De Vilnius a Trakái con Mizhelaities
A Tatiana Gordieiva después de tantos años.
El tren se desliza silencioso
sobre pequeños charcos de nieve diluida.
A lo lejos, cabañitas y dachas
exhalan un humo gris. La mañana es opaca,
la neblina se deshace estrepitosa
al estrellarse contra los carros y los ventanales
una calma extraña nos rodea.
Un hombre sentado al frente
elegante y de bigotes claros
lee un libro de poemas.
Es un libro grande, de pasta azul
y la figura de un hombre en la portada.
Tania se acerca y me susurra al oído:
“Son los poemas de Eduardas Mizhelaities”.
Callo. Miramos de nuevo el campo helado.
Al fondo, como un punto que va creciendo,
divisamos el hermoso castillo de Trakái.
El tren comienza a detenerse.
Por primera vez en todo el viaje
el hombre del bigote claro
alza los ojos y cierra el libro:
de Vilnius a Trakái leyó su Mizhelaities.
Me alegra recuperar de nuevo la lectura de tus entradas, donde siempre encuentro tanta belleza y sensibilidad.
ResponderBorrarHoy con "De Vilnius a Trakái con Mizhelaities", vuelvo a sentir tu presencia y descubro porqué he añorado este espacio.
El 14 de octubre, es un día muy significativo para mi, espero tu vuelta.
Un abrazo amigo.
Francisco, me alegro que vuelvas.
ResponderBorrarEspero que estés mejor de salud.
Te mando ánimo y adelante.
un abrazo
Me alegra muchísimo saber que continuarás sorprendiéndonos con tus hallazgos.
ResponderBorrarEspero que te recuperes completamente.
Un abrazo, querido amigo
¡Qué bien, Francisco, qué bueno que vuelvas!
ResponderBorrarSe han ido cerrando varios blogs amigos, espero que el tuyo siga deleitándonos.
¡Qué te mejores!
Te deseo, estimado Francisco, una pronta y total recuperación.
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