Me ven ahora

29 de febrero de 2012

MÁS SENCILLA QUE EL AGUA (Efraín Barquero, 1931)


RASGOS BIOGRÁFICOS
Efraín Barquero es el seudónimo de Efraín Barahona. Lo de Barquero lo cogió de su visión del río Maule, en la ciudad Constitución, Chile, donde pasó algunas vacaciones cuando pequeño. Posteriormente supo de la asociación con el barquero de la Divina Comedia. Nació en Piedra Blanca, Curico, Chile. Estudió en el Liceo de Constitución y Talca. También tiene estudios de Derecho y Pedagogía en Castellano en la Universidad de Chile.- Fue Jefe de Redacción de La Gaceta de Chile y Agregado Cultural en Colombia (1970-1973). Viajó a China, Cuba, México. Se exilió en París (1975) donde vivió hasta 1999.Volvió dos veces a su país, pero tuvo inconvenientes para radicarse. Desde entonces vive en Marsella, Francia. En 1958 ganó el Primer Premio del Concurso Gabriela Mistral y en 1999 obtuvo el Premio Municipal de Literatura con el libro La mesa de la Tierra. En agosto de 2008 es galardonado con el Premio Nacional de Literatura.


Más sencilla que el agua corriente,
como el viento que sopla, como el fuego que arde,
es nuestra alianza de mujer y hombre.
Un rincón en la tierra, un pedazo de cielo,
¡pero la libertad de desear para mañana
un día más ancho para nuestros hijos!

Nos contentamos con un vaso para beber el cielo.
Nos basta una ventana para que sea nuestro el sol.
Con una silla de paja y un cántaro de vino
en un amigo acogeremos a la humanidad.
Con sólo una herramienta podremos defendernos
y llenar con el barro el sueño que adoremos.
Con sólo una camisa y un vestido azul
podremos vestir de amor más glorioso.

Nos basta con un beso para ser felices,
nos basta una mirada para comprender el mundo,
nos basta una palabra para expresarlo todo,
que tú te escondas, en mi pecho, en la noche,
para sentir hasta la ternura de las bestias,
qué tú puedas vivir, que yo pueda vivir,
no necesitamos más para ser felices.
¡Pero que no nos vayan a quitar el derecho
de mirar hacia dónde partirán nuestros hijos!

21 de febrero de 2012

Un poema de amor - Homero Aridjis

Homero Aridjis

Un poema de amor

Poema publicado el 10 de Noviembre de 2008


Cuando hable con el silencio
cuando sólo tenga una cadena
de domingos grises para darte
cuando sólo tenga un lecho vacío
para compartir contigo un deseo
que no se satisface ya con los cuerpos de este mundo
cuando ya no me basten las palabras del castellano
para decirte lo que estoy mirando
cuando esté mudo de voz de ojos y de movimiento
cuando haya arrojado lejos de mí
el miedo a morir de cualquier muerte
cuando ya no tenga tiempo para ser yo
ni ganas de ser aquel que nunca he sido
cuando sólo tenga la eternidad para ofrecerte
una eternidad de voces y de olvido
una eternidad en la que ya no podré verte
ni tocarte ni encelarte ni matarte
cuando a mí mismo ya no me responda
y no tenga día ni cuerpo
entonces seré tuyo
entonces te amaré para siempre.

Homero Aridjis

20 de febrero de 2012

Homero Aridjis Foto de grupo

Mirando a la cámara


FOTO DE GRUPO

Esa gente mirando a la cámara
¿de qué se está riendo?
Esos hombres con fecha de caducidad,
¿de qué presumen?
Esos fantasmas luciendo ropa nueva,
¿qué lápidas venden?
Esa madre mía vestida de blanco,
¿a quién está viendo?

México,D.F., 12:15 del domingo 23 de agosto de 2009

19 de febrero de 2012

Wislawa Szymborska / Noche

Noche

Noche

Y dijo Dios: “Toma ahora a tu hijo, el único
que tienes, al que tanto amas, Isaac, y ve a la
región de Moriah, y allí lo ofrecerás en holocausto
en un monte que yo te indicaré”.


