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18 de marzo de 2015

El amor del agua


Es el amor del agua cuando quiere
salvar la sed del hombre
y deshoja su aroma
en los campos blanqueados
por la flor del espino.

Es el amor del agua, la memoria
que hace vivos los cuerpos,
que hace vivas las nubes,
que hace vivas las selvas.
Pablo Guerrero,
(fragmento del poema
«El amor del agua»)

14 de marzo de 2015

POEMAS SOBRE ANDALUCÍA

Carmen Rueda

ANDALUCÍA


Ángeles Asensio


Un embrujo de folclore y color... Sembrado al sur,
un mezclarse entre volantes con los duendes de alegría
donde el llanto se hace cante, y cantando su agonía,
baile y copla, risa y llanto, al son de las castañuelas,
mezcla un concierto de palmas con la luz de las candelas
y este ritmo se hace danza ¡En todo el pueblo andaluz!.

Jaén; tierra de olivar... De llano seco y colina,
de vientos que han retorcido los troncos con la sequía;
de perlas hecha aceituna -milagro de verde oliva-
con suave tacto y aroma, aceite que se rocía
como liquido cremoso de mejor gastronomía,
y orgullo de un campesino que le dedica su vida.

Besando el Guadalquivir mi Córdoba se levanta;
artesanía de calles y rinconcito con plaza,
blanco de cal es el fondo de sus macetas colgadas.
En la plaza de la Concha -como un pañuelo de ancha-
luce un farol en su calle que en la noche se destaca,
y el murmullo de la fuente que al silencio te reclama.

Para conocer Sevilla ¡Hay que beber manzanilla
y visitar Santa Cruz o Plaza de Doña Elvira!,
vestirse de faralaes en su feria tan castiza,
llevar en Semana Santa una peineta y mantilla.
Es tierra de señoritos, alazanes, romería,
de patios con muchas flores... Rejas, cortijo, ¡alegría!

Cádiz es puerto de mar, donde dos mares se abrazan,
situado en la bahía del "pescaíto" y las barcas,
un baluarte en los castillos configura sus murallas
si el viento levanta el mar... El sol de nuevo lo calma.
¡Al Sur de mi Andalucía -en esa punta de España-
mi "Cai" canta en sus murgas la verdad de lo que pasa!

Donde está el cabo de Gata tiene la costa Almería;
arrecife, acantilados y una Alpujarra con vistas.
Contrastan con su desierto montes, valles y campiñas,
almenas escalonadas en las torres se divisan.
Si tapeas hay jureles, delicioso pulpo y chirlas.
No encontrará lo que busca aquel que no la visita.

A Málaga de vacaciones, pasearse por la playa
y comer los boquerones pescados de madrugada.
Tiene un barrio musulmán cerquita de la Alcazaba,
que es el más antiguo barrio que se conserva en España.
Noches de discos y coplas, de movida, de jarana,
salir al anochecer y volver por la mañana.

Y a mi Huelva marinera... La del Rocío y marisma
le ves los barcos venir al amanecer del día.
Es la del Parque Doñana, ¡es la del choco y coquina!,
es la de tres carabelas y una brújula de guía
saliendo hacia el horizonte, María, Pinta y la Niña,
para entregarle a Colón el sueño de su conquista.

Y Granada... ¿Alguien nos sabe decir cómo es Granada?
¿Quién te puede describir su amanecer en la Alhambra?
La nieve que hay en los montes... ¡O esa etnia tan gitana
que le dio a Sacromonte en todo el mundo la fama!
¡Y cómo explicar que el sol cuando ya el día se acaba...
va derrochando el color y la viste de naranja


CANTARES

Manuel Machado

Vino, sentimiento, guitarra y poesía,
hacen los cantares de la patria mía...
Cantares...
Quien dice cantares, dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra...
Cantares...
Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora...
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida, que ya está perdida.
Y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?...

Cantares...
Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte; pena, madre, muerte;
ojos negros, negros, y negra la suerte.
Cantares...
En ellos, el alma del alma se vierte.

Cantares. Cantares de la patria mía...
Cantares son sólo los de Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía

27 de julio de 2014

Miguel Hernández / Aceituneros

Carmen Rueda Florido

ACEITUNEROS



Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.






