Un poema de amor
Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008Cuando hable con el silencio
cuando sólo tenga una cadena
de domingos grises para darte
cuando sólo tenga un lecho vacío
para compartir contigo un deseo
que no se satisface ya con los cuerpos de este mundo
cuando ya no me basten las palabras del castellano
para decirte lo que estoy mirando
cuando esté mudo de voz de ojos y de movimiento
cuando haya arrojado lejos de mí
el miedo a morir de cualquier muerte
cuando ya no tenga tiempo para ser yo
ni ganas de ser aquel que nunca he sido
cuando sólo tenga la eternidad para ofrecerte
una eternidad de voces y de olvido
una eternidad en la que ya no podré verte
ni tocarte ni encelarte ni matarte
cuando a mí mismo ya no me responda
y no tenga día ni cuerpo
entonces seré tuyo
entonces te amaré para siempre.
Homero Aridjis
Que hermoso poema!
ResponderBorrarUn amor tan apasionado y sublime a la vez. Un amor total que va desde lo prosaico a lo etéreo, rozando la eternidad.
Andaaaaa que intenso. Bufff!!!!. Me he quedado sin palabras.
ResponderBorrarBesos
AHORA QUIERO COMPARTIRTE
ResponderBorrarEra en aquellas tardes,
las últimas,
cuando el mundo corría más deprisa para abrigarnos,
cuando los paraguas se replegaban tras la puerta,
levantando charcos azules sobre los azulejos desgastados de nuestros pasos.
Era en las tardes últimas,
cuando los besos pesaban en nuestras bocas como grandes monedas,
cuando la noche era tan ágil que nos envolvía con sus brazos
sin darnos tiempo a cerrar los ojos,
o a encender una luz ante la cual nunca nos desnudamos. (Por equivocación).
Era en aquellas tardes,
cuando los besos se cubrían de otoño para descender tranquilamente
a nuestras bocas,
fatigados,
de tantas palabras y pasiones que siempre despertaban a la misma hora.
Era en aquellas tardes,
las últimas,
cuando el mundo corría más deprisa para abrigarnos…
Ahora…
antes que la mañana robe lo que nos queda en los bolsillos,
antes que se lleve las estrellas que encierras en tu boca
y las rompa sobre tus pechos,
confundiendo el alcohol y las palabras entrecortadas que nos envuelven.
Antes quiero compartirte,
como un vino rojo y encendido a través de las manos,
como un poema inconcluso que se detiene en tu cintura,
elipse deshabitada,
hasta ascender al crimen perfecto de tus labios,
a esperarme.
Ahora quiero compartirte,
para que el día no me encuentre desnudo
y vuelto de espaldas a tu nombre.