ELEGÍA
Sin que nadie lo sepa, ni el espejo,
ha llorado unas lágrimas humanas.
No puede sospechar que conmemoran
todas las cosas que merecen lágrimas:
la hermosura de Helena, que no ha visto,
el río irreparable de los años,
la mano de Jesús en el madero
de Roma, la ceniza de Cartago,
el ruiseñor del húngaro y
del persa,
la breve dicha y la ansiedad que aguarda,
de marfil y de música Virgilio,
que cantó los trabajos de la espada,
las configuraciones de las nubes
de cada nuevo y singular ocaso
y la mañana que será la tarde.
Del otro lado de la puerta un hombre
hecho de soledad, de amor, de tiempo,
acaba de llorar en Buenos Aires
todas las cosas.
La cifra, Alianza, Madrid, 1981, 112 páginas.
ha llorado unas lágrimas humanas.
No puede sospechar que conmemoran
todas las cosas que merecen lágrimas:
la hermosura de Helena, que no ha visto,
el río irreparable de los años,
la mano de Jesús en el madero
de Roma, la ceniza de Cartago,
el ruiseñor del húngaro y
del persa,
la breve dicha y la ansiedad que aguarda,
de marfil y de música Virgilio,
que cantó los trabajos de la espada,
las configuraciones de las nubes
de cada nuevo y singular ocaso
y la mañana que será la tarde.
Del otro lado de la puerta un hombre
hecho de soledad, de amor, de tiempo,
acaba de llorar en Buenos Aires
todas las cosas.
"En el Oriente se encendió esta guerra
ResponderBorrarcuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito".
Francisco belleza tras belleza,es todo lo que publicas.Besos de luz para ti y los que amas.
ResponderBorrarNo todo lo de Borges me gusta, pero mucho de él me deslumbra. Este poema pertenece al segundo caso.
ResponderBorrarSaludos!
Borges, incluso con sus contradicciones, es grande!
ResponderBorrarSalud
Te visito yo también y te dejo mi abrazo. Qué grande este Borges...
ResponderBorrarprefiero "Esta no es una elegía de Silvio Rodríguez
ResponderBorrarTú me recuerdas el prado de los soñadores,
el muro que nos separa del mar, si es de noche.
Tú me recuerdas, sentada,
ciertos sentimientos
que nunca se sabe que traen en las alas:
si vivos o muertos.
Me quito el rostro y lo doblo
encima del pantalón.
Si no he de decir tu nombre,
si ajeno se esconde
no quiero expresión.
Suelen mis ojos
tener como impresos
sus sueños risueños
Tú me recuerdas las calles de La Habana Vieja,
la Catedral sumergida en su baño de tejas.
Tú me recuerdas las cosas, no sé, las ventanas
donde los cantores nocturnos cantaban
amor a La Habana.
Esto no es una elegía
ni es un romance, ni un verso:
más bien una acción de gracias,
por darle a mis ansias
razón para un beso,
una modesta corona
encontrada en la aurora.
Tú me recuerdas el mundo de un adolescente,
un seminiño asustado mirando a la gente,
un ángel interrogado,
un sueño acosado,
la maldición, la blasfemia de un continente
y un poco de muerte.
(1977)
besos y buena semana
siempre publicas algo de Borges y te agradezco
ResponderBorrarporque estoy siempre apurada, y solo leo los blogs
y leerlo me dá tranquilidad y nostalgia
besos