12 de julio de 2014

Óscar Hahn / UNA NOCHE EN EL CAFÉ BERLIOZ

Carmen Rueda Florido
Muriel mi amante muerta

Una noche en el Café Berlioz

Yo he visto su cara en otra parte le dije
cuando entró en el Café Berlioz

Soy de otra dimensión contestó sonriendo
y avanzó hacia el fondo del salón

Ella finge escribir en su mesa de mármol
pero me observa de reojo

Desde mi mesa veo su cuello desnudo

Como un aerolito cruzó mi mente
el rostro de Muriel mi amante muerta

Usted es zurda le dije acercándome
Hacemos la pareja perfecta

Tomé su lápiz y escribí “te amo”
con mi mano derecha en la servilleta

Rey del lugar común respondió sin mirarme
mientras le echaba azúcar al té

Me ha clavado una estaca en el corazón
Me ha lanzado una bala de plata
Me ha ahorcado con una trenza de ajo

Volví confundido a mi mesa
con la cola de diablo entre las piernas

En este punto las sombras de los clientes
pagaron y se fueron del Café Berlioz

Váyanse espíritus les dije furioso
agitando mi paraguas chamuscado

¿Hay alguna Muriel aquí?
gritó la mesera desde el umbral

Cuando ella caminó hacia la puerta
vi que tenía una rosa en la mano

Por favor tráiganme la cuenta
que ya está por salir el sol

La lluvia penetra por los agujeros de mi memoria

Muriel Muriel
¿por qué me has abandonado?

29 de junio de 2014

Oscar Hahn/ Los fantasmas de lisboa

Los fantasmas de Lisboa

Dónde estará el pasado que tuvimos
el pasado que tuve entre tus brazos
En la calle resuenan nuestros pasos
pero no estamos: nos desvanecimos

Dónde estarán los besos que nos dimos
la tristeza tan dulce de los fados
tus promesas tus llantos mis enfados
nuestros cuerpos que un día compartimos

Asustados los nuevos ocupantes
de nuestro cuarto en el hotel escuchan
la risa de personas que se duchan

Como los personajes de Pessoa
somos almas sin cuerpo: dos amantes
que penan en las noches de Lisboa.

Óscar Hahn
(Apariciones profanas, 2002)

24 de junio de 2014

Pilar Paz Pasamar/ SÓLO ME QUEDA EL CORAZÓN


Solo me queda el corazón. Palabras
ya no me bastan. Sobra el pensamiento.
Solo me queda el corazón, más grande,
cada vez más amargo y más sediento.
Hablo con él, le digo: ten cuidado,
te has lastimado muchas veces. Pero
yo bien sé que me puede y que se crece
con cada asombro y cada desaliento.
He nacido con él y no hago nada
por emerger en otro clima. Pendo
como la luna más desamparada
en un vaivén de luces y de vientos.
Voy buscando señales en los ojos,
en las calles aparco mi desvelo,
me arrimo por las sombras de otras voces
y cuelgo mi pregunta en los aleros.

Cuando llega una tarde como éstas,
una tarde sin prisa ni deseos,
una tarde de pena, una de tantas
tardes oscuras del aburrimiento
puedo oírle mejor. Late despacio,
tremendamente solitario. Puedo
sentir el corazón en cada vena,
está casi en la punta de los dedos.
Casi puede romperse de tan frágil,
de tan crecido casi se escapa. Quepo
mejor yo en él que en mí cabe el latido…
¡Le viene grande el corazón al cuerpo!

23 de junio de 2014

Pilar Paz Pasamar / Amantes en la orilla




AMANTES EN LA ORILLA


Me gustaría daros,
amantes en la orilla,
el tronco de algún árbol
donde pudierais todos
grabar las iniciales.
Un álamo o un pino,
o un roble, o algún chopo,
o la acacia de un parque
meticuloso y frío
que desdeñáis por este
salobre aire del mar.
Sí, un árbol para cada
pareja, un árbol triste
como todas las cosas
que sirven al recuerdo.
En el largo paseo
ni una mata, ni un trino,
ni una sombra. En lugar
de rosa y margarita
que deshojar, el alga,
la podrida y rotunda,
fuerte esencia marina.
El faro allá a lo lejos
ilumina de pronto
el abrazo furtivo
y hace, cómplice, guiños.
Un árbol sin raíces,
al aire, os traería.
Si alguna vez amantes
de este rincón, hubiera
olvidado el mensaje
de mayo, y la que os canta,
mi voz, ya no sintiera
su anuncio, os dejaría
mi garganta, y en ella
-como en un viejo tronco-
grabaríais el clásico
corazón, la promesa,
la inicial, y tal día
de tal año, en cualquiera
y feliz primavera.
Mi garganta aún podría
servir de algo al amor.


