RASGOS BIOGRÁFICOS
Efraín Barquero es el seudónimo de Efraín Barahona. Lo de Barquero lo cogió de su visión del río Maule, en la ciudad Constitución, Chile, donde pasó algunas vacaciones cuando pequeño. Posteriormente supo de la asociación con el barquero de la Divina Comedia. Nació en Piedra Blanca, Curico, Chile. Estudió en el Liceo de Constitución y Talca. También tiene estudios de Derecho y Pedagogía en Castellano en la Universidad de Chile.- Fue Jefe de Redacción de La Gaceta de Chile y Agregado Cultural en Colombia (1970-1973). Viajó a China, Cuba, México. Se exilió en París (1975) donde vivió hasta 1999.Volvió dos veces a su país, pero tuvo inconvenientes para radicarse. Desde entonces vive en Marsella, Francia. En 1958 ganó el Primer Premio del Concurso Gabriela Mistral y en 1999 obtuvo el Premio Municipal de Literatura con el libro La mesa de la Tierra. En agosto de 2008 es galardonado con el Premio Nacional de Literatura.
Más sencilla que el agua corriente,
como el viento que sopla, como el fuego que arde,
es nuestra alianza de mujer y hombre.
Un rincón en la tierra, un pedazo de cielo,
¡pero la libertad de desear para mañana
un día más ancho para nuestros hijos!
Nos contentamos con un vaso para beber el cielo.
Nos basta una ventana para que sea nuestro el sol.
Con una silla de paja y un cántaro de vino
en un amigo acogeremos a la humanidad.
Con sólo una herramienta podremos defendernos
y llenar con el barro el sueño que adoremos.
Con sólo una camisa y un vestido azul
podremos vestir de amor más glorioso.
Nos basta con un beso para ser felices,
nos basta una mirada para comprender el mundo,
nos basta una palabra para expresarlo todo,
que tú te escondas, en mi pecho, en la noche,
para sentir hasta la ternura de las bestias,
qué tú puedas vivir, que yo pueda vivir,
no necesitamos más para ser felices.
¡Pero que no nos vayan a quitar el derecho
de mirar hacia dónde partirán nuestros hijos!
como el viento que sopla, como el fuego que arde,
es nuestra alianza de mujer y hombre.
Un rincón en la tierra, un pedazo de cielo,
¡pero la libertad de desear para mañana
un día más ancho para nuestros hijos!
Nos contentamos con un vaso para beber el cielo.
Nos basta una ventana para que sea nuestro el sol.
Con una silla de paja y un cántaro de vino
en un amigo acogeremos a la humanidad.
Con sólo una herramienta podremos defendernos
y llenar con el barro el sueño que adoremos.
Con sólo una camisa y un vestido azul
podremos vestir de amor más glorioso.
Nos basta con un beso para ser felices,
nos basta una mirada para comprender el mundo,
nos basta una palabra para expresarlo todo,
que tú te escondas, en mi pecho, en la noche,
para sentir hasta la ternura de las bestias,
qué tú puedas vivir, que yo pueda vivir,
no necesitamos más para ser felices.
¡Pero que no nos vayan a quitar el derecho
de mirar hacia dónde partirán nuestros hijos!