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2 de marzo de 2014

Homero Aridjis / Primer Sueño


 Primer sueño

Contra el hostigamiento político,
contra la violencia criminal,
contra el miedo
he levantado un muro de poesía.

Against political harassment,
against criminal violence,
against fear
I built a wall of poetry.

4:11 del sábado 17 de noviembre de 2010

Escrito después de un sueño en el que políticos y criminales se emboscaban y mataban, y yo me protegía de la violencia detrás del muro de poesía que había levantado.

Homero Aridjis

Diario de sueños, Fondo de Cultura Económica, México, 2011.

9 de abril de 2013

Homero Aridjis / Los higos Blancos de Esmirna

Homero Aridjis



El poema en prosa, "Los higos blancos de Esmirna” es un  extraordinario ejemplo, conmovedor y lúcido, de la genealogía que sigue buscando y nombrando, entre sueños, al autor, al padre, a la madre, a la esposa, a las hijas y, especialmente, a ese héroe trágico de Grecia que vino a dejar simiente en un pequeño lugar de México.

Los Higos Blancos de Esmirna

En mi infancia ejercí con fervor la adoración del higo, como diría Borges del tigre. Hijo de dos culturas, mejor dicho, de dos mitologías, la griega y la mexicana, los higos representaban en mi infancia lo griego. Y algo muy íntimo, la relación del niño con su padre a través de un fruto.
Mi padre, hombre de la diáspora del Asia Menor, se pasó la vida plantando higueras en el campo mexicano. Entre los magueyes, que producían pulque, y los nopales, con sus tunas rojas que hacia pensar en los corazones de los sacrificados en el México antiguo, él se sentaba a la sombra de las higueras y contemplaba sus hojas como grandes manos verdes.
En los umbrales de su propia vejez, caminando entre las higueras desaparecidas de la huerta en las que mi padre y yo cortábamos higos juntos, los más verdes emitiendo al ser cortados su leche pegajosa, me pregunto una vez más, ¿ qué significaron para mí los higos blancos de Esmirna? ¿Eran reales o una referencia apocalíptica, como cuando el Cordero abre el sexto sello y se compara la caída de estrellas sobre la tierra con la higuera que deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento?
Los miércoles en la tarde mi padre cerraba su tienda de ropa y se metía a la huerta, y emergía de ella con los brazos cruzados como un cesto con higos. Los frutos envueltos en una piel fina con la carne repleta de semillas diminutas me sabían a ambrosía, y para mí tenían el color y el olor de venir de los huertos de Pallas Atenea, mi diosa favorita.
Todavía ahora cuando veo higos imagino a mi padre, parado delante de una higuera, que ya no existe, en una huerta que existe, pero con sus árboles frutales arrasados, parafraseando los versos de un poeta andaluz (aunque mi padre no leía versos):

Tú también eres, oh higuera,
sobre este suelo extranjera.

O aún lo escucho metido en el pellejo del Dionisio de Las Bacantes, diciendo:

He venido a esta tierra de los mexicanos, yo, Nicias Aridjis Theologos, hijo ignoto de Zeus, al que antaño parió la hija de Cadmo, Sémele, haciendo de partero el hijo del relámpago; no ando en la figura de un dios, sino en la de un mortal; estoy junto al cerro Altamirano y las barrancas que bajan de los santuarios de la mariposa Monarca hacia el pueblo de Contepec como un hombre que habla la lengua de sus ancestros en sueños.


En 2004, me otorgaron la Nichols Chair in Public Sphere and Humanities de la Universidad de California en Irvine y tuve que pasar cuatro meses en el campus para dar una conferencia e impartir un curso de literatura. Para librarme del tedio que me provocaban, mis alumnos de pocas luces, quise darme el gusto de releer un libro importante en mi vida. Escogí la Odisea, poema que había leído a los trece años en Contepec, mi pueblo natal, en una edición de Editorial Sopena Argentina, en traducción directa del griego de Federico Baráibar y Zumarriaga. Esa lectura me había abierto las puertas de la poesía homérica y el mundo de los libros de aventuras. Versos hermosos como "La aurora de rosados dedos" todavía resonaban en mi mente cincuenta años después. Esta vez leería un Canto cada noche en una edición en prosa, de la Loeb Classical Library , con texto griego y traducción al inglés por A. T. Murray.

