Solo me queda el corazón. Palabras
ya no me bastan. Sobra el pensamiento.
Solo me queda el corazón, más grande,
cada vez más amargo y más sediento.
Hablo con él, le digo: ten cuidado,
te has lastimado muchas veces. Pero
yo bien sé que me puede y que se crece
con cada asombro y cada desaliento.
He nacido con él y no hago nada
por emerger en otro clima. Pendo
como la luna más desamparada
en un vaivén de luces y de vientos.
Voy buscando señales en los ojos,
en las calles aparco mi desvelo,
me arrimo por las sombras de otras voces
y cuelgo mi pregunta en los aleros.
Cuando llega una tarde como éstas,
una tarde sin prisa ni deseos,
una tarde de pena, una de tantas
tardes oscuras del aburrimiento
puedo oírle mejor. Late despacio,
tremendamente solitario. Puedo
sentir el corazón en cada vena,
está casi en la punta de los dedos.
Casi puede romperse de tan frágil,
de tan crecido casi se escapa. Quepo
mejor yo en él que en mí cabe el latido…
¡Le viene grande el corazón al cuerpo!
Me ven ahora
24 de junio de 2014
Pilar Paz Pasamar/ SÓLO ME QUEDA EL CORAZÓN
3 comentarios:
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Tener un gran corazón no es un problema, el problema es que esté sdiento del corazon que lo complementa.
ResponderBorrar¡Toda la razón Marcos, ese es el problema!
BorrarMenos mal que hoy he podido visitar tu blog. He pasado unos días apartada de este mundo. Por fortuna sigues ahí, y me encanta y reconforta leer esta belleza de poemas que eliges. Gracias por tanto.
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