Me ven ahora

29 de septiembre de 2013

Las dos alas


Las dos alas

Bate el águila altanera,
 que el destino simboliza,
sus alas sobre el que espera:
con una, aviva la hoguera;
con la otra avienta ceniza.

23 de septiembre de 2013

Pablo Neruda / Amiga, no te mueras- Farewell


 
Casa de Pablo Neruda "La Chascona"


AMIGA, no te mueras.
Óyeme estas palabras que me salen ardiendo,
y que nadie diría si yo no las dijera.

Amiga, no te mueras.

Yo soy el que te espera en la estrellada noche.
El que bajo el sangriento sol poniente te espera.

Miro caer los frutos en la tierra sombría.
Miro bailar las gotas del rocío en las hierbas.

En la noche al espeso perfume de las rosas,
cuando danza la ronda de las sombras inmensas.

Bajo el cielo del Sur, el que te espera cuando
el aire de la tarde como una boca besa.

Amiga, no te mueras.

Yo soy el que cortó las guirnaldas rebeldes
para el lecho selvático fragante a sol y a selva.
El que trajo en los brazos jacintos amarillos.
Y rosas desgarradas. Y amapolas sangrientas.

El que cruzó los brazos por esperarte, ahora.
El que quebró sus arcos. El que dobló sus flechas.

Yo soy el que en los labios guarda sabor de uvas.
Racimos refregados. Mordeduras bermejas.

El que te llama desde las llanuras brotadas.
Yo soy el que en la hora del amor te desea.

El aire de la tarde cimbra las ramas altas.
Ebrio, mi corazón. bajo Dios, tambalea.

El río desatado rompe a llorar y a veces
se adelgaza su voz y se hace pura y trémula.

Retumba, atardecida, la queja azul del agua.
Amiga, no te mueras!

Yo soy el que te espera en la estrellada noche,
sobre las playas áureas, sobre las rubias eras.

El que cortó jacintos para tu lecho, y rosas.
Tendido entre las hierbas yo soy el que te espera!



F A R E W E L L


1

DESDE el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste, como yo, nos mira.

Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.

Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.

Por sus ojos abiertos en la tierra
veré en los tuyos lágrimas un día.

2

YO NO lo quiero, Amada.

Para que nada nos amarre
que no nos una nada.

Ni la palabra que aromó tu boca,
ni lo que no dijeron las palabras.

Ni la fiesta de amor que no tuvimos,
ni tus sollozos junto a la ventana.

3

(AMO el amor de los marineros
que besan y se van.

Dejan una promesa.
No vuelven nunca más.

En cada puerto una mujer espera:
los marineros besan y se van.

Una noche se acuestan con la muerte
en el lecho del mar.

4

AMO el amor que se reparte
en besos, lecho y pan.

Amor que puede ser eterno
y puede ser fugaz.

Amor que quiere libertarse
para volver a amar.

Amor divinizado que se acerca
Amor divinizado que se va.)

5

YA NO se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.

Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.

Fui tuyo, fuiste mía. Qué más? Juntos hicimos
un recodo en la ruta donde el amor pasó.

Fui tuyo, fuiste mía. Tu serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.

Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.

...Desde tu corazón me dice adiós un niño.
Y yo le digo adiós.

13 de septiembre de 2013

Beneficios de la reflexion

 La mayoría de las organizaciones le dan preponderancia al hacer y a la acción sin descanso.

Desde que tengo ‘uso de razón’ en las lides empresariales aprendí que a los profesionales que se ocupan de la dirección de las organizaciones se les llama ejecutivos; tal vez el primer libro que leí en la facultad fue ‘El ejecutivo eficaz’, del célebre Peter Drucker.

Un término muy preciso para definir lo que suelen hacer los directivos pero, a mi manera de ver, desafortunado para indicar lo que deben hacer. En efecto, el vocablo ejecutivo viene de ejecutar, que significa acción, movimiento, mantenerse en actividad, y que con no poca frecuencia termina convertido en activismo, esa especie de manía estéril que consume nuestras energías con escasa productividad.



Nos encanta estar en movimiento, yendo de un lado para otro, subiendo y bajando, aunque no tengamos claro hacia dónde nos dirigimos; lo importante es estar en acción, ojalá frenética, para disfrutar de las ‘emociones fuertes’, de ese vértigo, fuente de entusiasmo y dinamismo, que proporciona al final de la jornada la tranquilidad por haber trabajado mucho aunque hayamos producido poco, o nada.



En su más reciente libro, ‘Managing’, Henry Mintzberg, considerado uno de los pensadores más importantes del mundo en dirección y negocios, se pregunta “¿cómo hacer para encontrarle sentido a la inmensa variedad de actividades que constituyen la práctica gerencial?”.

Y me parece que es ahí donde se encuentra el factor clave: ¿Cuál es el sentido de lo que hacemos? ¿Dónde está la esencia de la función directiva? ¿Cuáles son las tareas prioritarias del directivo? Carlos Llano resumía en cuatro puntos los fines de la empresa o, lo que equivale a decir, las claves de la responsabilidad del directivo: crear valor económico, desarrollar a las personas, servir a la comunidad en la que actúa y garantizar la continuidad en el largo plazo. Cuatro variables que deben estar presentes y cuya integración explica en buena parte la complejidad de la tarea directiva.

