Bandidos asaltan la ciudad de Mexcatle y ya dueños del botín de guerra emprenden la retirada. El plan es refugiarse al otro lado de la frontera, pero mientras tanto pasan la noche en una casa en ruinas, abandonada en el camino. A la luz de las velas juegan a los naipes. Cada uno apuesta las prendas que ha saqueado. Partida tras partida, el azar favorece al Bizco, quien va apilando las ganancias debajo de la mesa: monedas, relojes, alhajas, candelabros... Temprano por la mañana el Bizco mete lo ganado en una bolsa, la carga sobre los hombros y agobiado bajo ese peso sigue a sus compañeros, que marchan cantando hacia la frontera. La atraviesan, llegan sanos y salvos a la encrucijada donde han resuelto separarse y allí matan al Bizco. Lo habían dejado ganar para que les transportase el pesado botín.
Me ven ahora
14 de diciembre de 2009
6 comentarios:
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nadie sabe para quien trabaja
ResponderBorrarjajajajaja Que putada!
ResponderBorrarEstá tan bien escrito que hubiera seguido leyendo, me ha encantado.
Gracias.
Salud
Qué miedo!!
ResponderBorrarTu moraleja, Uly, es cierta pero da pánico.
la cruda de los hombres calculadores y codiciosos...Lo más cierto del asunto es que las estádisticas lo comprueban día a día, desde que despunta el alba hasta morir la madrugada, en cáda página de los periódicos se anuncia la fatalidad latente de la especie más traicionera y violenta...El ser Humano.
ResponderBorrarjajaja! Me ha recordado a una historia que me contaron ayer, de dos hombres que están en el monte y ven venir a un oso. Uno de ellos se ocupa en ponerse unas deportivas y su compañero le dice:
ResponderBorrar- Qué importa que te pongas sus deportivas! El oso corre más que nosotros.
- Pero a mí me es suficiente si corro más que tú- dice el otro- porque es a ti a quien tengo que ganar la carrera.
;)
Que poco tiempo tengo para leer tu blog, una pena!
Creo que la avaricia, elquerer tener más, el vicio, llevan a estos resultados.
ResponderBorrarSaludos