Después de cada guerra
alguien tiene que limpiar.
No se van a ordenar solas las cosas,
digo yo.
Alguien debe echar los escombros
a la cuneta
para que puedan pasar
los carros llenos de cadáveres.
Alguien debe meterse
entre el barro, las cenizas,
los muelles de los sofás,
las astillas de cristal
y los trapos sangrientos.
Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar un muro,
alguien poner un vidrio en la ventana
y la puerta en sus goznes.
Eso de fotogénico tiene poco
y requiere años.
Todas las cámaras se han ido ya
a otra guerra.
A reconstruir puentes
y estaciones de nuevo.
Las mangas quedarán hechas jirones
de tanto arremangarse.
Alguien con la escoba en las manos
recordará todavía cómo fue.
Alguien escuchará
asintiendo con la cabeza en su sitio.
Pero a su alrededor
empezará a haber algunos
a quienes les aburra.
Todavía habrá quien a veces
encuentre entre hierbajos
argumentos mordidos por la herrumbre,
y los lleve al montón de la basura.
Aquellos que sabían
de qué iba aquí la cosa
tendrán que dejar su lugar
a los que saben poco.
Y menos que poco.
E incluso prácticamente nada.
En la hierba que cubra
causas y consecuencias
seguro que habrá alguien tumbado,
con una espiga entre los dientes,
mirando las nubes.
De "Fin y principio" 1993
Versión de Abel A. Murcia
por si alguien entiende el polaco
Po każdej wojnie
ktoś musi posprzątać
Jaki taki porzadek
sam się przecież nie zrobi.
Ktoś musi zepchnąć gruzy
na pobocza dróg,
żeby mogły przejechać
wozy pełne trupów.
Ktoś musi grzęznąć
w szlamie i popiele,
sprężynach kanap,
drzazgach szkła
i krwawych szmatach.
Ktoś musi przywlec belkę
do podparcia ściany,
ktoś oszklić okno
i osadzić drzwi na zawiasach.
Fotogeniczne to nie jest
i wymaga lat.
Wszystkie kamery wyjechały już
na inną wojnę.
Mosty trzeba z powrotem
i dworce na nowo.
W strzępach będą rękawy
od zakasywania.
Ktoś z miotłą w rękach
wspomina jeszcze jak było.
Ktoś słucha
przytakuje nie urwaną głową.
Ale już w ich pobliżu
zaczną kręcić się tacy,
których to będzie nudzić.
Ktoś czasem jeszcze
wykopie spod krzaka
przeżarte rdzą argumenty
i poprzenosi je na stos odpadków.
Ci, co wiedzieli
o co tutaj szło,
muszą ustąpić miejsca tym,
co wiedzą mało.
I mniej niz mało.
I wreszcie tyle co nic.
W trawie, która porosła
przyczyny i skutki,
musi ktoś sobie leżeć
z kłosem w zębach
i gapić się na chmury.
Wisława Szymborska - Koniec i początek
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!
El poema abre con una imagen de primavera y apareamiento. Las oscuras golondrinas revolotean celebrando el ritual del cortejo que apunta al inicio de la estación primaveral. Ellas cuelgan fecundamente sus nidos en señal de la atracción de los géneros. Las golondrinas, mensajeras del amor, revolotean lúdicamente en el cristal del balcón de la amada, celebrando tal vez, el inicio, o quizás, el apogeo, del amor de una pareja humana.
La primera estrofa predice enfáticamente la circularidad del apareamiento del macho y la hembra en el mundo natural, y tal vez, equívocamente apunta a la posibilidad de la re-actualización del ritual amoroso en el plano humano. Lo cierto es que la mujer del balcón no podrá detener el jubiloso apareamiento de la naturaleza. Para reiterar, la infalibilidad del apareamiento en la fauna, Bécquer se vale del uso del verbo "volver" en el futuro inmediato. Así," las oscuras golondrinas volverán a colgar sus nidos". y también " "llamarán jugando con el ala" en el cristal de la amada. El futuro del apareamiento de las golondrinas completamente predecible y de ello será testigo la mujer del balcón. La transparencia de los cristales del balcón le invita ineludiblemente a presenciar el juego sexual en la naturaleza.
