Me ven ahora

28 de febrero de 2013

Abril es el mes mas cruel







1. El entierro de los muertos


Abril es el mes más cruel: engendra
lilas de la tierra muerta, mezcla
recuerdos y anhelos, despierta
inertes raíces con lluvias primaverales.
El invierno nos mantuvo cálidos, cubriendo
la tierra con nieve olvidadiza, nutriendo
una pequeña vida con tubérculos secos.
Nos sorprendió el verano, precipitóse sobre el Starnbersee
con un chubasco, nos detuvimos bajo los pórticos,
y luego, bajo el sol, seguimos dentro de Hofgarten,
y tomamos café y charlamos durante una hora.
                Bin gar keine Russin, stamm' aus Litauen,
                echt
deutsch. 
Y cuando éramos niños, de visita en casa del archiduque,
mi primo, él me sacó en trineo.
Y yo tenía miedo. Él me dijo: Marie,
Marie, agárrate fuerte. Y cuesta abajo nos lanzamos.
Uno se siente libre, allí en las montañas.
Leo, casi toda la noche, y en invierno me marcho al Sur.

¿Cuáles son las raíces que arraigan, qué ramas crecen
en estos pétreos desperdicios? Oh hijo del hombre,
no puedes decirlo ni adivinarlo; tú sólo conoces
un montón de imágenes rotas, donde el sol bate,
y el árbol muerto no cobija, el grillo no consuela
y la piedra seca no da agua rumorosa. Sólo
hay sombra bajo esta roca roja
(ven a cobijarte bajo la sombra de esta roca roja),
y te enseñaré algo que no es
ni la sombra tuya que te sigue por la mañana
ni tu sombra que al atardecer sale a tu encuentro;
te mostraré el miedo en un puñado de polvo.

                     Frisch weht der Wind
                    Der Heimat zu
                    Mein Irisch Kind,
                    Wo weilest du?


"Hace un año me diste jacintos por primera vez;
me llamaron la muchacha de los jacintos".
-Pero cuando regresamos, tarde, del jardín de los jacintos,
llevando, tú, brazados de flores y el pelo húmedo, no pude  
hablar, mis ojos se empañaron, no estaba
ni vivo ni muerto, y no sabía nada,
mirando el silencio dentro del corazón de la luz.
                     
                            Oed'und leer das Meer. 


Madame Sosostris, famosa pitonisa,
tenía un mal catarro, aun cuando
se la considera como la mujer más sabia de Europa,
con un pérfido mazo de naipes. Ahí -dijo ella-
está su naipe, el Marinero Fenicio que se ahogó,
(estas perlas fueron sus ojos. ¡Mira!)
aquí está la Belladonna, la Dama de las Rocas,
la dama de las peripecias.
Aquí está el hombre de los tres bastos, y aquí la Rueda,
y aquí el comerciante tuerto, y este naipe
en blanco es algo que lleva sobre la espalda
y que no puedo ver. No encuentro
el Ahorcado.Temed la muerte por agua.
Veo una muchedumbre girar en círculo.
Gracias. Cuando vea a la señora Equitone,
dígale que yo misma le llevaré el horóscopo:
¡una tiene que andar con cuidado en estos días!

Ciudad irreal,
bajo la parda niebla del amanecer invernal,
una muchedumbre fluía sobre el puente de Londres, ¡eran tantos!
Nunca hubiera yo creído que la muerte se llevara a tantos.
Exhalaban cortos y rápidos suspiros
y cada hombre clavaba su mirada delante de sus pies.
Cuesta arriba y después calle King William abajo,
hacia donde Santa María Woolnoth cuenta las horas
con un repique sordo al final de la novena campanada.
Allí encontré un conocido y le detuve gritando: ¡Stetson!
¡tú que estuviste contigo en los barcos de Mylae!
¿Aquel cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,
ha empezado a germinar? ¿Florecerá este año?
¿No turba su lecho la súbita escarcha?
¡Oh, saca de allí al Perro, que es amigo de los hombres,
pues si no lo desenterrará de nuevo con sus uñas!
Tú, hypocrite lecteur! -mon semblable -mon frère!" 



