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31 de diciembre de 2013

Leyenda de año nuevo



AŃO NUEVO

Habéis visto nacer el Ańo Nuevo? ˇEl ańo nuevo nace en el Cerro de la Bufa! żNo lo creéis? Os voy a contar cómo. El Cerro de la Bufa es, en su interior, una gruta inmensa. Si algún día lográis encontrar la puerta secreta que existe en el Crestón y entráis por una larga escalinata de mármol, os daréis cuenta de que en el interior del Cerro de la Bufa existe un palacio extenso y bellísimo. El piso está hecho de plata. Grandes lozas del precioso metal lo cubren. Las paredes son todas de oro macizo y por todas partes brilla una luz intensa producida por la multitud de las piedras preciosas que cuelgan del techo. Del techo y de las paredes penden perlas, granates, diamantes, rubíes, que despiden luces blancas, azules, verdes, amarillas, rojas, y que dan al castillo un aspecto fantástico y extrańo. Pero lo más importante es que el interior del Cerro de la Bufa está habitado. Millares de gnomos viven en él. żSabéis lo que es gnomos? Los gnomos son los duendes, los fabricantes y los guardianes de los metales y de las piedras preciosas que hay en las minas. Son unos seres pequeńísimos, que apenas levantan cincuenta centímetros del suelo. Su piel es blanca, llevan una grande melena y poseen unos ojos pequeńísimos. Portan un gran bigote y una barba descomunal. Los gnomos son parientes de los enanos; de aquellos enanos amigos de Blanca Nieves. Y se visten como ellos. Con un gorro de color rojo, terminado en punta, y con un vestido de payaso. Pues bien la gruta del Cerro del Bufa está invadida por estos seres diminutos y exóticos. Y he aquí estos enanos tienen un encargo especial y muy delicado. Consagran su vida a cuidar, a alimentar y conservar los Ańos Nuevos.

Porque habéis de saber que en el interior del castillo hay gran salón de cristal. Algo así como el aparador muy grande de una tienda y dentro de ese salón de cristal los enanos tienen guardados a los Ańos Nuevos. Estos son unos nińos hermosos, blancos, como el marfil, sonrosados, de cabello rubio y ensortijados, robustos. Y los gnomos los tienen guardados en pequeńas cajas,envueltos en algodón para que no mueran de frío. Y a todas horas los vigilan, los alimentan, los miman. Porque si los dejan morir, ya no habría Ańo Nuevo. Se acabaría el tiempo y se acabaría el mundo. Cada ańo cuando el mes de diciembre toca a las puertas de las casas de los hombres, los gnomos celebran, en el interior del palacio, una asamblea general. La junta es presidida por un enano más viejo. Y en esa reunión se discute cual de los Ańos Nuevos, encerrados en el salón de cristal, está mejor parado, más robusto, mejor dotado para echarlo al mundo. Los enanos gritan, opinan, objetan, se enfurecen, patalean, dan volteretas, hacen berrinches. Y finalmente, por medio de una votación secreta, eligen al Ańo Nuevo que habrá de salir a recorrer el mundo.

El día último del ańo es de gran fiesta dentro del castillo. ˇHay que despedir al Ańo Nuevo que abandona el hogar paterno! Hay más luz que de costumbre. Los gnomos gritan y cantan. Brindan en diminutas copas, con néctares pétreos, por el huésped que se va. Colocan al elegido sobre un gran trono, en medio del castillo; todos giran a su alrededor en danzas frenéticas; se dicen los dirambos, las frases y los gritos anodinos. El enano más viejo entrega al Ańo Nuevo sonríe y se despide de todos. Mientras tanto acá afuera, en la ciudad pocas gentes se dan cuenta de lo que pasa. A las once cuarenta y cinco de la noche, en punto, una gran sombra atraviesa la ciudad y va a colocarse sobre el Crestón de la Bufa. Es el Ańo Viejo que regresa de su correría prolongada. Es un viejo largo inmenso, que parece, llegar hasta las estrellas; se nota enjuto y encorvado; sus vestidos parecen sucios y desgarrados; el cabello y la barba son largos, blanquísimos y desmelenados y se aprecian sucios por el polvo de los caminos.

El viejo trae en sus manos lánguidas un bordón, una alforja vacía y una lampara de petróleo. ˇEs el Ańo viejo que ha regresado de su largo viaje! Pero ˇoh, que milagro!: cuando suena la última campanada de las doce de la noche en reloj de Catedral, el Cerro de la Bufa se ilumina con un resplandor vivísimo, como si hubiera encendido en él una hoguera gigantesca. Luego se levanta el peńasco enorme que cubre la entrada del castillo. Del interior sale un resplandor más vivo todavía. Se escuchan himnos extrańos. Se oye el eco de cánticos rarísimos. De pronto surge la gran visión. Llevado en peso por miles de enanos, aparece por encima de las rocas del Crestón, el “Ańo Nuevo”, radiante, coronado, bellísimo. Los gnomos lo elevan muy alto, hasta perderse de vista en la última estrella y allá lo abandonan para que inicie su gran caminata por el mundo.

En la ciudad las gentes bailan, brindan, gritan, se felicitan por la llegada del Ańo Nuevo y no se dan cuenta de que, en la gruta que está dentro del Cerro de la Bufa, los gnomos asisten conmovidos a los funerales solemnes del Ańo Viejo, que yace en el suelo, inmóvil para siempre.

2 comentarios:

  1. Pues a rey muerto,rey puest...
    digo año nuevo puesto.

    Muchas felicidades, Francisco.

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  2. Ha sido una verdadera experiencia adentrarme en esta leyenda despidiendo el año y celebrando el nuevo que comienza y hacerlo en la forma que más me llega.
    La fantasía.
    Te deseo un año cargado felicidad y nuevos motivos para el asombro.
    Estaré a tu lado aunque sea en la distancia. Un fuerte abrazo.

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