¿Pues qué habrá hecho Isaac?
dígame, padre catequista.
¿Quizá rompió con su pelota el vidrio del vecino?
¿Quizá rasgó sus pantalones nuevos
al cruzar la cerca?
¿Tal vez robaba lápices?
¿Espantaba gallinas?
¿Soplaba en los exámenes?

Que los adultos
duerman su estúpido sueño.
yo esta noche
debo pasarla en vela.
Esta noche calla,
pero calla contra mí
y es negra
como el fervor de Abraham.

¿Donde me ocultaré
cuando el bíblico ojo divino
se pose sobre mí
como se posó sobre Isaac?
Dios puede revivir, si quiere,
historias antiguas.
Por eso me oculto entre las mantas,
congelada de miedo.

Al poco tiempo, algo
blanquea tras la ventana,
un pájaro o el viento
comienza a susurrar por mi cuarto.
Pero no hay pájaros
con alas tan grandes,
ni viento
con un camisón tan largo.

Dios finge
que entró volando sin querer,
que no, que para nada es aquí,
y luego se lleva a papá hasta la cocina
para ponerse de acuerdo;
desde una gran trompa le sopla en el oído.
Y cuando mañana, apenas amanezca,
papá me lleve consigo,
iré, iré
negra de odio.

En ninguna bondad, en ningún amor
voy a creer, más indefensa que las hoja de noviembre.
Ni a confiar,
en nada vale la pena confiar.
Ni voy a amar,
a llevar el corazón vivo en el pecho.
Cuando suceda lo que ha de suceder,
cuando suceda,
me latirá un hongo seco
en lugar de corazón.

Y Dios espera,
y desde un balcón de nubes mira
si la hoguera prende
bien, parejo
pero va a ver
cómo se muere de despecho,
pues así voy a morir,
¡no dejaré que me salve!

Desde esa noche,
de un insomnio terrible,
desde esa noche,
de espantosa soledad,
comenzó Dios,
poco a poco,
día a día,
la mudanza
de lo literal
a lo figurado.

 Llamando al Yeti" (1957)

18 de febrero de 2012

Wislawa Szymborska El ocaso del siglo

El ocaso del siglo

No hay preguntas más apremiantes que las preguntas ingenuas.



El ocaso del siglo

Tenía que ser mejor que los anteriores, nuestro siglo XX.
Ya no esta a tiempo de demostrarlo,
tiene los años contados,
andar vacilante,
respiración corta.

Han sucedido demasiadas cosas
que no debieron suceder,
y lo que tenía que llegar
no ha llegado.

Tenía que estallar la primavera
y, entre otras cosas, la felicidad.

El miedo tenía que abandonar valles y montañas.
La verdad tenía que ser más veloz que la mentira
en alcanzar el blanco.

Algunos desastres
no debieron repetirse,
por ejemplo la guerra,
el hambre, etcétera.

Tenía que respetarse
la indefensión de los indefensos,
la confianza y cosas por el estilo.

Quien deseaba complacerse en este mundo
se enfrenta a una hazaña irrealizable.

La estupidez no es ridícula.
La sabiduría no es alegre.
La esperanza
dejó de ser una muchacha,
etcétera, por desgracia.



Dios tenía que confiar, por fin, en el hombre
bueno y fuerte,
pero un bueno y un fuerte
siguen siendo dos hombres.

Como vivir, me preguntó por carta alguien
a quien yo pensaba formular
la misma pregunta.

De nuevo y como siempre,
según lo dicho anteriormente,
no hay preguntas más apremiantes
que las preguntas ingenuas.

Wislawa Szymborska

HOMBRES EN EL PUENTE, 1986)
Traducción de Ana María Moix y Jerzy Wojciech Slawomirsky

14 de febrero de 2012

El Mundo como deseo y representacion Robert Hass

Robert Hass en Madrid


Robert Hass es un poeta estadounidense nacido el 1 de marzo de 1941 ganador del Premio Pulitzer. Fue Poeta Laureado de Estados Unidos de 1995 a 1997.