Fragmento de la Tierra baldía, T. S. Eliot

27 de febrero de 2013

Ceci n'est pas une pipe






Esto no es una pipa

Cita3.pngPues a mi sí que me parece una pipa...Cita4.png
— Persona sincera diciendo lo que todos pensamos
Cita3.png¿CÓMO VA A SER UNA PIPA, IGNORANTE? Es tan sólo una abstracción de la misma, la idea platónica de que todo, incluida las pipas, son ideas, ideas intangibles. ¡NO ES UNA PIPA!Cita4.png
— Artista surrealista con problemas de carácter
No se si será una pipa, pero yo me he forrado con el libritoCita4.png
— Michel Foucault y cómo vender cualquier cosa siempre que tenga un buen nombre
Cita3.pngEsto no es una citaCita4.png
— René Magritte sobre esta cita

24 de febrero de 2013

Memorias de Adriano (Fragmento Capítulo 1) Marguerite Yourcenar

 Animula vagula, blandula,
Hospes comesque corporis,
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula,
Nec, ut solis, dabis iocos...[i]
P. AELIUS HADRIANUS, Imp.

VARIUS MULTIPLEX MULTIFORMIS




«Querido Marco: He ido esta mañana a ver a mi médico Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa después de un largo viaje por Asia. El examen debía hacerse en ayunas; habíamos convenido encontrarnos en las primeras horas del día. Me tendí sobre un lecho luego de despojarme del manto y la túnica. Te evito detalles que te resultarían tan desagradables como a mí mismo, y la descripción del cuerpo de un hombre que envejece y se prepara a morir de una hidropesía del corazón. Digamos solamente que tosí, respiré y contuve el aliento conforme a las indicaciones de Hermógenes, alarmado a pesar suyo por el rápido progreso de la enfermedad, y pronto a descargar el peso de la culpa en el joven Iollas, que me atendió durante su ausencia. Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre. El ojo de Hermógenes sólo veía en mí un saco de humores, una triste amalgama de linfa y de sangre. Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo. Haya paz... Amo mi cuerpo; me ha servido bien, y de todos modos no le escatimo los cuidados necesarios. Pero ya no cuento, como Hermógenes finge contar, con las virtudes maravillosas de las plantas y la dosis exacta de las sales minerales que ha ido a buscar a Oriente. Este hombre, tan sutil sin embargo, abundó en vagas fórmulas de aliento, demasiado triviales para engañar a nadie. Sabe muy bien cuánto detesto esta clase de impostura, pero no en vano ha ejercido la medicina durante más de treinta años. Perdono a este buen servidor su esfuerzo por disimularme la muerte. Hermógenes es sabio, y tiene también la sabiduría de la prudencia; su probidad excede con mucho a la de un vulgar médico de palacio. Tendré la suerte de ser el mejor atendido de los enfermos. Pero nada puede exceder de los limites prescritos; mis piernas hinchadas ya no me sostienen durante las largas ceremonias romanas; me sofoco; y tengo sesenta años».

Memorias de Adriano, de la traducción de Julio Cortázar (Edhasa)

[i] Almita mía, mi querida,
huésped y compañera del cuerpo,
te marchas sin saber dónde,
pálida, rígida, temblorosa,
y ya no te entregarás a tus juegos.

21 de febrero de 2013

Poesia Frank O'Hara


Poesía

El único modo de estar en silencio es ser rápido, así que te asusto con torpeza, o te sorprendo con una puñalada. Una mantis religiosa conoce el tiempo más íntimamente que yo y es más informal. Los grillos usan el tiempo como acompañamiento de su inocente tic. Una cebra corre en sentido antihorario. Deseo todo esto. Intensificarte con mi rapidez y encanto como si tuvieras lógica y comprobación, pero aun así estar en silencio como si estuviera habituado a ti; como si nunca fueras a dejarme y fueses el inexorable producto de mi propio tiempo.

Poetry

The only way to be quiet is to be quick, so I scare you clumsily, or surprise you with a stab. A praying mantis knows time more intimately than I and is more casual. Crickets use time for accompaniment to innocent fidgeting. A zebra races counterclockwise. All this I desire. To deepen you by my quickness and delight as if you were logical and proven, but still be quiet as if I were used to you; as if you would never leave me and were the inexorable product of my own time.

15 de febrero de 2013

El beso






Un beso es el eco suave
de un canto, que más que canto
es un himno sacrosanto
que imitar no puede el ave.

Un beso es el dulce idioma
con que hablan dos corazones,
que mezclan sus impresiones
como las flores su aroma.

Un beso es...no seas loca...
¿Por qué me preguntas eso?
¡Junta tu boca a mi boca
y sabrás lo que es un beso!