Pilar Paz Pasamar

22 de junio de 2014

Juan Carlos Abril / Emocion breve


EMOCIÓN BREVE
Por la escalera azul de la mañana
el deshollinador.
Su piel de escamas y sus cejas
serpentinas, felices
bailan. Todo podrá cambiarse,
dice. Nada me toca.
(De Crisis, 2007)

Juan Carlos Abril / Espacio


Espacio


Llegas de cualquier sitio
y, elegido al azar,
sin mapas, sin señales,
el otro lado esconde la sorpresa
feliz y azul.
Entonces permanece la ruptura
intacta. Entonces fuera o dentro impide
su difusión.
El viaje trae un orden en cadena,
un movimiento ansioso que repite
su dispersa memoria:
ya nadie nos indica que el error
desconocido o su secreto
sirva robado y oprimido,
tiempo arenoso que se va.

Todo va a ser abandonado.

De "El laberinto azul", 2001

16 de junio de 2014

El romanticismo [Karmelo C. Iribarren]


Dice que le regalé una estrella,
dice que fue en el puerto,
una noche de domingo,
cuando empezábamos a salir.
Yo no recuerdo nada, la verdad,
hace media vida de eso. Pero,
vete tú a saber. Bien mirado, puede
que hasta sea cierto: veinte años,
tonto perdido de amor,
y sin un duro en el bolsillo…
Qué otra cosa le vas a regalar.


Gracias Beatriz

10 de junio de 2014

Pablo Neruda / Poema dedicado a Violeta Parra


Elegía para cantar, Pablo Neruda, 19 Enero 1970.

I

¡Ay, qué manera de caer hacia arriba
y de ser sempiterna, esta mujer!

De cielo en cielo corre o nada o canta
la violeta terrestre:
la que fue, sigue siendo,
pero esta mujer sola
en su ascensión no sube solitaria:
la acompaña la luz del toronjil,
del oro ensortijado
de la cebolla frita,
la acompañan los pájaros mejores,
la acompaña Chillán en movimiento.

¡Santa de greda pura!

Te alabo, amiga mía, compañera:
de cuerda en cuerda llegas
al firme firmamento,
y, nocturna, en el cielo, tu fulgor
es la constelación de una guitarra.

De cantar a lo humano y lo divino,
voluntariosa, hiciste tu silencio
sin otra enfermedad que la tristeza.

II

Pero antes, antes, antes,
ay, señor, qué amor a manos llenas
recogías por los caminos:
sacabas cantos de las humaredas,
fuego de los velorios,
participabas en la misma tierra,
eras rural como los pajaritos
y a veces atacabas con relámpagos.

Cuando naciste fuiste bautizada
como Violeta Parra:
el sacerdote levantó las uvas
sobre tu vida y dijo:
“Parra eres
y en vino triste te convertirás”.

En vino alegre, en pícara alegría,
en barro popular, en canto llano,
Santa Violeta, tú te convertiste,
en guitarra con hojas que relucen
al brillo de la luna,
en ciruela salvaje
transformada,
en pueblo verdadero,
en paloma del campo, en alcancía.

III

Bueno, Violeta Parra, me despido,
me voy a mis deberes.

¿Y qué hora es? La hora de cantar.

Cantas.

Canto.

Cantemos.

Pablo Neruda
Enero 19 en automóvil
entre Isla Negra y
Casablanca
1970

8 de junio de 2014

Nazim Hikmet / "La caída de las hojas".