El círculo de la certeza del apareamiento de las golondrinas y el indiscutible amor de la pareja que dicho apareamiento simboliza, se cancela por la singularización o particularización de las aves que representan el amor entre la bella del balcón y el poeta. Estas particulares golondrinas son los animales representativos de la pareja en tanto que pareja, puesto que le son familiares a ÉL y a Ella, como si fueran tiernas mascotas que celebran el amor de la pareja humana.
En efecto, en la bandada primaveral hay algunas que fungen como una especie de mascotas románticas de los enamorados a la vez que como testigos únicos del romance entre la pareja humana. Estas aves, emblemáticas del amor de la pareja, abandonan la bandada natural pues ya pertenecen exclusivamente a la esfera del romance sentimental. Son estas las golondrinas que contemplaban la ¨"hermosura" de ella y que detenían o "refrenaban" su vuelo al advertir la dicha del hombre enamorado. Los pájaros que ahora renuncian a la bandada, conocían ya el nombre de los enamorados y quizás lo trinaban al aire cuando la pareja se daba cita en el balcón de ventanales de cristal.
Bécquer recurre al uso enfático del tiempo verbal futuro para cancelar la posibilidad de que las aves de la pareja vuelvan a visitar el balcón. La amada será testigo del ritual primaveral de apareamiento, de las golondrinas en general, es decir de cualquier bandada de pájaros que efectúe su ritual de fecundidad en la primavera. Sin embargo, aquellas que representan al amor espiritualizado y casi sobre- natural que el amado siente por la amada, definitivamente, esas, "no volverán."
En el plano del romance humano, se entiende que no hay posibilidad de reconciliación entra la pareja ya que su amor trasciende el eterno retorno del mundo natural. Las golondrinas, que son emblema de los enamorados, no volverán al ventanal, pero los enamorados humanos que allí se cortejaban, tampoco volverán. Esta segunda estrofa elimina la trillada promesa de vivir felices para siempre y coloca en su lugar el clásico amor fallido y altamente espiritualizado que tanto atrae a los románticos.
Las tupidas madreselvas que escalan el balcón con ventanales de cristal de la mujer amada por el poeta, se comportan de la misma manera que las golondrinas. El poeta- enamorado admite que la naturaleza es indiferente a las pasiones, y los sentimientos humanos. Las golondrinas continuarán colgando sus nidos y las tupidas madreselvas volverán a escalar el balcón con ventanas de cristal. Las madreselvas " se abrirán aún más hermosas en las tardes”. Sin embargo, aquellas cuya identidad y particularidad están ligadas a la relación sentimental de los amantes," no volverán".
Bécquer insiste en que el amor es capaz de robarle a la naturaleza parte de su ser, si bien admite que es inevitable que las aves continúen revoloteando y las flores creciendo. Las madreselvas seguirán escalando el balcón pero "aquellas cuajadas de rocío" y que son símbolos del amor fresco, inocente, puro casto y virginal no volverán. O de otro modo, esas especificas golondrinas y madreselvas abandonan su el mundo natural porque eran o existían solo en virtud de un romance que llego a su fin.
En la quinta estrofa del poema Bécquer extiende la circularidad del tiempo natural a la esfera de las emociones humanas. Así, observa que las palabras de amor retornan y que de hecho "volverán a sonar en los oídos" de la mujer que antes amó. Sin embargo, el fin del romance asegura que ciertas golondrinas y ciertas flores abandonarán para siempre el hábitat del balcón. Las aves y las flores que no volverán son aquellas que ya no son mera naturaleza por haberse incorporado a la dimensión del amor sobrenatural que se profeso la pareja de amantes.
Las palabras amorosas pueden despertar del sueño a la amada y acaso generar en ella una nueva primavera sentimental. Sin embargo, el poeta-amante se convence de que el tipo de amor que le profesó a su amada está mas allá de la circularidad de los acontecimientos naturales y emocionales.