Nacido en San Francisco, California, Hass es un poeta muy conocido en Estados Unidos tanto por la temática de sus obras como por la actitud que prevalece en sus poemarios. El alcoholismo de su madre es uno de los temas más relevantes de su poemario de 1996 Sun Under Wood. Durante la década de 1950 se aproximó a las figuras de Gary Zinder y Allen Ginsberg, hecho que motivó su cercanía en presupuestos a la poética beatnik. Tras licenciarse por la Escuela Católica de Marina, en 1958 comenzó a interesarse por el orientalismo y a prestar, en consecuencia, atención a manifestaciones literarias como el haiku. En la actualidad Hass está casado con la poetisa y activista contra la guerra Brenda Hillman, docente del Saint Mary's College.

El mundo como deseo y representación



Cuando era niño, mi padre, cada mañana,
algunas mañanas, por un tiempo, cuando yo tenía como diez o así,
le daba a mi madre una droga llamada disulfiram
Te hace vomitar si bebes licor.
Eran unas píldoras pequeñas y amarillas. Él las aplastaba
en un vaso, las disolvía en agua, le acercaba
el vaso y se quedaba mirando atentamente mientras bebía.
Era a finales de los años cuarenta, una época,
una sociedad, en la que los hombres se levantaban,
Y se iba al trabajo dejando a las mujer con los niños.
Su forma de guiñarme el ojo al estilo de los años cuarenta.
La observaba atentamente para que ella no pudiera “hacer una Tontería"
o “jugárnosla" a un par de tipos
Avispados como nosotros. Escucho esas frases
en películas viejas y empiezo a divagar.
La razón para aplastar las medicinas con tanto cuidado
era porque una píldora puede esconderse debajo de la lengua
y escupirse después. El motivo por el que este ritual
era llevado a cabo tan de mañana ─me decían,
y sabía que era verdad─ era que ella podía,
si quería, provocarse el vómito,
así que había que vigilarla hasta que su organismo
absorbiera el medicamento. Difícil expresar, en estas líneas,
el ritmo de todo el acto. Él molía dos píldoras
en un vaso hasta pulverizarlas, lo llenaba de agua,
se lo daba a ella y la veía tomar.
En mi recuerdo él está usando un traje gris,
de punto de espiga, y una camisa blanca que ella había planchado.


Algunas mañanas, como en aquellas historietas
en las que Dagwood se largaba pronto para aplacar
A Mr. Dithers y dejaba a Blondie con las migajas
de tostadas y riachuelos de yema de huevo
por limpiar antes de irse de compras
─lo que la historieta llamaba maratón de compras─
con Trixie, nuestro vecino de de puerta, mi padre
tomaba uno de los primeros buses y me dejaba a mí
la vigilancia. “Échale un ojo a mamá, camarada”.
¿Conoces aquel pasaje de la Eneida? El hombre
que abandona la ciudad que arde con su padre
en hombros y que sostiene la mano de su pequeño hijo
con la intención de ayudar entre los tapices en llamas
y las columnas que se caen mientras el profeta ciego,
con los brazos elevados al cielo, aúlla desde la cámara interior:
La gran Troya hecha cenizas. La gran Troya ya no existe”.
Arrebujada en su albornoz, compungida y dócil,
en la mesa de la cocina mi madre sentía náuseas y bebía,
bebía y sentía náuseas. De algún lugar tomamos nuestra primera idea
Moral sobre el mundo, sobre la justicia y el poder,
el género y el orden de las cosas-en cualquier cosa

Tiempo y materiales" por Jaime Priede. Bartleby editores, Madrid, 2008.

11 de febrero de 2012

Wislawa Szymborka / Una del montón


Una del montón



Soy la que soy.
Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.

Otros antepasados
podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.

En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.
Cada uno, como hecho a la medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.

Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.
Pude haber sido alguien
mucho menos individuo.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,
partícula del paisaje sacudida por el viento.

Alguien mucho menos feliz,
criado para un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo un cristal de microscopio.

Árbol clavado en la tierra,
al que se aproxima un incendio.

Hierba arrollada
por el correr de incomprensibles sucesos.

Un tipo de mala estrella
que para algunos brilla.

¿Y si despertara miedo en la gente,
o sólo asco,
o sólo compasión?

¿Y si hubiera nacido
no en la tribu debida
y se cerraran ante mí los caminos?

El destino, hasta ahora,
ha sido benévolo conmigo.

Pudo no haberme sido dado
recordar buenos momentos.

Se me pudo haber privado
de la tendencia a comparar.


Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien completamente diferente.


Versión de Gerardo Beltrán