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4 de julio de 2013

El futuro,Julio C0rtázar

Para bien o para mal nada existe para siempre...
con respecto a la madurez...prefiero la efervescencia de un rato de felicidad a la cordura de 6 a 20:30 hrs... no sera mi primera rodilla raspada.

El Futuro, Julio Cortázar


Y sé muy bien que no estarás.
No estarás en la calle,
en el murmullo que brota de noche de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia los completos de los subtes,
ni en los libros prestados ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás
o en el color de un par de guantes o una blusa.
Me enojaré amor mío,sin que sea por ti,
y compraré bombones pero no para ti,
me pararé en la esquina a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré las cosas que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí adentro, la cárcel donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles y de puentes.
No estarás para nada,no serás ni recuerdo,
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti.
 
Gracias Irlanda, parece que me lees el pensamiento

24 de febrero de 2013

Memorias de Adriano (Fragmento Capítulo 1) Marguerite Yourcenar

 Animula vagula, blandula,
Hospes comesque corporis,
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula,
Nec, ut solis, dabis iocos...[i]
P. AELIUS HADRIANUS, Imp.

VARIUS MULTIPLEX MULTIFORMIS




«Querido Marco: He ido esta mañana a ver a mi médico Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa después de un largo viaje por Asia. El examen debía hacerse en ayunas; habíamos convenido encontrarnos en las primeras horas del día. Me tendí sobre un lecho luego de despojarme del manto y la túnica. Te evito detalles que te resultarían tan desagradables como a mí mismo, y la descripción del cuerpo de un hombre que envejece y se prepara a morir de una hidropesía del corazón. Digamos solamente que tosí, respiré y contuve el aliento conforme a las indicaciones de Hermógenes, alarmado a pesar suyo por el rápido progreso de la enfermedad, y pronto a descargar el peso de la culpa en el joven Iollas, que me atendió durante su ausencia. Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre. El ojo de Hermógenes sólo veía en mí un saco de humores, una triste amalgama de linfa y de sangre. Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo. Haya paz... Amo mi cuerpo; me ha servido bien, y de todos modos no le escatimo los cuidados necesarios. Pero ya no cuento, como Hermógenes finge contar, con las virtudes maravillosas de las plantas y la dosis exacta de las sales minerales que ha ido a buscar a Oriente. Este hombre, tan sutil sin embargo, abundó en vagas fórmulas de aliento, demasiado triviales para engañar a nadie. Sabe muy bien cuánto detesto esta clase de impostura, pero no en vano ha ejercido la medicina durante más de treinta años. Perdono a este buen servidor su esfuerzo por disimularme la muerte. Hermógenes es sabio, y tiene también la sabiduría de la prudencia; su probidad excede con mucho a la de un vulgar médico de palacio. Tendré la suerte de ser el mejor atendido de los enfermos. Pero nada puede exceder de los limites prescritos; mis piernas hinchadas ya no me sostienen durante las largas ceremonias romanas; me sofoco; y tengo sesenta años».

Memorias de Adriano, de la traducción de Julio Cortázar (Edhasa)

[i] Almita mía, mi querida,
huésped y compañera del cuerpo,
te marchas sin saber dónde,
pálida, rígida, temblorosa,
y ya no te entregarás a tus juegos.

20 de junio de 2012

Julio Cortázar, Diario a diario


El diario a diario


Un señor toma un tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de la plaza. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diaro, hasta que un muchacho lo ve, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis.

 En Historia de Cronopios y Famas
Julio Cortazar




24 de febrero de 2010

Respuestas a los Inicios de novelas

  1. Rayuela, Julio Cortázar
  2. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes.
  3. Cien años de soledad, Gabriel García Márquez
  4. Crónica de una muerte anunciada, Gabriel García Márquez
  5. El túnel, Ernesto Sabato.
  6. La invención de Morel, Adolfo Bioy Casares
  7. Los detectives salvajes, Roberto Bolaño.
  8. La muerte de Artemio Cruz, Carlos Fuentes.
  9. Corazón tan blanco, Javier Marías.
  10. Suicidios ejemplares, Enrique Vila-Matas.
  11. Pudor, Santiago Roncagliolo.
  12. La Regenta, Clarín
  13. “Yo el supremoRoa Bastos
  14. Ana Karenina, León Tolstoi
  15. La metamorfosis, Franz Kafka
  16. Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, Roberto Bolaño y Antonio García Porta.

24 de julio de 2009

Rayuela, capítulo 68- Julio Cortázar Jabberwocky- Alicia a través del espejo- Lewis Carroll

En "Rayuela", Julio Cortázar escribió un destacado capítulo, el número 68. Se trata de un lenguaje musical y sensual que consigue transmitir sentido usando palabras inventadas.

Rayuela, capítulo 68


Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

Traducción al francés

"Alors qu'il lui amalabait à peine le noème, contre elle choquait le clémisse, et ils tombaient en hydromuries, en ambonies sauvages, en soustelles exaspérantes. Chaque fois qu'il tentait de reclicher les incopélusses, il s'emmêlait en un grimut plantieux et il devait s'envulsionner face au novale, en sentant comment peu à peu les carnielles mirroillaient, s'appeltronnaient en se redomplant, jusqu'à rester tendu comme le trimalciate d'ergomanine sur lequel on a laissé tomber des filulles de caricoinces. Et pourtant ce n'était que le début, car à un certain moment elle se tordulait les hurgaliesses, consentant qu'il approche doucement ses orphélunes. Tout juste s'entreplumaient-ils, quelque chose comme un ullucorde les encrestauriaient, les extrajoutaient et les paramouvaient; d'un coup c'était le clinonne, la convulcante sterfureuse des maltriques, la ahadonante embouchepluie de l'orgume, les sproëmes du merpasme dans une surhumitique argopause. Evohé! Evohé! Volpausés sur la crête du murélien, ils se sentaient balparamer, perlins et maurelles. Le trèque tremblait, les marioplumes tombaient et tout se resolvirageait en un pindice profond, dans des niolames de gases argutendues, en calindresses quasi cruelles qui les ordopénaient jusqu'à la limite des gonffes."