 La caída de las hojas

He leído unos cincuenta mil poemas y novelas que hablan de la caída de las hojas
he contemplado cincuenta mil películas que muestran la caída de las hojas
he visto cincuenta mil veces la caída de las hojas
hojas caídas arrastradas marchitas
he escuchado cincuenta mil veces su rumor muerto bajo mis zapatos
entre mis palmas y la yema de mis dedos
sin embargo encontrarme con la caída de las hojas siempre
me conmueve
sobre todo las hojas caídas en los bulevares
sobre todo si son hojas de castaños
sobre todo si pasa algún niño
sobre todo si hace sol
sobre todo si ese día he recibido una buena noticia de un amigo
sobre todo si ese día no me oprime el corazón
sobre todo si creo que mi amor ese día me ama
sobre todo si un día así estoy a gusto con los demás y conmigo mismo
encontrarme la caída de las hojas siempre me conmueve
sobre todo las hojas que caen en los bulevares
sobre todo si son hojas de castaños.

Nâzim Hikmet

7 de junio de 2014

Roger Wolfe / La verdad por fin



La verdad, por fin

Todo el día
queriendo redactar este poema
y ahora no recuerdo
qué se supone
que tenía que decir.

Los buenos escritores —no hace falta
repetirlo— son aquellos
que saben siempre, exactamente,
cuándo no deben escribir.

Pero ése
evidentemente
no es mi caso.

4 de junio de 2014

Pedro Salinas / ¡Cuánto sabe la flor! Sabe ser blanca...




¡CUÁNTO SABE LA FLOR! SABE SER BLANCA...

¡Cuánto sabe la flor! Sabe ser blanca
cuando es jazmín, morada cuando es lirio.
Sabe abrir el capullo
sin reservar dulzuras para ella,
a la mirada o a la abeja.
Permite sonriendo
que con su alma se haga miel.


¡Cuánto sabe la flor! Sabe dejarse
coger por ti, para que tú la lleves,
ascendida, en tu pecho alguna noche.
Sabe fingir, cuando al siguiente día
la separas de ti, que no es la pena
por tu abandono lo que la marchita.


¡Cuánto sabe la flor! Sabe el silencio;
y teniendo unos labios tan hermosos
sabe callar el "¡ay!" y el "no", e ignora
la negativa y el sollozo.


¡Cuánto sabe la flor! Sabe entregarse,
dar, dar todo lo suyo al que la quiere,
sin pedir más que eso: que la quiera.
Sabe, sencillamente sabe, amor.
 (De Largo lamento 1936- 1939)
PEDRO SALINAS

31 de mayo de 2014

Gabriel Celaya / La poesía es un arma cargada de futuro




)
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,

mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,

fieramente existiendo, ciegamente afirmando,

como un pulso que golpea las tinieblas,


cuando se miran de frente

los vertiginosos ojos claros de la muerte,

se dicen las verdades:

las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.


Se dicen los poemas

que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,

piden ser, piden ritmo,

piden ley para aquello que sienten excesivo.


Con la velocidad del instinto,

con el rayo del prodigio,

como mágica evidencia, lo real se nos convierte

en lo idéntico a sí mismo.


Poesía para el pobre, poesía necesaria

como el pan de cada día,

como el aire que exigimos trece veces por minuto,

para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.


Porque vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan

decir que somos quien somos,

nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.

Estamos tocando el fondo.


Maldigo la poesía concebida como un lujo

cultural por los neutrales

que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.

Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.


Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren

y canto respirando.

Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas

personales, me ensancho.


Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,

y calculo por eso con técnica, qué puedo.

Me siento un ingeniero del verso y un obrero

que trabaja con otros a España en sus aceros.


Tal es mi poesía: poesía-herramienta

a la vez que latido de lo unánime y ciego.

Tal es, arma cargada de futuro expansivo

con que te apunto al pecho.


No es una poesía gota a gota pensada.

No es un bello producto. No es un fruto perfecto.

Es algo como el aire que todos respiramos

y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.


Son palabras que todos repetimos sintiendo

como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.

Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.

Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.



(De "Cantos iberos", 1955

Joan Margarit /Despedir-se


Despedir-se

He tret catifes i cortines,
les taules on fa temps que no menjo ni escric.
He tret els quadres i he pintat els murs
per esborrar les marques de tants anys.
He guardat alguns llibres. Sé quins són.
He destruït cartes d'amor.
Silenciosos, els amors
ara són icebergs errants del pensament.
Sense racons per a la por, la casa
m'ha despullat els ulls. Ni l'esperança
pertorbarà l'última mort.
No hi ha cap altra casa pels qui estimo.

