Me ven ahora

17 de febrero de 2009

Las últimas miradas. Enrique Anderson Imbert


El hombre mira a su alrededor. Entra en el baño. Se lava las manos. El jabón huele a violetas. Cuando ajusta la canilla, el agua sigue goteando. Se seca. Coloca la toalla en el lado izquierdo del toallero: el derecho es el de su mujer. Cierra la puerta del baño para no oír el goteo. Otra vez en el dormitorio. Se pone una camisa limpia: es de puño francés. Hay que buscar los gemelos. La pared está empapelada con dibujos de pastorcitas y pastorcitos. Algunas parejas desaparecen debajo de un cuadro que reproduce Los amantes de Picasso, pero más allá, donde el marco de la puerta corta un costado del papel, muchos pastorcitos se quedan solos, sin sus compañeras. Pasa al estudio. Se detiene ante el escritorio. Cada uno de los cajones de ese mueble grande como un edificio es una casa donde viven cosas. En una de esas cajas las cuchillas de la tijera deben de seguir odiándoles como siempre. Con la mano acaricia el lomo de sus libros. Un escarabajo que cayó de espaldas sobre el estante agita desesperadamente sus patitas. Lo endereza con un lápiz. Son las cuatro del la tarde. Pasa al vestíbulo. Las cortinas son rojas. En la parte donde les da el Sol, el rojo se suaviza en un rosado. Ya a punto de llegar a la puerta de salida se da vuelta. Mira a dos sillas enfrentadas que parecen estar discutiendo ¡todavía! Sale. Baja las escaleras. Cuenta quince escalones. ¿No eran catorce? Casi se vuelve para contarlos de nuevo pero ya no tiene importancia. Nada tiene importancia. Se cruza a la acera de enfrente y antes de dirigirse hacia la comisaría mira la ventana de su propio dormitorio. Allí dentro ha dejado a su mujer con un puñal clavado en el corazón.

7 comentarios:

  1. ¿Por qué?

    Ya no entiendo el homicidio ni siquiera desde el punto de vista novelado o romántico...

    Saludos

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  2. A mí también me ha sucedido:
    una hubiera preferido no ver el puñal,
    pero lo cierto es que el relato es estupendo.

    Además, se olvida rápidamente porque la atención está centrada en él..



    Saludos , Uly

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  3. El olor a violetas le acompañará esa noche en el calabozo.
    Será la primera de una larga espera.

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  4. no sé porqué me imaginaba que el relato iba por ahí... supongo que es fruto de lo sensibles que estamos a esto de la violencia de género...

    has conseguido un "crimen elegante"... pero no por ello menos frío y doloros.

    bicos,

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  5. Leyéndome parezco enfadada... pero OnlyMary tiene razón.

    El texto me atrae.

    Saludos.

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  6. La pulcritud de un asesino... interesante el relato. Y, como dice Aldabra, elegante pero igual de horrible.
    G.

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  7. Un relato escrito de una forma tan minuciosa, limpia y bella, para terminar retratando la frialdad e indiferencia (quizá, incluso el más mínimo remordimiento) de un frío y calculador asesino.
    Dejo con un cachito de admiración, mis bicos.

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