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24 de abril de 2013

"Acerca de Ulises y las sirenas" Franz Kafka- Marco Denevi -José de la Colina


Ulises y las sirenas  John William Waterhouse, (1891), National Gallery of Victoria de Melbourne, Australia.


El autor pinta a las sirenas en su forma original, como genios marinos híbridos de mujer y ave, aunque la representación más común las describe como hermosas mujeres con cola de pez en lugar de piernas.

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  Franz Kafka

(Praga, 1883 - Viena, 1924)

El silencio de las sirenas

Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:

Para guardarse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos.

El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas.

Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con inocente alegría.
Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.
En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción.

Ulises, (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él se hallaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas.

Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contorneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.

Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.

La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera, a modo de escudo.

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Marco Denevi

(Buenos Aires, 1922 - Buenos Aires, 1998)

Silencio de sirenas (1996)

Cuando las Sirenas vieron pasar el barco de Ulises y advirtieron que aquellos hombres se habían tapado las orejas para no oírlas cantar (¡a ellas, las mujeres más hermosas y seductoras!), sonrieron desdeñosamente y se dijeron: ¿Qué clase de hombres son estos que se resisten voluntariamente a la Sirenas? Permanecieron, pues, calladas, y los dejaron ir en medio de un silencio que era el peor de los insultos.
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José de la Colina (Santander, 1934)

Las Sirenas

Otra versión de la Odisea cuenta que la tripulación se perdió porque Ulises había ordenado a sus compañeros que se taparan los oídos para no oír el pérfido si bien dulce canto de las sirenas, pero olvidó indicarles que cerraran los ojos, y como además las sirenas, de formas generosas, sabían danzar...
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"Ulysses and the Sirens" Herbert James Draper

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Bibliografia:
Franz Kafka (1983): Obras Completas. Editorial Teorema. Barcelona.
Meri Lao (1995): Las Sirenas, historia de un símbolo. Ediciones Era. Mèxico.
Benito Arias García (2004): Grandes minicuentos fantásticos. Alfaguara. Madrid.

4 comentarios:

  1. Este relato es precioso; aunque creo que ya lo habías compartido, es muy bueno recordarlo.

    Así como una montaña tiene muchas vistas... una historia, una leyenda, puede tener más de una versión-visión.

    Un abrazo, querido amigo

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  2. También yo lo publiqué el año pasado, porque me gusta especialmente este relato de Franz Kafka.
    Conservo una versión relatada para niños de la Odisea, es un libro muy especial en mi casa, una edición de 1933.
    "Entonces, muy lejano todavía, casi como un eco, empezó a oirse un cántico dulcísimo. Era la voz de Las Sirenas. Siguiendo las instrucciones de la maga, Ulises cogió una barrita de cera, la cortó en pedazos con su espada de bronce, la moldeó con sus fuertes dedos, y tapó con ella los oídos de los tripulantes, a fin de que no pudieran oir el canto de Las Sirenas.
    El no se tapó los oídos, pero -siempre cumpliendo lo que Circe le aconsejara- ordenó a sus hombres que le ataran de pies y manos al mástil, tan fuerte como les fuera posible, y que , aunque, aunque él, al escuchar la voz de Las Sirenas, les rogara por señas que lo desataran, no le hicieran caso, antes redoblaran sus ligaduras."

    Me encanta esta parte de la historia de Ulises, y coincido con la acertada definición de Clarissa.
    Creo que ahí precisamente perdura su belleza,
    en sus diferentes lecturas y reflexiones.
    Un abrazo, querido amigo.

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  3. Clarissa:

    Es cierto ya lo había publicado hace 5 años, me pareció que era bueno republicarlo, por que me gusta mucho este tema.

    Un gran abrazo querida amiga

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  4. Eva:

    Debe ser una muy hermosa esa edición de la Odisea para niños, también leí este libro en una versión abreviada para niños y Ulises fue mi héroe mucho tiempo.

    Un abrazo querida amiga.

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