En A través del espejo y lo que Alicia encontró allí (Through the looking-glass, and what Alice found there de Lewis Carroll, se encuentra un poema con palabras inventadas.

Jabberwocky


Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.

Beware the Jabberwock, my son!
The jaws that bite, the claws that catch!
Beware the Jubjub bird, and shun
The frumious Bandersnatch!'

He took his vorpal sword in hand:
Long time the manxome foe he sought
So rested he by the Tumtum tree,
And stood awhile in thought.

And as in uffish thought he stood,
The Jabberwock, with eyes of flame,
Came whiffling through the tulgey wood,
And burbled as it came!

One, two! One, two! And through and through
The vorpal blade went snicker-snack!
He left it dead, and with its head
He went galumphing back.

And hast thou slain the Jabberwock?
Come to my arms, my beamish boy!
O frabjous day! Callooh! Callay!'
He chortled in his joy.

Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.

Texto en español

Galimatazo

Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.

¡Cuidate del Galimatazo, hijo mío!
¡Guárdate de los dientes que trituran
Y de las zarpas gue desgarran!
¡Cuidate del pájaro Jubo-Jubo y
que no te agarre el frumioso Zamarrajo!

Valiente empuñó el gladio vorpal;
a la hueste manzona acometió sin descanso;
luego, reposóse bajo el árbol del Tántamo
y quedóse sesudo contemplando...

Y así, mientras cabilaba firsuto.
¡¡Hete al Galimatazo, fuego en los ojos,
que surge hedoroso del bosque turgal
y se acerca raudo y borguejeando!!

¡Zis, zas y zas! Una y otra vez
zarandeó tijereteando el gladio vorpal!
Bien muerto dejó al monstruo, y con su testa
¡volvióse triunfante galompando!

¡¿Y haslo muerto?! ¡¿Al Galimatazo?!
¡Ven a mis brazos, mancebo sonrisor!
¡Qué fragarante día! ¡Jujurujúu! ¡Jay, jay!
Carcajeó, anegado de alegría.

Pero brumeaba ya negro el sol
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas,
mimosos se fruncian los borogobios
mientras el momio rantas necrofaba...

21 de julio de 2009

La inmiscucion terrupta Julio Cortázar (Último Round 1969)



En 1969, se publicó la obra de Julio Cortázar titulada Último Round. En ella está incluido el cuento La inmiscusión terrupta, escrito en gíglico, un lenguaje inventado por él. Muy recomendable para pensar qué decimos, qué queremos decir, cómo lo hacemos, qué inventamos al decir, si significa algo lo que decimos, qué nos comunica y nos incomunica de nuestro lenguaje, del de nuestros alumnos, qué límites tiene nuestro lenguaje, cuántas formas hay de decir lo mismo, cuánto puede significar una sola cosa, qué podemos crear, imaginar, sugerir, deshacer y hacer con las palabras, en la educación y en la vida en general. Y muchas otras cosas…

La inmiscusión terrupta


Como no le melga nada que la contradigan, la señora Fifa se acerca a la Tota y ahí nomás le flamenca la cara de un rotundo mofo. Pero la Tota no es inane y de vuelta le arremulga tal acario en pleno tripolio que se lo ladea hasta el copo.

– ¡Asquerosa! – brama la señora Fifa, tratando de sonsonarse el ayelmado tripolio que ademenos es de satén rosa. Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la crimea y consigue marivorearle un suño a la Tota que se desporrona en diagonía y por un momento horadra el raire con sus abrocojantes bocinomias. Por segunda vez se le arrumba un mofo sin merma a flamencarle las mecochas, pero nadie le ha desmunido el encuadre a la Tota sin tener que alanchufarse su contragofia, y así pasa que la señora Fifa contrae una plica de miercolamas a media resma y cuatro peticuras de esas que no te dan tiempo al vocifugio, y en eso están arremulgandose de ida y de vuelta cuando se ve precivenir al doctor Feta que se inmoluye inclótumo entre las gladiofantas.

– ¡Payahás, payahás! – crona el elegantiorum, sujetirando de las desmecrenzas empebufantes. No ha terminado de halar cuando ya le están manocrujiendo el fano, las colotas, el rijo enjuto y las nalcunias, mofo que arriba y suño al medio y dos miercolanas que para qué.

– ¿Te das cuenta? – sinterrunge la señora Fifa.

– ¡El muy cornaputo! – vociflama la Tota.

Y ahí nomás se recompalmean y fraternulian como si no se hubieran estado polichantando más de cuatro cafotos en plena tetamancia; son así las tofitas y las fitotas, mejor es no terruptarlas porque te desmunen el persiglotio y se quedan tan plopas.

8 de noviembre de 2008

Julio Cortázar Instrucciones para llorar


Instrucciones para llorar



Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

Julio Cortázar