Obama, atascado en un embrollo
Sábado 24 de enero de 2009
PAUL KRUGMAN
Nobel Economía 2008
Al igual que todo el mundo que pone atención a los negocios y a las noticias financieras, yo estoy en un estado de mucha ansiedad económica. Como todo el mundo de buena voluntad, esperaba que el discurso de investidura del Presidente Obama ofreciera cierta tranquilidad; sin embargo, no fue así. Terminé el martes menos seguro de la dirección de la política económica que lo que estaba en la mañana.
Para ser claro, no hubo nada notoriamente malo con el discurso; aunque para aquellos que todavía esperaban que Obama liderara el camino hacia una atención de salud universal, fue decepcionante que él hablara sólo del costo excesivo de la salud, sin mencionar ni siquiera una vez la difícil situación de los no asegurados y de aquellos semi asegurados.
No obstante, mi problema real con el discurso, en materias económicas, fue su convencionalismo. En respuesta a una crisis económica sin precedentes -o, más precisamente, una crisis cuyo único real precedente es la Gran Depresión- Obama hizo lo que aquellos de Washington hacen cuando quieren sonar serios: habló, más o menos en abstracto, de la necesidad de hacer elecciones difíciles y enfrentar resueltamente los intereses especiales. Eso no es suficiente. De hecho, no es ni siquiera correcto.
De este modo, en su discurso Obama atribuyó la crisis económica en parte a "nuestro falla colectiva para hacer elecciones difíciles y preparar a la nación para una nueva era"; pero no tengo idea de lo que él quiso decir. Ésta es, primero que todo, una crisis que tuvo su origen en una industria financiera incontrolable. Y si no contuvimos a esa industria, no fue porque los estadounidenses "se negaran" colectivamente a hacer elecciones difíciles; la ciudadanía no tenía idea de lo que estaba sucediendo, y aquellos que sí lo sabían pensaban principalmente que la desregulación era una gran idea.
Con todo, un discurso es sólo un discurso. Los miembros del equipo económico de Obama entienden sin duda la naturaleza extraordinaria del lío en que estamos. Por lo tanto, el tono de la alocución del martes tal vez no signifique nada con respecto a la política futura del gobierno de Obama. Por otro lado, el Presidente es, como lo expuso su predecesor, el que decide. Y él va a tener que tomar algunas grandes decisiones muy pronto. En particular, va a tener que decidir cuán osado será en su accionar para mantener el sistema financiero, donde el panorama se ha deteriorado tan drásticamente que una cantidad sorprendente de economistas, no todos ellos, especialmente liberales, ahora sostiene que para resolver la crisis se necesitará la nacionalización temporal de algunos bancos importantes.
Para ser claro, no hubo nada notoriamente malo con el discurso; aunque para aquellos que todavía esperaban que Obama liderara el camino hacia una atención de salud universal, fue decepcionante que él hablara sólo del costo excesivo de la salud, sin mencionar ni siquiera una vez la difícil situación de los no asegurados y de aquellos semi asegurados.
No obstante, mi problema real con el discurso, en materias económicas, fue su convencionalismo. En respuesta a una crisis económica sin precedentes -o, más precisamente, una crisis cuyo único real precedente es la Gran Depresión- Obama hizo lo que aquellos de Washington hacen cuando quieren sonar serios: habló, más o menos en abstracto, de la necesidad de hacer elecciones difíciles y enfrentar resueltamente los intereses especiales. Eso no es suficiente. De hecho, no es ni siquiera correcto.
De este modo, en su discurso Obama atribuyó la crisis económica en parte a "nuestro falla colectiva para hacer elecciones difíciles y preparar a la nación para una nueva era"; pero no tengo idea de lo que él quiso decir. Ésta es, primero que todo, una crisis que tuvo su origen en una industria financiera incontrolable. Y si no contuvimos a esa industria, no fue porque los estadounidenses "se negaran" colectivamente a hacer elecciones difíciles; la ciudadanía no tenía idea de lo que estaba sucediendo, y aquellos que sí lo sabían pensaban principalmente que la desregulación era una gran idea.
Con todo, un discurso es sólo un discurso. Los miembros del equipo económico de Obama entienden sin duda la naturaleza extraordinaria del lío en que estamos. Por lo tanto, el tono de la alocución del martes tal vez no signifique nada con respecto a la política futura del gobierno de Obama. Por otro lado, el Presidente es, como lo expuso su predecesor, el que decide. Y él va a tener que tomar algunas grandes decisiones muy pronto. En particular, va a tener que decidir cuán osado será en su accionar para mantener el sistema financiero, donde el panorama se ha deteriorado tan drásticamente que una cantidad sorprendente de economistas, no todos ellos, especialmente liberales, ahora sostiene que para resolver la crisis se necesitará la nacionalización temporal de algunos bancos importantes.
Bueno, no se puede competir con un Premio Nobel y menos si se es ignorante en el tema como yo.
ResponderBorrarCariños.
Escribo como ignorante en temas económicos... bastante tengo con la economía familiar... pero, tal como va el mundo puede concedérselo el Nobel de economía a alguien?... Si el tal Krugman desenmascara embrollos y es autor de aportes importantes por su contraporte (Gracias, Wiki), Obama debiera ficharlo en su equipo? Sus teorías funcionan en la práctica? Existen soluciones para todos?
ResponderBorrarSaludos confusos...
Krugman ha venido acertando en sus diagnósticos desde hace mucho tiempo. Ya avisó de esta debacle y nadie le hizo caso...
ResponderBorrarEsta vez, espero que se equivoque y que el amigo Obama se gane al menos una pequeña parte de este apoyo infinito que muchísimos seres desesperados le han brindado de manera incondicional.
Espero que se de cuenta de por quién tiene que trabajar y luchar y también espero que le dejen...
No lo tendrá fácil.
Ya veremos¡¡¡ Saludos a todos y un fuerte abrazo.
Estoy de acuerdo con lo que dices, sin embargo, déjanos que algunos nos ilusionemos con la idea de que un mundo mejor es posible y de que, Obama, puede llevarnos cerca... porfa... jejeje
ResponderBorrarTambién estoy de acuerdo y me sumo a las palabras de "sueño de Genji" y ojalá, dentro de algún tiempo, podamos sentirnos mejor...
El cambio ya no puede ir a peor, solo a mejor, quiero y necesito creer.
Besos, amigo.
Queralt.
Yo creo que Obama ha generado grandes esperanzas, y de las grandes esperanzas, suelen salir grandes decepciones.
ResponderBorrarBesos selváticos.
Pero de verdad, pensais que un hombre puede cambiar el mundo?
ResponderBorrarSaludos...
El otro día escuché algo tremendo. Decían que habíamos puesto todas las esperanzas en un hombre por el mero hecho de ser negro.
ResponderBorrarSinceramente, es lo que más me gustaba de Obama. Quería que el mundo fuera capaz de cambiar esquemas.
¿Qué conozco yo de él?
Nada, absolutamente. No tengo opinión objetiva.
La prensa me da los ojos, me forma opinión ejerciendo de "poder sobre la masa"
Ahora sólo pido que ojalá pueda hacerlo bien, sin mayores utopías.
Por mi parte, no sé qué tal presidente será obama, pero desde luego, que esté en el poder es un gran cambio...
ResponderBorrarAmigo, paso a dejar saludos y beso. Muy bueno el post. Cuidate.
ResponderBorrarcom muy bien resumes, un discurso es sólo un discurso.
ResponderBorrarle queda mucho por hacer a Obama.
bicos,