El trabajo directivo consiste en una función de síntesis; exige armonizar los diversos componentes de la empresa para conseguir los objetivos.

No en vano, al directivo se le compara con un director de orquesta que al integrar los diferentes instrumentos logra de todo el conjunto una espléndida ejecución de la obra. Sin embargo, como señala Mintzberg, lo importante no es lo que sucede durante la presentación de la orquesta.

Lo más importante, es lo que sucede durante el ensayo; más importante que la implementación es el proceso que realiza el directivo antes de poner en marcha las decisiones: fijar el rumbo de la organización, analizar con detenimiento las diversas situaciones, despertar en sus dirigidos la ilusión por el trabajo, motivarlos para que se decidan a dar lo mejor de sí en el desempeño de sus tareas y responsabilidades profesionales, ayudarles a descubrir sus propios talentos, esa gracia natural que nos permite disfrutar lo que hacemos.



Y REQUIERE OCIO



Suele decirse que conviene pensar antes de hablar y, más aún, pensar antes de actuar. Pero la premura, esa enfermedad que aqueja nuestra época, nos impulsa a actuar de manera precipitada asumiendo riesgos innecesarios que pueden acarrear serios problemas. En el mejor de los casos, consume las energías que podríamos emplear de manera más productiva. Nos cuesta pensar y, cuando nos decidimos a hacerlo, nos asalta la ansiedad, queremos acabar pronto.

Esa manera de actuar impide profundizar en el análisis y estimula la superficialidad; pero, una persona analítica y reflexiva también puede ser vista como poco efectiva y lenta, por no decir soñadora. Cuando un jefe pasa revista a las oficinas y encuentra que uno de sus colaboradores está acomodado en su silla divisando el paisaje a través de la ventana “con la mirada perdida en lontananza”, como diría el poeta, su primera reacción es de nerviosismo y es muy probable que lo interprete como pérdida de tiempo: “Pasa todo el tiempo echando globos”, diría coloquialmente. Muy raro sería que pensara: “Se está ‘craneando’ un proyecto importante”, porque en el mundo de la empresa se tiende a privilegiar la acción sobre la reflexión.

No deja de llamar la atención este fenómeno si se tiene en cuenta que la empresa es una organización compuesta por seres humanos y pensar es la actividad más propia del ser humano. Séneca decía que “una vida sin pensar no merece ser vivida”. Pero, como sucede con cualquier actividad en la vida, se requiere un ambiente propicio, generar el espacio adecuado, y en el caso de la reflexión es el sosiego, la quietud. Aristóteles decía que “la reflexión necesita ocio”. En efecto, la actividad mental exige reposo, serenidad, pausa, una tarea que parece imposible de realizar en medio del trajín diario.

Las preocupaciones nos devoran, estamos siempre ocupados, la agenda está repleta de actividades y desborda nuestras capacidades; nunca hay tiempo para pensar. ¿Por qué no blindar espacios, amplios además, para la reflexión y el análisis?

REFLEXIONAR… ¿SOBRE QUÉ?

En primer lugar tenemos que pensar sobre los temas profundos de la vida: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Para dónde voy? ¿Cuál es mi misión en la vida como miembro de familia, como directivo, como ciudadano? Todos tenemos un encargo que cumplir, ¿cuál es el mío? ¿Qué se puede esperar de mí? ¿Qué esperan mis colaboradores? Cuestiones difíciles pero necesarias si queremos encontrar un verdadero sentido a nuestra vida. Se habla mucho de líderes transformadores y la sociedad demanda de sus dirigentes (empresariales, políticos, gremiales) ese liderazgo transformador que cambie el rumbo hacia un mundo mejor.

¿Por dónde empezar? La respuesta la sugiere Aleksandr Solzhenitsyn, novelista ruso ganador del Premio Nobel de Literatura en 1970: “Si quieres cambiar el mundo, con quién empiezas, ¿con los demás o contigo mismo? Creo que si empezamos con nosotros y hacemos las cosas que tenemos que hacer, y llegamos a ser las personas que podemos ser, tenemos muchas más opciones de mejorar el mundo”. El cambio empieza por nosotros mismos y para cambiar, la reflexión es el camino. ¡Vale la pena!

1 de septiembre de 2013

Causa - Efecto




A falta de un clavo, se cayò la herradura. A falta de una herradura, se perdio un caballo. A falta de un caballo, se perdio un mensaje. A falta de una mensaje, se perdio la guerra".

Y TODO POR FALTA DE UN CLAVO EN LA HERRADURA
POR FAL
TA DE UN CLAVO DE HERRADURA
 

Esta famosa leyenda se basa en la muerte del rey inglés Ricardo III, cuya derrota en la batalla de Bosworth, en 1485, fue inmortalizada por el célebre verso de Shakespeare, “¡Un caballo, un caballo! ¡Mi reino por un caballo!”