Casi al final, al toparme con unos versos del Canto 24, cuando Odiseo, después de matar a los pretendientes de Penélope, se encuentra en su viñedo con su padre viejo Laertes, vistiendo una túnica sucia, parchada y miserable, cubierto con una capa de piel de cabra y guantes en las manos para protegerse de las espinas, soñé con mi padre. Nicias Aridjis Theologos, un griego de la diáspora que se había salvado en 1922 de las matanzas de griegos y armenios a manos de los turcos, cuando Ataturk declaró la guerra a Esmirna infiel, cruzando hacia la isla de Samos. En 1926 pasó a México, y sin volver nunca a Grecia ni a Europa, murió en el pueblo de Contepec sesenta años después.
Terminado el libro, me dormí. Pero al poco rato soñé con mi padre en la huerta. Estaba parado junto a un árbol, una higuera como aquellas que él había plantado para tener higos blancos de Esmirna. Durante mi infancia mucha veces habíamos caminado juntos para cortar higos. Lo curioso es que él estaba muerto y yo vivo, y para no asustarlo con mi presencia mantuve un diálogo como esos que se tienen entre entre un padre y un hijo que viene de visita a la casa paterna. La higuera estaba detrás del Cine Apolo, con su tejado que se había venido abajo, pero en su tiempo, cuando llovía, hacía tanto ruido igual que si el cielo se estuviera cayendo sobre los espectadores.
En el sueño sus manos transparentes no portaban higos.
Como en uno de los tormentos de Tántalo en la Odisea, parecía que los "frutales sus ramas tendíanle a la frente con espléndidos frutos, perales, granados, manzanos, bien cuajados olivos, higueras con higos sabrosos; mas apenas el viejo alargaba sus manos a ellos cuando un viento veloz los alzaba a las nubes sombrías".
Después del diálogo nos despedimos. Al despertar me senté a escribir el poema "Encuentro con mi padre en la huerta".

Homero Aridjis

Diario de sueños, Fondo de Cultura Económica, México, 2011.

5 de abril de 2013

Homero Aridjis / Chica en celo

¿El amor a qué huele?

CHICA EN CELO

¿el amor a qué huele?
JRJ

¿El amor a qué huele?
¿A cuerpos que van y vienen
por la estación de trenes?

¿A náyades furtivas
con ropa de mezclilla
junto a fuentes urbanas?

¿A copos colosales
envueltos en pañuelos
en centros comerciales?

¿A sábados promiscuos
con autobuses llenos
y parejas con niños?

Cuando la chica viene
por la ciudad lluviosa,
¿el amor a qué huele?

París, viernes 8 – sábado 9 de enero de 2010

Homero Aridjis

Diario de sueños, Fondo de Cultura Económica, México, 2011.


4 de abril de 2013

Los Higos blancos de Esmirna - Retratos de mi padre (Dos poemas de Homero Aridjis)


Los Higos blancos de Esmirna

                                                         A mi padre Nicias


Antes de que te desvanezcas en el espejo negro,
déjame verte una vez más en la huerta de los higos

de este devastado jardín terrestre, y tu y yo,
como Nadies que han pisado la tierra desnuda,
cojamos con mano vana los frutos del otoño
que regala Démeter dadivosa.

Antes que en brazos de la Parca helada
crucemos separados los umbrales del Hades,
y en el horizonte indefinido se junten
nuestras sombras con la de los vivos y los muertos,
quiero, padre mío, volver contigo a la huerta
de mi infancia, y, escondidos de todos,
cortar los higos blancos de Esmirna.

París, domingo 18 de octubre de 2009


Homero Aridjis

Diario de sueños, Fondo de Cultura Económica, México, 2011.


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Retratos de mi padre

En este cuarto abierto a los cuatro vientos,
padre, juego con tus retratos.

Veinte años después de haberte ido,

no sé cuál rostro es el más tuyo,

si aquel donde eres un soldado sobreviviente

de la matanza de griegos en Esmirna,

o aquel en que miras a mi madre con ojos enamorados,

cincuenta años después de haberla conocido,

o en esa instantánea de tu muerte

en tu tienda llena de telas y sombreros,

con una taza de té negro en la mano,

y cara de forastero, como cuando llegaste al pueblo.

Padre, quiero verte de nuevo,

pero en vez de hombre toco papel.


México, jueves 20 de julio de 1986

Homero Aridjis

Diario de sueños, Fondo de Cultura Económica, México, 2011

3 de abril de 2013

No era el mundo que se acababa

 

No era el mundo que se acababa 

En memoria 
de Luis Cernuda 

No era el mundo que se acababa,
era el amor que se moría.