Para Bécquer los estamentos de la realidad se organizan jerárquicamente entre lo natural o físico, lo sociológico o emotivo y lo espiritual. Tanto el reino natural como el emocional, están gobernados por la repetición circular de eventos. El reino sobrenatural escapa al eterno retorno de los otros dos estamentos. De hecho, se desprende del poema, que el reino sobrenatural puede alterar los otros dos dominios de la realidad, impidiendo el regreso de ciertas golondrinas y de aquellas flores cubiertas de rocío que simbolizan el amor de la pareja. El amor divinizado invade, pues el reino de lo natural y de lo emocional y toma de allí, como en un rapto todo objeto u emoción que se asocia romance de la pareja que lo experimenta.
La estrofa final de la Rima LIII contiene una reiteración del prevalecer del tipo de amor espiritualizado que el poeta siente por la amada. En esta estrofa, Bécquer se reitera en su convicción de que el amor espiritualizado, a diferencia del mero enamoramiento, trasciende el eterno retorno del mundo. El poema apunta pues a la inevitable circularidad de los eventos naturales y psicológicos y a la potencia que tiene el amor e espiritualizado de abolir y trascender círculo de un futuro que no es más que una repetición del presente. Es por ello que el amante le asegura a la amada que la manera cuasi religiosa con que la ama es irrepetible.
La fuerza que Bécquer pone en su sentencia acerca del carácter irrepetible, y por ende único, del amor espiritualizado, se hace viable a través del uso del estribillo casi letánico. Las golondrinas, ángeles del amor puro, no volverán, las madreselvas cuajadas de rocío, no volverán y como el poeta quiso a la amada, no la querrán....
Casi desde que los registros de población existen –allá por el año 1500- las cifras indican que las mujeres viven entre cinco y diez años más que los hombres.
Incluso cuando dar a luz suponía todo un riesgo por las malas condiciones higiénicas y sanitarias, la longevidad femenina era superior, como demuestran los registros de 1751 que se conservan en Suecia.
La prensa española, al referirse a las razones de este fenómeno –que se mantiene en la mayoría de los países-, plantea que los científicos apuntan varias posibilidades. Una de ellas es que la naturaleza otorga a las mujeres “puntos extra”, por la sencilla razón de que ellas son quienes deben asegurar la supervivencia de la especie.
Desde ese punto de vista, la longevidad femenina es más necesaria y, de hecho, en todas las especies animales las hembras tienen mayor esperanza de vida.
CUESTIÓN DE HORMONAS
Algunos científicos opinan que la Testosterona es la culpable de que los varones se suiciden Cinco veces más que las mujeres, y sean víctimas de accidentes de tránsito o muertes violentas, con mayor frecuencia.
Esa hormona masculina lleva a niños y hombres a ejercer grandes niveles de actividad física, agresividad y competitividad, que acortan sus expectativas de vida.
Al margen de que los factores sociales se alíen con las hormonas, y confieran a los hombres mayores tasas de ocupación en empleos de riesgo, la Testosterona también eleva los niveles de “colesterol malo” en sangre, que aumenta las posibilidades de padecer una cardiopatía o un infarto cerebrovascular.
Por el contrario, los estrógenos –hormonas femeninas- elevan el colesterol bueno. De modo que en ellos aumenta el riesgo de infarto a partir de los cuarenta, y en ellas hasta después de la menopausia.
UN CORAZÓN MÁS FUERTE
Mientras las mujeres tienen dos cromosomas X, los hombres tienen un cromosoma X y otro Y, lo cual quiere decir que si uno de ellos sufre algún tipo de daño, los varones carecen de capacidad para sustituir sus funciones.
Esto los convierte en más vulnerables a varias enfermedades (como es el caso de la hemofilia) provocadas por mutaciones en el “cromosoma del género”.
Ellas, por el contrario, pueden contar con el otro para suplir sus funciones. Una de las teorías más recientes –sostenida por científicos de la Universidad “John Moores”, en Liverpool, Gran Bretaña- plantea que el corazón de un varón de 70 años representa la edad de...70 años, mientras que en una mujer su órgano cardíaco se parece al de una joven de veinte años, pues no sufre un descenso del veinticinco por ciento de su capacidad, entre los 18 y los 70 años.
Científicos de Estados Unidos consultados sobre las razones que explican una mayor longevidad en las mujeres, señalan que éstas tienen comportamientos más saludables.
“Ellas tienden a fumar menos, beber menos, conducir de forma menos agresiva y utilizar menos la violencia que los hombres”, opinan los especialistas.