Federico Barreto


Acerca de la foto: 
El día que la 2ª Guerra Mundial terminó, los neoyorquinos tomaron la plaza de Times Square en Manhattan. Un joven con un traje oscuro de marinero, en concreto, se había dedicado a agarrar y besar a todas las muchachas que pasaban por delante – chicas jóvenes y mujeres mayores por igual. El fotógrafo germano-americano de la revista LIFE Alfred Eisenstaedt estaba por allí con su Leica, siguiendo las andanzas de este extraño dandi.

12 de febrero de 2013

Parásitos. Cómo los oportunistas digitales están destruyendo el negocio de la cultura



Saludado por The New York Times como el libro “que debería cambiar el debate sobre el futuro de la cultura”, Parásitos, de Robert Levine -publica Ariel la semana próxima-, es un fulgurante manifiesto que alerta sobre el daño que el discurso de la cultura gratis causa a la industria. A continuación ofrecemos toda la información sobre el libro, invitamos a polemizar a Enrique Dans, Arcadi Espada, Amador Fernández-Savater y Alberto Olmos, y presentamos en exclusiva la reseña del NYT.


La utopía digital de una información y una cultura libres, gratuitas e inmediatamente accesibles para todos, sufre, tras años de reinado, los primeros cuestionamientos de rigor. Hasta ahora, los críticos de la llamada cultura libre señalaban a la piratería, a la desaparición de industrias enteras y al derecho de los creadores a vivir de su trabajo. Pero su discurso no era ni tan sistemático ni tan popular ni, por supuesto, tan militante como el de quienes defendían en las redes que las ideas no deben tener dueño y que la propiedad intelectual no merece tal nombre.

El gurú informático Jaron Lanier disparó la primera salva en Contra el rebaño digital (Debate, 2011), aplicado a la demolición del mito de la red como mente colectiva y a la denuncia de esa paradójica pendiente por la que fluyen ríos de dinero a la publicidad al tiempo que se agostan la música, el arte o el periodismo. Pero la más completa argumentación en favor de la propiedad de las ideas, investida con las belicosos ropajes del manifiesto innegociable, la ha firmado el periodista estadounidense Robert Levine. ¿Su título? Parásitos. Cómo los oportunistas digitales están destruyendo el negocio de la cultura (Ariel, 2013). El libro ha roto las costuras del debate en EE.UU. Levine no sólo practica la disección genealógica de la cultura de lo gratis que se ha enseñoreado en internet en la última década sino que desnuda los intereses de los grandes gigantes digitales, paladines nada desinteresados de la libre circulación de las ideas. Google, Apple y otros capitanes de Silicon Valley habrían ejercido todo su poder para devaluar los derechos de autor.

“¿Cómo puede una empresa competir con un rival que ofrece sus productos pero no corre con ninguno de los gastos? Parasitar se ha convertido en un camino a la riqueza”. El cuadro que dibuja Levine a partir de aquí es puntilloso, enumerativo y desacralizador. El autor advierte que no es ningún ludita y que sabe que es una tontería afirmar que prestar un DVD a un amigo sea una falta moral, pero le parece aún más ridículo “sugerir que existe un derecho inalienable a ver Iron Man 2.

Mientras las empresas tradicionales de contenidos veían desplomarse su valor, nuevos negocios florecían. La mítica NBC, famosa por series como Miami Vice, Cheers, Friends o Heroes; el grupo Emi, propietario de las grabaciones clásicas de los Beatles o Frank Sinatra; El Washington Post, referencia del periodismo norteamericano que alumbró el Watergate... Todas sufrían recortes y despidos generalizados y tentaban la quiebra. Mucho mejor les iban las cosas a The Pirate Bay, al iTunes de Apple o al Huffington Post.

Sin cambios desde Napster

El parásito infectó en primer lugar, explica Levine, a la industria musical. Cuando Napster abrió en 1999 la veda al intercambio de archivos musicales podía pensarse en la transitoriedad de una situación que, a su debido tiempo, beneficaría el contacto directo entre los músicos y unos fans encantados de pagar por su trabajo. Diez años más tarde, apenas ha cambiado nada. Star-ups, como Goveshark y Hotfile, siguen permitiendo el intercambio ilegal de contenidos y logran con ello beneficios. Y, se pregunta Levine: “quién quiere poner en marcha un negocio de música legítimo cuando es más fácil iniciar uno ilegal?”. iTunes, el único negocio que ha ganado dinero vendiendo música legal en la Red, habría propiciado a cambio, en el paso del álbum al single, una ruinosa desvalorización de la música, simple gancho de su verdadero negocio: la venta de carísimos gadgets.