No había árboles descuajados,
sino una mujer que se marchaba.

Era el amor que se perdía
por una calle de tumbas urbanas.

Era una puerta que gemía,
en unos ojos de ninguna tarde.

No era el mundo que se moría,
era el amor que se acababa.

Homero Aridjis

Diario de sueños, Fondo de Cultura Económica, México, 2011.

Homero Aridjis / "Nosotros"

Homero Aridjis



Homero Aridjis Fuentes (Contepec, Michoacán; 6 de abril de 1940), es un poeta, novelista, activista ambiental, periodista y diplomático mexicano reconocido por su independencia.

Aridjis nació en Contepec, Michoacán, México, el 6 de abril de 1940, de padre griego y madre mexicana, el más joven de cinco hermanos (Juan, Miguel, Hermán, Nicias y Homero). Su padre luchó en el ejército griego durante la Primera Guerra Mundial y en la Guerra Turco-Griega, cuando su familia fue obligada a abandonar su casa en Tire, al suroeste de Esmirna, Asia Menor. Su madre creció en Contepec durante la Revolución Mexicana. Después de casi perder la vida a la edad de diez años en un accidente de escopeta Aridjis se convirtió en un ávido lector y empezó a escribir poesía. En 1959 obtuvo la beca del Centro Mexicano de Escritores otorgada por la Fundación Rockefeller, el más joven escritor en recibir ese premio en los 55 años de historia del Centro.

En 1966 asistió al histórico Congreso Mundial de Escritores del PEN Club en Nueva York, presidido por Arthur Miller, en el que participaron poetas y escritores que después conformarían el boom latinoamericano: Pablo Neruda, Juan Carlos Onetti, Joao Guimaraes Rosa, Ernesto Sábato, Victoria Ocampo, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Nicanor Parra y el mismo Aridjis.

Nosotros 

El cielo estaba nublado,
pero no llovería en la calle,
habría lluvia de cuerpos.

Desde que nos vimos
en la estación del metro
planeamos esta tormenta de besos.

Sin naves para viajarnos,
ni túneles para adentrarnos,
nos íbamos de vacaciones a nosotros mismos.

En nuestros ríos privados
como peces fluiríamos, sin más fortuna
que nuestra pobre soledad urbana.

México, D. F., jueves 2 de noviembre de 2006

Homero Aridjis

Diario de sueños, Fondo de Cultura Económica, México, 2011.

2 de abril de 2013

Como dioses Homero Aridjis

Pirámide del Sol, Teotihuacán, México

Como dioses 

Como dioses que ascienden la escalera
De un templo que contiene imágenes
De sí mismos, en las que ya no creen.

Como dioses espectrales, cuya presencia es denunciada
Por un brillo en la frente, una mancha en la mano
O por la hierba tronchada en un peldaño.

Como dioses que ascienden con más hábito que prisa
La escalera del tiempo, sabiendo que al alcanzar la cima
llegarán a su muerte o se desvanecerán en el olvido.

Como dioses que suben en grupo, pero cada uno solitario,
Con un séquito cobarde que se queda abajo mirándolos subir
a la punta de la escalera donde se volverán aire

O huella O peldaño O vacío
O retorno al principio.
Así mis días.

París, martes 13 de octubre de 2009


Diario de Sueños, 2011

1 de abril de 2013

Homero Aridjis / Amor hasta el fin del mundo

Homero Aridjis

Amor hasta el fin del mundo

En el hotel de paso
el amor tuvo sus jinetes
y la jarra su hielo.

"Con que no haya chinches en el cuarto.
No soporto esos insectos malvados",
dijiste, desnuda en la cama.

Y tu cuerpo borró la vista del baño
con mosaico azul, y la regadera,
en la que nadie se había bañado.

Tu mirada en celo abrió la puerta
del refrigerador descompuesto,
con una botella vacía dentro.

“Ojalá que este beso ardiente
se convierta en un amor a puro diente
hasta el fin de los tiempos”, te dije.

Pero no era necesario hacer tales promesas,
un espejo roto reflejaba al animal de dos espaldas,
huérfano en todas las camas del mundo.

Nueva York, sábado 29 de abril de 2006

Diario de Sueños, F.C.E. 2011

"Siempre sueño en un lugar que es otro lugar" Homero Aridjis

Homero Aridjis
Contepec, Michoacán


Siempre sueño en un lugar que es otro lugar


Siempre sueño en un lugar que es otro lugar,
en un Contepec que no es Contepec,
en un pueblo que no está en los mapas.

