de que el tipo de amor que le profesó a su amada está mas allá de la circularidad de los acontecimientos naturales y emocionales.
Para Bécquer los estamentos de la realidad se organizan jerárquicamente entre lo natural o físico, lo sociológico o emotivo y lo espiritual. Tanto el reino natural como el emocional, están gobernados por la repetición circular de eventos. El reino sobrenatural escapa al eterno retorno de los otros dos estamentos. De hecho, se desprende del poema, que el reino sobrenatural puede alterar los otros dos dominios de la realidad, impidiendo el regreso de ciertas golondrinas y de aquellas flores cubiertas de rocío que simbolizan el amor de la pareja. El amor divinizado invade, pues el reino de lo natural y de lo emocional y toma de allí, como en un rapto todo objeto u emoción que se asocia romance de la pareja que lo experimenta.
La estrofa final de la Rima LIII contiene una reiteración del prevalecer del tipo de amor espiritualizado que el poeta siente por la amada. En esta estrofa, Bécquer se reitera en su convicción de que el amor espiritualizado, a diferencia del mero enamoramiento, trasciende el eterno retorno del mundo. El poema apunta pues a la inevitable circularidad de los eventos naturales y psicológicos y a la potencia que tiene el amor e espiritualizado de abolir y trascender círculo de un futuro que no es más que una repetición del presente. Es por ello que el amante le asegura a la amada que la manera cuasi religiosa con que la ama es irrepetible.
La fuerza que Bécquer pone en su sentencia acerca del carácter irrepetible, y por ende único, del amor espiritualizado, se hace viable a través del uso del estribillo casi letánico. Las golondrinas, ángeles del amor puro, no volverán, las madreselvas cuajadas de rocío, no volverán y como el poeta quiso a la amada, no la querrán....
un poema de los más famosos en el mundo entero.
ResponderBorrarbicos,
Es curioso, en mi reciente viaje de cumpleaños estuve en el hotel Bécquer en Sevilla...
ResponderBorrarAprendí la poesía de niño, sin embargo solo me acuerdo de los primeros versos de las golondrinas, curiosamente le pasa a mucha gente que conozco...
Un poema tan corto, relativamente, y cuantas palabras se necesitan para explicar lo que el poeta quiso decir en ellos...
En cualquier caso, una obra maestra!
Gracias.
Salud
los literatos siempre tienen más de una explicación para estos versos, esta que expones es una de ellas , para mi más que desmenuzar el texto,es mejor sentirlo, ten una excelente semana
ResponderBorrarSi se me permite una pequeña frikada... Becquer comete un ligero error zoológico. Esos simpáticos animalitos que construyen nidos bajo los balcones de la gente no son golondrinas (hirundo rústica), sino aviones comunes (delichon urbicum). Las golondrinas prefieren construir sus nidos más a cubierto. Aunque cabe la posibilidad de que no sea un error sino una exigencia de la métrica: "Volverán los oscuros aviones comunes" queda un poco chapucero como verso XD.
ResponderBorrar¿Cuantos poemas hemos escuchado o leído desde entonces?
ResponderBorrarNo obstante, este y pocos otros nos resultan imperecederos.
Poeta famoso y poema tan famoso como su autor, sin embargo, nunca había leido o escuchado una interpretación del mismo como aqui.
ResponderBorrarSaludos.
El poema es ya como las propias golondrinas;: Vuelve cíclicamente. Sin duda Bécquer -trascendiendo el Romanticismo- es un precursor de la poesía contemporánea.
ResponderBorrarSaludos
Cuán romántico ULI ,eres el romanticismo encarnado.
ResponderBorrarPero igual te digo:"no te olvides que representas a nuestro amado cono sur y que debes portarte muy bien por JAEN".
Pegasita se queja que todo el mundo la vigilaba(dado que pertenecìa a familia conocida)en Jaen.
Debe ser el sino de Pegasita ,puès por estos rumbos vigilamos a Uli.
Las golondrinas ,cuando vienen del norte ,rondan los pabellones de mi departamento.Por lo menos las sigo mirando junto a mi media naranja .
Espero que para PEGASITA Y ULI todas las golondrinas sean el amor.
Pueden volver a surgir esos íconos del sentimiento que nos unía a tal persona...pero claro, no tendrán el significado que solían poseer en otra instancia de nuestra existencia, cuando la compartíamos con aquel ser.
ResponderBorrarEs lo que da a nuestras relaciones ese carácter único e irrepetible y que, después de la separación, nos hace creer que del otro lado jamás sentirán como en ese momento. Saludos afectuosos, de corazón.
como se adora a dios ante su altar? interpretación
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