Paradigma de la bondad al facilitar unas posibilidades insospechadas de aceso al conocimiento (su oficioso lema es “Don't be evil”, “No hagas el mal”), Google es para Levine uno de los grandes villanos de esta historia. No sólo es que en su YouTube corran series, filmes y otros contenidos protegidos al amparo de una ley de EE.UU. que le exime de problemas legales responsabilizando sólo a los usuarios que suben los contenidos. Es que el buscador en cuanto tal abre a sus usuarios una jugosísima oferta de contenidos de terceros. Google se erigió además en el primer mecenas de la cultura libre. Según se relata en el libro, en 2006 donó dos millones de dólares al Stanford Center for internet and Society y entre 2008 y 2009 otros dos millones a Creative Commons. Y es que “los derechos de autor pueden cruzarse en el camino de Google hacia su objetivo: ‘organizar la información mundial y hacerla universalmente acesible y útil', ya que permite a los creadores limitar el acceso a su trabajo, aunque sea por el simple hecho de cobrarlo”.

Tras arrancar con el caso paradigmático de la industria musical y orear las vergüenzas de Google, Levine dirige por orden su proclama a periódicos, series televisivas, libros y películas. Todos ellos entre la espada y la pared de una feroz disyuntiva: poner sus contenidos “disponibles online, en cualquier momento, en cualquier formato, sin coste adicional, lo que podría no ser un gran negocio”, o idear una manera de cobrarlos a su precio.


Cantos de sirena

La prensa vale como perfecto ejemplo de las indecisiones y sufrimientos que ocasionan los cantos de sirena. The Guardian, el segundo medio en inglés más leído de la red, el primero que se rindió a sus encantos y, además, uno de los que siguen resistiéndose a cobrar sus contenidos digitales, pierde 100.000 libras al día. En EE.UU., escribe Levine, los periódicos, que publican el 99% de las noticias enlazadas en blogs, nunca han sido más populares ni menos rentables. Su hiperactividad online no genera ingresos. Parásitos recuerda que los diarios no vivían tanto de vender noticias como de segmentar audiencias para sus anunciantes. La publicidad se pagaba bien en papel donde el espacio era limitado pero no en la red, donde es ilimitado. Así, “lo más estúpido que podían hacer los periódicos era convencer a sus lectores de que abandonasen la edición impresa en favor de la online”. La solución para este dramático brete pasaría por cobrar por la información en todos sus formatos. 
  La prensa peligra pero también el cine o Mad Men, dice Levine. La aclamada serie, y ya de paso, la televisión au complet, podrían reventar en cuanto las descargas y los streamings, ilegales o no, ojo, hallen un atajo del ordenador a la tele, esto es, en cuanto los televisores acaben todos por conectarse a la red. Repite Levine: “La mayoría de la publicidad online vale sólo una fracción de su equivalente offline”. Algunos pagarán por Netflix pero nunca los suficientes mientras la alternativa ilegal siga a sólo un click. Concluye Levine: “En 2010, los ejecutivos de la tecnología empezaron a decir que cualquiera que quisiera limitar la piratería estaba tratando de ‘romper internet'. Pero la verdad es que ya se está rompiendo. Ahora, y tal vez no por mucho tiempo, tenemos la oportunidad de arreglarlo”.

7 de febrero de 2013

La tía Julia y el escribidor Fragmento



"Era un ser pequeñito y menudo, en el límite mismo del hombre de baja estatura y el enano, con una nariz grande y unos ojos extraordinariamente vivos, en los que bullía algo excesivo. Vestía de negro, un terno que se advertía muy usado, y su camisa y su corbatita de lazo tenían máculas, pero, al mismo tiempo, en su manera de llevar esas prendas había algo en él de atildado y de compuesto, de rígido, como en esos caballeros de las viejas fotografías que parecen presos en sus levitas almidonadas, en sus chisteras tan justas. Podría tener cualquier edad entre treinta y cincuenta años, y lucía una aceitosa cabellera negra que le llegaba hasta los hombros. Su postura, sus movimientos, su expresión parecían el desmentido mismo de lo espontáneo y natural, hacían pensar inmediatamente en el muñeco articulado, en los hilos del títere. (...) Parecía que en esa voz no solo desfilara cada letra, sin quedar mutilada ni una sola, sino también las partículas y los átomos de cada una, los sonidos del sonido.
Al instante, con un movimiento veloz y automático, el hombrecillo estiró uno de sus bracitos, dio unos pasos hacia mí, me ofreció una manita de niño, y con su preciosa voz de tenor, haciendo una nueva genuflexión cortesana, se presentó:

-Un amigo: Pedro Camacho, boliviano y artista.