La gente que anda por sus calles ya no existe,
llega a sus plazas en trenes de otra época,
cae en sus campos desde otros sueños.

Contepec es más grande que París y Nueva york,
esas ciudades tienen límites y Contepec
es tan pequeño que comienza y termina en el cielo.

El Popocatépetl es una montaña grande,
pero el cerro Altamirano es más alto,
en sus cimas cantan las cuatrocientas voces del azul.

Contepec no tiene mares, tiene un cementerio
de donde parten las almas de los difuntos
en forma de mariposas hacia el vago Norte.

La gente dice que desde la Central de la Memoria
uno puede llegar a pie, a caballo o en coche
a la Terminal del Ego, pero se llega a Ninguna Parte.

Temprano salieron los cronistas con papeles viejos
tratando de rescatarnos del olvido, pero rescataron nada,
la historia está llena de mentiras y sueños cruzados.

Aquel niño flaco, cinéfilo empedernido, decía,
“En ningún cielo he visto una luz como la del cine Apolo
cuando el proyeccionista era yo y la que miraba eras tú.

¿Acaso en algún lado existe un espectáculo como
el de los jaguares de oro que cuando saltan sobre las cimas
de lo oscuro parece que saltan de un sol en agonía?”

Desde su butaca en sombras, el niño se preguntaba:
“¿Qué es ese yo? ¿Qué es ese tú? ¿Qué es ese nosotros?
¿No ves que bajo tierra todos los egos se confunden?”

Así fue que el hombre que soñaba en un Contepec
que no era Contepec al hallarse lejos de sí mismo
vivía el sueño de un yo que ya no era yo.

Después de un sueño, miércoles 3 de mayo de 2006


Diario de Sueños, F.C.E. 2011


Homero Aridjis
Cerro Altamirano Contepec, Michoacán


"Diario de sueños" es el nuevo poemario del escritor y poeta mexicano Homero Aridjis (Contepec, Michoacán; 1940), uno de los más grandes poetas y escritores vivos en español. 

La obra,  publicada a inicios de 2011 por el Fondo de Cultura Económica de México, surgió de unos sueños que tuvo hace varios años, cuando al escribirlos se convirtieron en poemas. Desde El poeta niño, publicado en 1971, se propuso rescatar al ser que había sido antes de un grave accidente que sufrió en enero de 1950 y que estuvo a punto de costarle la vida. De hecho, se salvó de morir y cuando “resucité”, dice, empezó a leer y escribir poesía.

Así que cuando en 1970 se encontraba en Nueva York y estaba a punto de nacer su primera hija, Chloe, empezó a soñar en el niño que había sido antes del accidente, como una forma de reencontrarse consigo mismo, pues había suprimido de su memoria ese pasado.

31 de marzo de 2013

Homero Aridjis / Ajedrez, Córdoba, Año Mil

Es la última noche del mundo
Un cristiano y un musulmán juegan al ajedrez en una tienda. Ilustración del Libro de los juegos, segunda mitad del siglo XIII.

AJEDREZ, CÓRDOBA, AÑO MIL

Es la última noche del mundo.
Al pie de los muros de Córdoba
un monje cristiano y un guerrero moro
juegan una partida de ajedrez.

Un caballero negro galopa
los caminos helados de la tierra.
Un visionario salido de una cueva
ha abierto los siete sellos.

Las siete trompetas han sonado.
Las siete lámparas se han prendido.
Los difuntos emergen de sus tumbas.
Una reina negra absorbe la luz del mundo.

Parado sobre una torre blanca
El ángel vengador levanta la espada.
Qué estampida de peones pasmados.
Qué caída de alfiles aislados.

Los jugadores apuestan la vida.
Pasa la noche.
Sale Sol negro.
Nadie gana nada.

Sábado 7 de octubre y viernes 1 de diciembre de 2006. Sueño tenido dos veces

Homero Aridjis

Diario de Sueños, 2011


20 de febrero de 2012

Homero Aridjis Foto de grupo

Mirando a la cámara


FOTO DE GRUPO

Esa gente mirando a la cámara
¿de qué se está riendo?
Esos hombres con fecha de caducidad,
¿de qué presumen?
Esos fantasmas luciendo ropa nueva,
¿qué lápidas venden?
Esa madre mía vestida de blanco,
¿a quién está viendo?

México,D.F., 12:15 del domingo 23 de agosto de 2009