Dos monjes iban caminando por un campo después de una tormenta. Al llegar a un río se encontraron a una joven vestida con un kimono magnífico que no podía cruzar.
El monje más joven cogió a la mujer en brazos y la ayudó a cruzar el río.
Tras despedirse de la mujer, los dos monjes siguieron caminando en silencio, el mayor de los dos muy enfadado y sin decir una palabra.
Al final del día al llegar al monasterio donde tenían que alojarse, el monje de más edad le dijo al joven:
- ¿Cómo has podido hacer eso? Sabes que hemos hecho voto de no tocar a ninguna mujer!
A lo que el monje más joven contestó:
- Te refieres a la mujer del kimono que ayudé a cruzar? Yo ya hace horas que la dejé, ¿tú todavía la llevas encima?
El monje más joven cogió a la mujer en brazos y la ayudó a cruzar el río.
Tras despedirse de la mujer, los dos monjes siguieron caminando en silencio, el mayor de los dos muy enfadado y sin decir una palabra.
Al final del día al llegar al monasterio donde tenían que alojarse, el monje de más edad le dijo al joven:
- ¿Cómo has podido hacer eso? Sabes que hemos hecho voto de no tocar a ninguna mujer!
A lo que el monje más joven contestó:
- Te refieres a la mujer del kimono que ayudé a cruzar? Yo ya hace horas que la dejé, ¿tú todavía la llevas encima?
Pensé que le diría que el motivo por el cual no podía cruzar, era el kimono.
ResponderBorrarBueno, ser monje no quita sr caballero...
ResponderBorrarbeso
Ambas tienen razón, lo que se ouede cuestiopnar es al monje que se dejó llevar por la ira.
ResponderBorrarPara tomas buenas decisiones, no hay que quedarse anclado en el pasado.
Maravilloso, cuantas veces no olvidamos de bajar tantas cosas...
ResponderBorrarsaludos.
No recuerdo de dónde conocía esta historia,pero es cierto que lo que nos queda prendido en la mente es una verdadera carga.¡qué interesante es todo lo que pones! a veces me quedo desconcertada,como si algo se escapara a mi entendimiento.Abrazos
ResponderBorrarHola Ulysses!!!!
ResponderBorrarGracias por tu gentil visita! Muy bueno el koan que posteaste; es indudable la destreza que tienen los budistas Zen para hacer una virtud de las inconsistencias que surgen de la comunicación verbal.
Excelente tu blog!
Un abrazo
Alejandra
Hola, Ulysses, no había visto en tu blog esta bonita historia.
ResponderBorrarSalud♥s