Despedirse

He retirado alfombras y cortinas,
todas las mesas en las que hace tiempo
que ni como ni escribo.
He sacado los cuadros y he pintado los muros
para borrar señales de los años.
Guardo unos pocos libros. Sé bien cuales.
He destruido
cartas de amor que no me amaban ya.
Silenciosos, ahora, los amores
son icebergs errantes del pensar.
La casa, sin rincones para el miedo
deja mis ojos más desnudos.
Nada, ni la esperanza,
podrá perturbar ya la última muerte.
No hay otra cosa para los que amo.

Misteriosamente feliz, Visor libros Edición bilingüe Catalá -Castellano.

 

 

28 de mayo de 2014

Juan Carlos Abril / Traición

Tardes de infancia», óleo de Manuel Tricallotis


Este mundo de enfrente se encarama
donde puede y es tuyo sin saberlo,
a tu vida traiciona sin buscarlo
y no tienes la culpa.

En el pasado
fuiste feliz con la tranquilidad
de aquellos sueños, todas las promesas:
habitaba en tu mente un bosque inmenso
y siempre te asombrabas
con el murmullo de las caracolas.
Te sentías seguro en sus manos, protegido
por la mirada noble y bondadosa del padre.
Detrás de su existencia sólo había
una debilidad única: tú.

Nunca
más brillarán los ojos como entonces,
víctima de una infancia
demasiado perfecta.

De "Un intruso nos somete", 1997


Juan Carlos Abril

Felipe Benítez Reyes / La desconocida

En aquel tren, camino de Lisboa,
en el asiento contiguo, sin hablarte
–luego me arrepentí.
En Málaga, en un antro con luces
del color del crepúsculo, y los dos muy fumados,
y tú no me miraste.
De nuevo en aquel bar de Malasaña,
vestida de blanco, diosa de no sé
qué vicio o qué virtud.
En Sevilla, fascinado por tus ojos celestes
y tu melena negra, apoyada en la barra
de aquel sitio siniestro,
mirando fijamente -estarías bebida- el fondo de tu copa.
En Granada tus ojos eran grises
y me pediste fuego, y ya no te vi más,
y te estuve buscando.
O a la entrada del cine, en no sé dónde,
rodeada de gente que reía.
Y otra vez en Madrid, muy de noche,
cada cual esperando que pasase algún taxi
sin dirigirte incluso
ni una frase cortés, un inocente comentario…
En Córdoba, camino del hotel, cuando me preguntaste
por no sé qué lugar en yo no sé qué idioma,
y vi que te alejabas, y maldije a la vida.
Innumerables veces, también,
en la imaginación, donde caminas
a veces junto a mí, sin saber qué decirnos.
Y sí, de pronto en algún bar
o llamando a mi puerta, confundida de piso,
apareces fugaz y cada vez distinta,
camino de tus mundos, donde yo no podré
tener memoria.

Felipe Benítez Reyes
(Los vanos mundos, 1985)

27 de mayo de 2014

Manuel Vázquez Montalbán / Paseo por una ciudad


Paseo por una ciudad

Paseo por una ciudad
sin orillas
             miente la tarde
espejos despedidas humos
que denuncian retornos
                        me deja solo
el paso de muchachas alejadas
no pronuncian mi nombre no decretan
                                     mi muerte
entonces regreso
a los artesonados pasillos del recuerdo
pieles carnes repletas siluetas
                                 en sus cueros
el ruido de los párpados al cerrarse
                                      y tal vez
tal vez un grito literario puso nombre
al instante en que fui feliz
                              a la sombra
siempre a la sombra
                     de las muchachas sin flor.

A la sombra de las muchachas sin flor  (1973)

 

 

26 de mayo de 2014

Roger Wolfe / Seguro que a Eliot no le pasaban estas cosas


Seguro que a Eliot no le pasaban estas cosas


Fumando un cigarrillo.
Leyendo un libro que empecé
hace seis meses. Esperando
A que alguien llame por teléfono.
La vida esta tarde se me hace
tan monótona, tan insoportablemente
como tres gerundios al comienzo de un poema.


Glosa a Celaya

La poesía
es una arma
cargada de futuro.


Y el futuro
es del Banco
de Santander

Cinco años de cama (1998)