Pedro Camacho, encargado de todos los teleteatros de la Radio Central, sí que se tomaba su trabajo en serio. Siempre hablaba de su escritura como "el arte". Era un hombre de pasiones, de amor u odio. Una de sus características salientes era la aversión a determinado pueblo latinoamericano:
"Su odio a los argentinos en general, y a los actores y actrices argentinos en particular, parecía desinteresado."
Otra, la costumbre de tomar té de yerbaluisa y menta. Y otra, la seriedad con que preparaba sus historias. Camacho se había comprado un mapa de Lima para poder situar en concreto los escenarios de sus obras. Precisaba clasificar cada barrio por sus componentes más prototípicos, para decir con mayor representatividad y economía las cualidades de cada personaje:
"No me interesa toda la gente que compone cada barrio, sino la más llamativa, la que da a cada sitio su perfume y su color. Si un personaje es ginecólogo debe vivir donde le corresponde y lo mismo si es sargento de la policía.

(...) Me sometió a un interrogatorio prolijo y divertido (para mí, pues él mantenía su seriedad funeral) sobre la topografía humana de la ciudad y advertí que las cosas que le interesaban más se referían a los extremos: millonarios y mendigos, blancos y negros, santos y criminales. Según mis respuestas, añadía, cambiaba o suprimía iniciales en el plano con un gesto veloz y sin vacilar un segundo, lo que me hizo pensar que había inventado y usaba ese sistema de catalogación hacía tiempo. ¿Por qué había marcado solo Miraflores, San Isidro, la Victoria y el Callao?

-Porque, indudablemente, serán los escenarios principales -dijo, paseando sus ojos saltones con sufi
ciencia napoleónica sobre los cuatro distritos-. Soy hombre que odia las medias tintas, el agua turbia, el café flojo. Me gustan el sí o el no, los hombres masculinos y las mujeres femeninas, la noche o el día. En mis obras hay aristócratas o plebe, prostitutas o madonas. La mesocracia no me inspira y tampoco a mi público."

2 de febrero de 2013

Tomas Tranströmer Palabras, pero no lenguaje

Las de tous ceux qui viennent avec des mots,
des mots, mais pas de langage,
je partis pour l’île recouverte de neige.
L’indomptable n’a pas de mots.
Ses pages blanches s’étalent dans tous les sens !
Je tombe sur les traces de pattes d’un cerf dans la neige.
Pas des mots mais un langage.
Tomas Tranströmer (né en 1931)
Baltiques, traduit du suédois par Jacques Outin. – Gallimard (Poésie).

 
Cansado de todos los que llegan con palabras, palabras, pero no lenguaje
parto hacia la isla cubierta de nieve. Lo salvaje no tiene palabras.
¡Las páginas no escritas se ensanchan en todas direcciones!
Me encuentro con huellas de pezuñas de corzo en la nieve.
Lenguaje, pero no palabras.


(Tomas Tranströmer)

DESDE LA MONTAÑA Tomas Tranströmer


DESDE LA MONTAÑA Tomas Tranströmer

Estoy en la montaña y veo la ensenada.
Sobre el área estival, reposan los veleros.
"Somos sonámbulos. Lunas vagabundas."
Eso dicen las velas blancas.

"Nos deslizaremos por una casa dormida.
Abriremos las puertas lentamente
Nos asomamos a la libertad."
Eso dicen las velas blancas.

Un día vi navegar los deseos del mundo.
Todos el mismo rumbo: una misma flota.
"Ahora estamos dispersos. Séquito de nadie."
Eso dicen las velas blancas.

(Traducido del sueco por Roberto Mascaró).

DE LA MONTAGNE Tomas Tranströmer

Je suis sur la montagne et contemple la baie.
Les bateaux reposent à la surface de l’été.
« Nous sommes des somnambules. Des lunes à la dérive. »
Voilà ce que les voiles blanches me disent.

« Nous errons dans une maison assoupie.
Nous poussons doucement les portes.
Nous nous appuyons à la liberté. »
Voilà ce que les voiles blanches me disent.

J’ai vu un jour les volontés du monde s’en aller.
Elles suivaient le même cours ― une seule flotte.
« Nous sommes dispersées maintenant. Compagnes de personne. »
Voilà ce que les voiles blanches me disent.


 Traduction de Jacques Outin.