Cuento Breve (ficción)
El chal al viento
La dama aún conservaba cierta belleza y, sobre todo, los movimientos y
la presencia que hacían que todos se volvieran para mirarla. Sus ojos
hacían que su cuerpo no tuviera límites; allí donde sus manos o sus
pasos no alcanzaban llegaba su mirada penetrante.
Mientras paseaba por la orilla del mar, decidió poner a prueba su seducción que esperaba mantener intacta a pesar de los años. Eligió a un joven mecánico que lustraba con vanidad un Bugatti reluciente.
―¿Me lleva a pasear? ―preguntó, coqueta. El muchacho sonrió y le ofreció su brazo para subir al coche.
―Usted me recuerda a uno de mis hijos ―dijo la dama mientras se instalaba en el asiento del acompañante.
―Pero usted no es tan vieja, señora ―intentó una gentileza el mecánico.
―Isadora. Me llamo Isadora ―contestó la dama con una sonrisa, mientras se acomodaba el largo chal rojo para que lo llevara el viento.
Mientras paseaba por la orilla del mar, decidió poner a prueba su seducción que esperaba mantener intacta a pesar de los años. Eligió a un joven mecánico que lustraba con vanidad un Bugatti reluciente.
―¿Me lleva a pasear? ―preguntó, coqueta. El muchacho sonrió y le ofreció su brazo para subir al coche.
―Usted me recuerda a uno de mis hijos ―dijo la dama mientras se instalaba en el asiento del acompañante.
―Pero usted no es tan vieja, señora ―intentó una gentileza el mecánico.
―Isadora. Me llamo Isadora ―contestó la dama con una sonrisa, mientras se acomodaba el largo chal rojo para que lo llevara el viento.
La entrada prometedora e interesante, y ...
ResponderBorrarCierto. Entrada prometedora.
ResponderBorrar¿Y ahora qué?
Imagino como en las viejas seriales de los domingos en el cine de mi barrio, el clásico "continuará".